Por Armando Reyes *
Hay indicios de que Arabia Saudita impulsará una carrera armamentista en Medio Oriente, en el peor momento de la región en lucha con las devastadoras consecuencias económicas de la Covid-19 y el descalabro de los precios del petróleo.
El país árabe, principal cliente de Estados Unidos, al frente de una coalición internacional del conflicto en Yemen, triplicó la compra de material militar durante los últimos cinco años hasta acaparar el 12 por ciento de las adquisiciones globales.
Los datos, recogidos en un informe del Instituto de Investigación para la Paz Internacional de Estocolmo (Sipri), revelan que Medio Oriente es la única región donde creció la importación de armas en cinco años, con una subida de 87 puntos porcentuales.
Arabia Saudita aspira a expandir la capacidad bélica en su rivalidad con Irán por la hegemonía del Levante y convertirse en un actor geopolítico de primer orden, según Pieter Wezeman, coautor del informe e investigador del Sipri.
Con 32 millones de habitantes (0,4 por ciento de la población mundial), el reino recibió casi la octava parte de las importaciones mundiales de armamento en el último lustro, muy por encima del anterior pico registrado a mediados de los 90, indicó.
La retirada de sistemas antiaéreos estadounidenses Patriot y una llamada telefónica del presidente Donald Trump al príncipe heredero Mohammad bin Salman, espolearon aún más a Riad en la carrera por las armas, al comprender que no puede confiar del todo en Estados Unidos.
Trump advirtió a MBS, como lo llaman, que si no reducía la extracción petrolera saudita, el Pentágono levantaría su protección militar al reino.
Los sistemas antimisiles llegaron el año pasado al mayor exportador mundial de crudo con la función de reforzar la defensa a raíz de ataques contra instalaciones de la compañía Aramco, la mayor petrolífera del planeta, y contra barcos en las costas de Emiratos Árabes Unidos.
La retirada de los Patriot se registró poco después del lanzamiento del primer satélite de Irán, que lo catapultó a un grupo élite de una docena de países capaces de lanzar orbitales y confirmó las potencialidades de ese país, pese al castigo económico de la Casa Blanca.
El satélite prestará asistencia estratégica a las fuerzas armadas en misiones de identificación, comunicación y navegación, apuntó el general iraní Ali Jafarabadi, comandante de la división espacial del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica. Estados Unidos e Israel temen que el satélite iraní mejore la precisión de los misiles, un pilar en la estrategia disuasiva y de defensa de la nación de los persas.
La advertencia sobre el inicio de una carrera armamentista fue evidente en declaraciones de MBS; «si Irán desarrolla una bomba nuclear, haremos lo mismo tan pronto como sea posible y como sea posible», dijo.
Un informe de la Oficina de Responsabilidad del Gobierno de los Estados Unidos resaltó el estancamiento en que se hallan las conversaciones con el reino para crear un programa nuclear civil.
Esas negociaciones no avanzan más por la renuencia de Arabia Saudita a aceptar restricciones de enriquecimiento y reprocesamiento de material fisionable y a firmar un protocolo adicional con la Organización Internacional de Energía Atómica que propiciaría inspecciones.
Una industria bélica es uno de los anhelos del príncipe heredero saudita dentro de su plan Visión 2030, a fin de rediseñar, racionalizar y diversificar la economía del país, centrada en el petróleo y ahora en dudas por la depresión económica mundial.
Recientemente, el reino triplicó los impuestos al valor agregado (de cinco a 15 por ciento) y canceló subsidios de apoyo a funcionarios para recortar gastos estatales.
Según Anthony Cordesman, analista militar del Golfo con sede en Washington, una industria de defensa no es la mejor manera de diversificar la economía, aunque se creen empleos e impulse el sector tecnológico.
No hay manera más efectiva de desperdiciar dinero que financiar ensamblajes de armas en un área tan exigente que no aporta nada a propósitos civiles, indicó.
Ese esfuerzo, agregó, implicaría otros problemas: hay límites en las necesidades internas sauditas y tampoco estará en condiciones de competir en el mercado internacional.
Imágenes satelitales revelaron que Arabia Saudita posee una instalación en las profundidades del desierto, diseñada para fabricar misiles balísticos capaces de lanzar ojivas nucleares a miles de kilómetros.
Se cree que está destinada a contrarrestar el muy avanzado programa de misiles balísticos de Irán.
Del mismo modo, el reino comenzará el próximo año a fabricar drones militares, los cuales coincidirían con los vehículos aéreos no tripulados (UAV, siglas en inglés) de Irán, que según los informes, llegan hasta mil 500 kilómetros de alcance.
«Medio Oriente se ha convertido en un teatro de guerra de drones», aseveró Alessandro Arduino, un investigador del Instituto de Medio Oriente de Singapur.
Con esos aparatos, añadió el experto, se ha dado paso a una nueva era de disuasión y puesto de cabeza la doctrina militar convencional.
· De Prensa Latina