Editorial

Es comprensible la atención que los dominicanos y las dominicanas han puesto a las acciones contra la pandemia del coronavirus en la etapa de transición del gobierno actual al que se instalará el próximo 16 de agosto, que origina comentarios y reacciones de políticos, medios de comunicación y los llamados hacedores de opinión.

Se entiende el papel que desempeñan asesores y especialistas en comunicación estratégica para ir posicionando a una gestión antes de su instalación, a los fines de que las nuevas autoridades puedan navegar en aguas tranquilas en sus inicios.

No obstante esa situación, comprensible desde esos ángulos, la sociedad no puede perder de vista la situación vivida con la pandemia ocasionada por el nuevo coronavirus (Covid-19), el cual aunque ha sido debidamente identificado, se desconoce cómo se multiplica, su tratamiento y fármaco preventivo.

Los datos de nuevos contagios y de fallecidos aumentan cada día y han llegado al nivel de la alarma, lo que motiva el que se asuma una postura responsable ante esta situación.

Cada 24 horas tenemos más personas infectadas, incluso ya contamos con amigos, relacionados, vecinos, parientes o personalidades que a diario se reportan contagiados y en algunos casos resultan incluidos en la lista de los decesos.

Como ha sido dispuesto por decreto, estamos en una situación de emergencia que debe imponer el compromiso de luchar contra el virus, unir criterios y voluntades de colaboración con las autoridades.

Independiente de su impacto económico, en principio la pandemia es una crisis sanitaria que impone el desempeño de los especialistas en salud para contener su propagación y evitar consecuencias mayores.

Por suerte la campaña electoral concluyó, lo que en principio evita la incidencia de la política en el tratamiento de tan delicado asunto, cuya existencia se puso en un momento en entredicho con la insinuación de que era un tema para atemorizar al electorado.

En realidad, con el Covid-19 están en juego la salud, la vida de millares de ciudadanos, el futuro de la economía del país y del mundo, lo que amerita que la situación se aprecie en su justa dimensión y que cada quien colabore con un correcto comportamiento y la disposición de dejarse orientar por los profesionales preparados para enfrentar enfermedades y crisis como las que abaten al país y al resto de las naciones en este momento.

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