Tal y como lo concibió el grupo de la estrategia de campaña del presidente electo, la idea de “cambio”, que llegó a sustituir al partido político que sustenta la candidatura, prendió en el electorado, creando ahora, luego de pasadas las elecciones, una gran expectativa en la población que llega al grado de la ilusión.
Una mirada a los planteamientos de campaña de la candidatura que el pueblo compró, gracias a la magia de mercadólogos y especialistas en imagen, dice muy poco de ese cambio publicitado hasta el cansancio.
Una consigna de campaña proveniente del laboratorio de expertos en la forma, pero carente de fondo, que es hacia donde conduce el análisis para determinar, en definitiva, qué es lo que se va a cambiar.
Los beneficiados con las designaciones mediante mensajes por twitter del presidente electo no garantizan lo que con tanta profusión se vendió. Tendremos un gabinete que responde a la oligarquía y a los intereses de los poderes fácticos del país.
¿Adoptarán estos nuevos funcionarios decisiones que afecten sus propios intereses? ¿Orientarán políticas económicas para favorecer a los pobres?
Las respuestas a esas preguntas están por verse.
Mientras tanto, en breve se descubrirá a quiénes transportó el barco con una bandera que no parece ser dominicana por las señales que diera el señalado para ocupar el ministerio de Relaciones Exteriores.
La diversidad de voceros en la transición permite prever un panorama oscuro y recordar otras gestiones de Gobierno infelizmente recordadas en las que también se vendió el cambio como consigna, pero terminaron en fiascos inolvidables.
El cambio se promovió en 1982 y el país terminó literalmente hipotecado, lo que obligó al pueblo a lanzarse a las calles en 1984 en aquel fenómeno que el profesor Juan Bosch llamó la poblada de abril.
También se prometió un cambio en el año 2000 y fue el periodo de la quiebra de los bancos y del mayor nivel inflacionario, que transformó a los supermercados en casa del terror y a los lugares de expendio en general en museos, porque solo se iba a mirar.
El planteamiento a través de diferentes voceros de una pronta reforma de la Constitución parece ser la primera decisión para iniciar el promocionado cambio.
Por experiencia histórica en República Dominicana y el exterior, una reforma de la Constitución requiere de tiempo. Las reformas que se han ejecutado de forma acelerada obedecen a propósitos muy distantes del interés nacional.
No parece que este sea el momento para hablar de una reforma constitucional, tanto por la composición del nuevo Congreso como porque estamos inmersos en una crisis de múltiples dimensiones.
Teniendo una clara visión política, priorizando a la gente, en procura de una sociedad más justa, donde la pobreza tenía nombre, en los últimos ocho años se dio impulso a políticas que resultaron verdaderamente transformadoras.
Con responsabilidad y transparencia se logró transformar el sistema educativo, partiendo del cumplimiento del compromiso asumido de la inversión de recursos equivalentes al 4% del producto interno bruto (PIB) en la formación preuniversitaria de las niños, niños y adolescentes.
En salud, entre otros aspectos, se ejecutó la mayor reforma de infraestructura hospitalaria de la historia dominicana, con el fin de garantizar el acceso a servicios sanitarios de calidad para todos, sin distinción de clase social o lugar de residencia.
Se avanzó y trabajó la institucionalidad, transparencia y combate a la corrupción.
Las Visitas Sorpresa, con la que se logró ir en auxilio de las familias campesinas, dieron un impulso jamás visto a la agropecuaria nacional, como se hizo con las facilidades crediticias y la entrega de títulos de propiedad.
El año pasado la economía dominicana continuó transitando el camino del crecimiento económico con estabilidad de precios, alcanzando una expansión del 5.1 %, el crecimiento más alto de América Latina y el Caribe, región que promedió 0.1 %. En los últimos 7 años, la República Dominicana ha crecido en promedio 6.0 % anual.
En este crecimiento jugó un rol de primer orden el sector privado, reflejado en la inversión y el consumo del sector, que lo reconoce el Gobierno y lleva a los líderes empresariales a visitar al Presidente Danilo Medina, a quien agradecieron por el clima de inversiones, las políticas públicas aplicadas y las iniciativas de alianza público-privadas que llevaron prosperidad y empleos a las empresas y ayudaron a construir juntos un mejor país.
La sociedad compró el cambio que vendió el equipo ganador de las elecciones, que ha traído expectativas e ilusiones en una población que en los últimos ocho años se transformó totalmente, lo que lleva a preguntar qué es lo que será cambiado, porque se esperan acciones reales, no cosméticas o de circo, que efectivamente superen la impronta de una gestión que es un orgullo para el Partido de la Liberación Dominicana, soporte de uno de los mejores gobiernos que han tenido el país y la región.