Ante el recrudecimiento de la desigualdad de género con la pandemia de Covid-19, la Cepal llamó a adoptar políticas públicas urgentes integrales para una reactivación económica que garantice los derechos de las mujeres.
Desde esta capital, la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) Alicia Bárcena, hizo ese llamado al intervenir en un conversatorio virtual sobre derechos humanos de las mujeres y retos ante la pandemia, organizado por el Senado de México.
Bárcena subrayó que son necesarias políticas para garantizar la igualdad de género y los derechos de las mujeres, en especial de las jóvenes, que incluyan establecer un ingreso básico de emergencia por seis meses equivalente a una línea de pobreza y reforzar el financiamiento a servicios integrales contra la violencia de género.
También consideró importante la participación de las mujeres en sectores estratégicos de recuperación económica, como turismo y servicios, proteger a las migrantes, y apoyar a las emprendedoras de las pymes con financiamiento.
La alta funcionaria de la ONU señaló que «El impacto social de la pandemia tiene rostro de mujer», y recordó que la caída económica de la región en 2020 sumará 12 millones de personas más al desempleo y aumentará la pobreza hasta llegar a un total de 215 millones.
Cálculos de la Cepal prevén que 110 millones de mujeres en la región se encontrarían en la pobreza, más cuando el 54,3 por ciento trabajan en sectores con salarios precarios, sin empleos formales ni acceso a la protección social.
Ello se empeora porque el confinamiento por la Covid-19 propicia la violencia de género, limita el acceso de las mujeres a los servicios de salud, y profundiza la crisis de los cuidados, especialmente para las mujeres de hogares con menores ingresos, mientras persiste la discriminación salarial de género.
Bárcena señaló que «El telón de fondo de la pandemia es la cultura del privilegio, que naturaliza las desigualdades, la discriminación y aborda la equidad y no la igualdad con un enfoque asistencialista y no de empoderamiento» y por ello esta crisis debe conducir a un cambio en el modelo de desarrollo.
Añadió que se deben «desatar los cuatro nudos de la desigualdad de género» lo que supone avanzar hacia estilos de desarrollo que garanticen la igualdad de las mujeres, y pasar de una rígida división sexual del trabajo e injusta organización social del cuidado hacia la redistribución del tiempo, los trabajos y las oportunidades.
También, pasar «de patrones culturales patriarcales, discriminatorios y violentos y del predominio de la cultura del privilegio a una cultura de los derechos y la igualdad. Y pasar de la concentración del poder a la democracia paritaria».