Por Luis Beatón *
La falta de un hogar es una de las manifestaciones más vergonzosas de la desigualdad en Estados Unidos, algo que debe incrementarse por los efectos de la pandemia de la Covid-19.
A lo largo de la historia es un problema crónico y endémico que debe aumentar notablemente por los efectos del desempleo, la recesión económica y los altos costos de los alquileres, aspectos que aunque no son nuevos, sí influirán en un país en el que algunos estimados sitúan la cifra de parados en 50 millones para finales de 2020.
En la semana del 7 al 14 de mayo cerca de tres millones de personas presentaron solicitudes de ayuda por desempleo y es probable que el total de parados siga en aumento luego de superar los 36 millones en las últimas ocho semanas, según analistas de Wall Street, cifra no muy lejana de las peores previsiones para finales de 2020, en especial por los efectos en la economía de la Covid-19.
Sin embargo, la Casa Blanca insiste en que la economía recuperará la prosperidad en los últimos seis meses del año, a pesar de que el cálculo de evolución del Producto Interno Bruto (PIB) del primer trimestre mostró una contracción del 4,8 por ciento y se espera que las cifras del segundo trimestre sean aún peores.
Según indicó el 15 de mayo el Departamento de Trabajo, en abril se destruyeron 20,5 millones de empleos en el país y la tasa de paro pasó del 4,4 por ciento registrado en marzo al 14,7 por ciento.
Los sectores más afectados fueron la hostelería y restauración, con más de 7,6 millones de empleos destruidos; seguidos por el comercio minorista, con 2,1 millones de desempleados; y el manufacturero con 1,3 millones de puestos de trabajo menos, algo que muestra la trágica situación del mercado laboral en la primera economía del mundo.
Estas cifras alarman a expertos, entre otras cosas porque muchos pueden ingresar al sector más olvidado de la nación, los llamados homeless (personas sin hogar), para quienes sin un refugio estable todo lo demás se puede desmoronar.
Hace un lustro, por ejemplo, 60 mil personas en Nueva York, la ciudad más golpeada por la pandemia, estaban sin hogar. A nivel nacional, en una noche cualquiera, aproximadamente 575 mil no tienen techo; aunque el número había disminuido, comenzó a aumentar de nuevo en los últimos dos años, y solo en 2019 se incrementó tres por ciento.
Dado el asombroso número de personas que perdieron su trabajo a raíz de la crisis de la Covid-19, esas cifras no harán sino aumentar y privar al presidente Donald Trump de uno de sus fuertes para aspirar a la reelección en noviembre.
Según estimados, las personas sin hogar tendrán en Estados Unidos una mortalidad por la Covid-19 diez veces superior a la media.
Al respecto, un estudio de tres universidades estadounidenses de California, Boston y Pensilvania, prevé que la pandemia de la Covid-19 causará tres mil 400 muertes y 21 mil posibles hospitalizaciones entre los 575 mil homeless del país.
Estados como California y Nueva York, dos de los que tienen más personas sin hogar junto con Texas y Florida, comenzaron a habilitar camas en hoteles, aprovechando que muchos de ellos están cerrados.
Nan Roman, presidenta de la Alianza Nacional para el Fin de las Personas Sin Hogar (National Alliance to End Homeless) indicó que los sin hogar son el sector más vulnerable y sufren además una carencia de acceso a medidas de protección e higiene, al sistema sanitario y hasta de información al respecto.
La situación es más crítica cuando dos tercios de esas 575 mil personas suelen dormir en la calle cada noche y no en un albergue u otra instalación, apuntó Roman.
Al analizar el factor racial, estadísticas oficiales muestran que los negros representan el 40 por ciento de las personas sin hogar, mientras que son el 13 por ciento del país. Negro, sin hogar y con más de 50 años: ése es el perfil que más azotará la pandemia de la Covid-19 en Estados Unidos, estiman analistas.
Si en tiempos de prosperidad eso fue lo mejor que el gobierno pudo hacer para ayudar a los que luchan por salir adelante, entonces en estos tiempos difíciles el problema se incrementará pese a esfuerzos de algunos estados como California, de encontrar un refugio seguro para este sector olvidado.
En muchas ciudades el programa principal para proporcionar viviendas asequibles está tan sobresaturado que ni siquiera puedes poner tu nombre en la lista de espera. ¿Qué va a pasar en los próximos meses cuando el desempleo aumente? ¿Dónde encontrará la gente refugio?, plantea una historia publicada recientemente en el diario The New York Times.
Indicó el rotativo en su aproximación al tema que el homeless del barrio, sin embargo, sigue ahí. Lleva años y años en ese mismo lugar, a la intemperie, y parece indestructible. Por su actitud, no muestra más preocupación de la habitual.
Tal vez porque esa regla básica de la distancia social para evitar el contagio la cumple desde hace tiempo a rajatabla y sin pretenderlo: nadie se le acerca. Que lo esquiven es la constante de su existencia diaria, asegura el Times.
Lastimoso es que en el país que se precia de ser la mayor economía mundial, por ejemplo, en 2016 el 21.2 por ciento de todos los niños (15.3 millones) vivían en la pobreza, es decir, uno de cada cinco, según el sitio de la organización PovertyUSA.org, y muchos de ellos también pudieran engrosar junto a sus padres el ejército de personas sin hogar, un mal endémico en Estados Unidos.
En 2014, el National Center on Family Homelessness (Centro Nacional de Familias Sin Hogar) encontró que, a nivel nacional, 2.5 millones de niños vivían en la calle a lo largo de un año.
Recientemente, autoridades del gobierno de California, citadas por el diario Los Ángeles Times, lamentaban que algunas ciudades bloqueaban sus esfuerzos para proteger a las personas sin hogar del coronavirus, según dijo el Gobernador Gavin Newsom, quien tiene las riendas del estado más poblado de la nación y que muchos analistas consideran entre las primeras economías del mundo.
Indicó el político que los esfuerzos por trasladar a las personas sin hogar a habitaciones de hoteles y moteles para protegerlas del coronavirus sacó miles de personas de las calles, pero los defensores dicen que el programa ha sido lento y desigual en algunas zonas, obstaculizado por la burocracia y la oposición local.
El objetivo original del proyecto del gobernador era asegurar 15 mil habitaciones en toda California para que las personas sin hogar pudieran protegerse de condiciones como las que se dan en la calle y en refugios atestados, donde el coronavirus puede propagarse.
Elizabeth A. Mitchell, abogada de la Alianza de Los Ángeles para los Derechos Humanos, estimó sin embargo que el esfuerzo avanza demasiado lentamente, por lo que en abril demandó a los funcionarios de la ciudad y el condado de Los Ángeles para forzar la acción.
En la actualidad California tiene la mayor población de personas sin hogar de cualquier estado del país, con unas 108 mil personas viviendo en la calle o en vehículos.
A los funcionarios de Salud Pública les preocupa que las personas que viven en campamentos abarrotados de gente sin hogar sean particularmente susceptibles a la propagación del virus, indicó en sus valoraciones el diario Los Angeles Times.
Las cifras agregan mayor dramatismo al problema de los llamados homeless, pues, por ejemplo, el condado de Los Ángeles tiene alrededor de 60 mil personas sin hogar, incluyendo unos 36 mil que viven en la ciudad de Los Ángeles.
«Los californianos sin hogar son increíblemente vulnerables a la Covid-19 y a menudo no tienen opción de autoaislamiento o distancia social», dijo Newsom cuando habló de los esfuerzos del gobierno local para ayudar a los más olvidados.
Por otra parte, en estos tiempos de pandemia al «ayudar a los individuos sin hogar más vulnerables a salir de la calle y a aislarse, California puede frenar la propagación de la Covid-19 a través de las poblaciones sin hogar, reducir el número de personas infectadas y proteger los recursos sanitarios críticos», apuntó Newsom al hablar de los programas de su administración.
Lo que sucede en Nueva York y California es apenas la punta del iceberg, pues en casi todos los estados y en las mayores ciudades del país los sin hogar son un problema que pudiera incrementarse notablemente.
Sin un refugio estable todo lo demás se puede desmoronar, es una advertencia que debe calar en políticos y organizaciones humanitarias que están obligadas a evitar males mayores y sobre todo más muertes.
· De Prensa Latina