Salud

Por Diony Sanabia *

«La verdadera medicina no es la que cura, sino la que precave», definió el Héroe Nacional de Cuba, José Martí, quien cayó en combate contra el colonialismo español el 19 de mayo de 1895.

A pesar de la muerte física hace 125 años, resulta imperecedero el legado del insigne patriota al tener en cuenta su sinceridad, valentía, apego a la raíz, respeto a la humanidad y amor por el saber y la cultura.

Un acercamiento a la obra intelectual del polifacético Martí posibilita conocer a cualquier persona sobre temas de diversa índole: política, economía, educación, filosofía, ciencias, cultura, deportes, comunicación y salud.

Cuando el mundo se enfrentan actualmente a la pandemia de la Covid-19, causada por el coronavirus SARS-Cov-2, conservan enorme vigencia las ideas martianas plasmadas en la revista La América de Nueva York, en 1883 y 1884, acerca del último tópico mencionado.

Los vínculos del Apóstol con ese medio de comunicación están signados por dos momentos fundamentales: primero como colaborador y redactor, y después en el cargo de director.

Para el acucioso investigador cubano Pedro Pablo Rodríguez, resulta la primera publicación sistemáticamente asumida por Martí con plena responsabilidad editorial en aras de expresar aspectos de su pensamiento.

«Más que recomponer los miembros deshechos del que cae rebotando por un despeñadero vale indicar el modo de apartarse de él», escribió el político, poeta y periodista en el texto «Abono. La sangre es buen abono».

Sugirió inmediatamente que «debieran darse cátedras de salud, consejos de higiene, consejos prácticos, enseñanza clara y sencilla del cuerpo humano, sus elementos, sus funciones, los modos de ajustar aquellos a éstas, y ceñir éstas a aquellos, y economizar las fuerzas, y dirigirlas bien, para que no haya después que repararlas».

Planteó en el material «La exhibición sanitaria» que comer bien, «que no es comer ricamente, sino comer cosas sanas bien condimentadas», es necesidad primera para el buen mantenimiento de la salud del cuerpo y de la mente.

Al analizar la realidad de entonces y como parte de ella, el organizador de la llamada Guerra necesaria (1895-1898) afirmó que ante la angustia de la época en que vive se hace más necesaria que nunca la reparación inmediata y cuidadosa de las fuerzas perdidas.

Martí dedicó un trabajo, «Insectos», a reflexionar sobre la capacidad de esos seres vivos para trasmitir y diseminar enfermedades contagiosas en diferentes etapas del año.

Las secreciones del ojo, narró, son demasiado activas para que quede con vida el jején imprudente que cae en ellos, pero no por eso deja de sentirse durante algunas horas un dolor muy agudo.

Explicó que cuando «abundan estos insectos, se agravan las enfermedades de la vista, y se produce con más frecuencia la terrible oftalmía que causa dolores estremecedores y fiebres que adementan, a tal punto que no hay enfermo bravo a quien no rinda, ni caminante que pueda soportar, mientras la sufre, la acción del más sutil rayo de sol».

Pero, Martí no se quedó en esa explicación, y pasó a describir los síntomas de precisa manera: «De súbito, el ojo se irrita; dolores tajantes y penetrantes lo traspasan, se siente como si tuviera bajo los párpados arena encendida; la luz hiere el ojo como puñal de agudo filo».

Mediante tales comparaciones, el lector adquiere una idea del nivel de la dolencia y queda persuadido para evitarla o tratarla con «baños de yerbas benéficas, que los naturales conocen y no enseñan».

Sobre el hábito de fumar cigarrillos de papel, Martí advirtió en septiembre de 1883 que un número considerable de casos, en que muchachos y jóvenes que no habían alcanzado aún su completo desarrollo físico, han visto su salud seriamente alterada por realizar esa práctica de forma incesante.

«Conveniente es que estos hechos se sepan, pues es evidente que prevalece la idea de que, cualquiera que sea su número, estas bocanaditas de humo no pueden ser dañinas en lo más mínimo, cuando al contrario producen con frecuencia mucho daño», apuntó.

Antes de exponer esas ideas, argumentó claramente que al estudiar el pulso de un individuo que ha fumado una docena de cigarrillos se encontrará que está más deprimido que después de fumar tabacos puros.

Gracias al empleo de otros datos, precisó que es práctica común de los jóvenes que fuman cigarrillos consumir de ocho a 12 por hora, y continuar esa operación cuatro o cinco horas diarias.

En ese texto, «Observaciones sobre el hábito de fumar cigarrillos de papel», Martí se refirió, aunque de forma breve, a la costumbre de tomar tragos de alcohol entre las comidas, acción que calificó de «muy poco menos dañina» que la mencionada.

Sin embargo, en «Plantación de la vid», subrayó que «los alcoholes abominables agobian y embrutecen. El vino, sano y discreto, repara las fuerzas perdidas».

Acerca de la higiene, Martí esbozó un formidable razonamiento cuando, en «Inmigración italiana», anotó que «debiera obligarse a todo hombre, como a enviar sus hijos a la escuela, sobre todo a una escuela más práctica y humana que las usuales, a vivir en una casa limpia».

Como analista del ser humano, o simplemente elevado representante de su especie, declaró que «quien intente mejorar al hombre no ha de prescindir de sus malas pasiones, sino contarlas como factor importantísimo, ver de no obrar contra ellas, sino con ellas».

A criterio de la estudiosa cubana Carmen Suárez, el Héroe Nacional de su país conocía la complejidad de la mente humana, había estudiado sus delicados matices de la vida y en las fuentes universales de la literatura y el arte, y estaba en posesión de los más sensibles instrumentos para llevar a cabo un trabajo periodístico de largo y profundo alcance.

Otro de los materiales en el cual Martí desplegó amplias y convincentes tesis sobre la salud y sus nexos con la educación física y la práctica deportiva fue El gimnasio en la casa, al plantear que «en estos tiempos de ansiedad de espíritu, urge fortalecer el cuerpo que ha de mantenerlo».

«A los niños, sobre todo, es preciso robustecer el cuerpo a medida que se les robustece el espíritu. Hoy las pasiones se despiertan temprano, los deseos nacen desde que se echan los ojos sobre la tierra, y saben todos tanto que es fuerza aprender pronto mucho, por arte de maravilla, para no quedar oscurecido en la pasmosa concurrencia, y revuelto en el polvo en el magnífico certamen», alertó.

Resulta admirable como Martí concedió espacio en el texto para referirse a las bondades de cada una de las partes del gimnasio doméstico, el cual, precisó, cabe en un cuarto pequeño, entre los demás juguetes de los niños, en una vara de pared, en un recodo del jardín, o en un rincón del patio.

últimas Noticias
Noticias Relacionadas