Por Ivette Fernández *
Uno de los saldos más dolorosos del paso de la pandemia de la Covid-19 por el mundo, además del número de fallecidos y convalecientes, es sin duda el que dejará sobre la masa trabajadora.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la epidemia provocará que al menos 305 millones de personas pierdan sus empleos a tiempo completos, como consecuencia de las medidas implementadas en la mayoría de los países para detener el avance del nuevo coronavirus.
Debido a la contracción de la actividad económica, causada por los estragos que provocó la disminución tanto de la oferta como de la demanda en buena parte del mundo, muchos menos brazos serán requeridos en casi todos los sectores productivos.
En un estudio previo, la OIT consideró que los sectores más expuestos al riesgo incluyen los servicios de hospedaje y restauración, la manufactura, el comercio minorista y las actividades empresariales y administrativas.
A finales de abril, el organismo determinó además que «la caída constante de las horas de trabajo a nivel mundial significa que mil 600 millones de trabajadores de la economía informal, casi la mitad de la población activa mundial, corre peligro inminente de ver desaparecer sus fuentes de sustento».
De esta manera, a nivel mundial, el primer mes de la crisis se habría cobrado un 60 por ciento de los ingresos de los trabajadores informales lo que se traduce en una caída del 81 por ciento en África y América, del 21,6 por ciento en Asia y el Pacífico, y del 70 por ciento en Europa y Asia Central.
En todo el mundo, alertó también, más de 436 millones de empresas afrontan el grave riesgo de interrupción de la actividad.
La OIT detalló que estas entidades pertenecen a los sectores de la economía más afectados, incluidas unas 232 millones pertenecientes al comercio mayorista y minorista, 111 millones, a las manufacturas, 51 millones, a los servicio de alojamiento y servicio de comida, y 42 millones al sector inmobiliario y otras actividades comerciales.
El organismo internacional advirtió igualmente que, al cierre de mayo, más de uno de cada seis jóvenes estará desempleado desde el inicio de la pandemia de la Covid-19.
Asimismo, reveló, el aumento sustancial y rápido del desempleo juvenil desde febrero afecta más a las mujeres que a los hombres.
«La pandemia está causando un triple shock en los jóvenes. No solo está destruyendo su empleo, sino que también está interrumpiendo la educación y la capacitación, y colocando obstáculos importantes en el camino de aquellos que buscan ingresar al mercado laboral o moverse entre empleos», esclareció el análisis.
Por su parte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), determinó que la Covid-19 dejará 11,5 millones de desempleados en América Latina en 2020.
Asimismo, sostuvo que las medidas de confinamiento provocarán una pérdida de alrededor del 10,3 por ciento de las horas de trabajo en el segundo trimestre de este año, lo que equivale a 31 millones de empleos a tiempo completo, si se supone una jornada de 40 horas semanales.
«La llegada de la Covid-19 a los países de América Latina ha redundado en una paralización de la actividad económica, planteando desafíos referentes tanto a la contención de la pandemia como al inicio de una fase de reapertura económica escalonada», reconoció.
No por gusto instó la OIT a adoptar medidas urgentes, específicas y flexibles para ayudar a los trabajadores y las empresas, en particular, a las empresas más pequeñas, los trabajadores de la economía informal y demás personas en situación de vulnerabilidad.
Su director general, Guy Ryder, lo resumió en una frase tan escalofriante como verdadera cuando dijo que para millones de trabajadores, la ausencia de ingresos equivale a ausencia de alimentos, de seguridad y de futuro, y que millones de empresas en el mundo están al borde del colapso pues arecen de ahorros y de acceso al crédito.
«Estos son los verdaderos rostros del mundo del trabajo. Si no se les ayuda ahora, sencillamente desaparecerán», auguró.
* De Prensa Latina