Un fondo denominado 100 años de Mario Benedetti fue creado en apoyo a los escritores afectados por el coronavirus Covid 19 y que al mismo tiempo rinde homenaje al escritor uruguayo.
La información publicada por Prensa Latina en México, fue dada a conocer por el corresponsal en Uruguay, Hugo Rius, las cuales motivaron a su colega Luis Manuel Arce para escribir el siguiente artículo:
Con satisfacción leo la crónica del colega Hugo Rius, corresponsal de Prensa Latina en Uruguay, en la que informa de la creación del fondo 100 años de Mario Benedetti, en apoyo a escritores afectados por la epidemia Covid-19.
Nada mejor para rendir homenaje a su memoria y a sus valores humanos tan reconocidos por la generación a la que pertenece. A Mario lo conocí gracias a Prensa Latina cuando me nombró corresponsal en Uruguay en 1988, apenas unos meses después de su regreso del exilio político a finales de 1987.
Debo a Eduardo Galeano, entonces colaborador asiduo de nuestra agencia, y Ángel V. Ruocco, el corresponsal a quien relevé, mi entonces cercanía al poeta.
Tuve el enorme privilegio de asistir a sus tertulias del semanario Brecha con renombrados maestros del periodismo extasiados al escuchar anécdotas y anuncios o adelantos de nuevas obras de Mario.
Compartían las amenas charlas Carlos María Gutiérrez, fundador de PL y su corresponsal en Buenos Aires en época de Jorge Ricardo Masetti, el propio Galeano, Hugo Alfaro, fundador de Brecha, Oscar Bruschera, Guillermo Chifflet, Ernesto González Bermejo, también colaborador de PL, Carlos Núñez, Héctor Rodríguez, José Wainer, Guillermo Waksman, Coriún Aharonian y Gabriel Peluffo.
Samuel Blixen, excelente periodista, iniciaba sus pininos después de su prisión por asuntos políticos, y Ruocco preparaba su viaje a Italia, cuna de sus ancestros, mientras la ultraderecha se mantenía a flote con Jorge María Sanguinetti de presidente, artífice de la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, que consagra la impunidad de los crímenes de la dictadura militar y de Juan María Bordaberry.
A iniciativas de Ruocco, solíamos reunirnos en el restaurante La Pasiva, frente a la Ciudad Vieja y el Monumento a Artigas, muchas veces con la presencia de Líber Seregni, presidente y fundador del Frente Amplio, o en el Mercado del Puerto a comer el mejor asado del mundo y tomar un medio y medio, mezcla de vino blanco con uno espumoso.
Eran momentos de trascendencia en la historia política de Uruguay porque Mario y Galeano, junto a personalidades como Jorge Onetti, eran figuras públicas clave en el apoyo a Seregni en la intensa campaña de un referendo nacional revocatorio de la infame ley de impunidad, como se le conocía a la de caducidad.
Entonces el comandante en jefe del ejército era el general Hugo Medina, el rescoldo más ardiente de la dictadura militar a quien Sanguinetti no le hacía frente por temor a quemarse.
Finalmente, la izquierda perdió la batalla tras una de las más hermosas campañas políticas que recuerde la historia moderna de Uruguay, pero esa cruzada sirvió para concretar futuras alianzas que dieron su fruto en las elecciones de 2004 con la victoria electoral del Frente Amplio.
Algunas veces nos reuníamos en la propia casa de Mario en el barrio Centro, y era una verdadera odisea lograr asiento o ver su cara detrás del escritorio, por las pilas de libros que ocupaban toda su superficie, y las que había en todo el recinto, en algunas partes como columnas porque nacían desde el piso y llegaban casi al techo.
Allí su asma lo maltrataba más, como le decía su esposa Luz antes de que el alzheimer la separara mentalmente de Mario por primera y única vez en 60 años de unión, y no se diera cuenta de cómo él sufría su enfermedad.
En el año 1990 me trasladaron para la corresponsalía de Perú y no lo volví a ver jamás, tampoco a Galeano que aun seguía escribiendo para Prensa Latina, y mis demás amigos uruguayos de Brecha, La Hora, del partido Comunista, y la República, del director Fasano, pero les seguía la pista.
Sabía que Mario no estaba bien y ya no funcionaba su decisión de huirle al frío húmedo montevideano pasando largas temporadas en su apartamento del barrio Prosperidad en Madrid, con intención de beneficiarse de un clima más seco y benévolo con su asma.
Pero al menos tuvo la satisfacción de ver un gobierno del Frente Amplio y morir en su primer mandato bajo el presidente Tabaré Vázquez, el 17 de mayo de 2009, a los 88 años de edad, en uno de sus tantos ataques de asma.
A la distancia de cien años de su nacimiento el 14 de septiembre de 1920 en Paso de los Toros, Tacuarembó, damos gracias por el fuego de amor que incendió las letras latinoamericanas y que hoy se aviva con un Benedetti solidario y comprometido en tiempos de Coronavirus, como bien titulara su crónica nuestro colega Hugo Rius.