Dos años de guerra comercial con Estados Unidos y una previsible crisis mundial por la pandemia de Covid-19 incentivaron a China para reajustar su política económica y buscar el crecimiento, pero más dependiente de los negocios domésticos.
La segunda potencia del planeta apuesta ahora por la llamada ‘circulación dual’, una estrategia que concede mayor relevancia al desarrollo del mercado interno y también a las alianzas con países y regiones amigas.
El concepto es tema recurrente en comentarios de la prensa nacional y extranjera, porque podría ser la esencia del plan económico 2021-25 que conformará el Partido Comunista de China en octubre.
La idea es lograr en el próximo quinquenio el liderazgo en la innovación de productos y servicios de alta tecnología, formar talentos, y cimentar el dinamismo de las empresas en la disponibilidad de la fuerza laboral y capacidad de consumo nacional.
Según los entendidos, esa táctica al mismo tiempo le valdría al país para convertirse en centro de referencia mundial en lo económico y tecnológico, con ventajas sobre competidores internacionales.
Pero no significaría abandonar los negocios con foráneos, y más bien se espera continuar la apertura sin discriminación a empresas de aquellas naciones y zonas unidas a China mediante el proyecto de la Franja y la Ruta.
Varios análisis aseguran que así Beijing se anticipa al impacto del descenso de la actividad comercial externa y también del desacoplamiento económico que promueve Estados Unidos, cuyo gobierno se muestra más agresivo en el afán de cortar cuatro décadas de intercambios bilaterales.
Pero como todo lo nuevo, el patrón de doble circulación genera inquietud -principalmente entre los inversionistas- sobre el futuro rol de China en la economía global y no faltan las voces que incluso ven la estrategia como un espejo de ‘Estados Unidos Primero’, del presidente Donald Trump.
En ese contexto, muchos llaman la atención sobre las recientes limitaciones a la exportación de 23 sistemas de alta tecnología inventados aquí, pues en lo adelante las empresas con interés de transferirlos al extranjero deberán obtener un permiso del Gobierno.
Otros análisis se centran en el mecanismo para sancionar empresas e individuos extranjeros considerados no fiables por incurrir en actos que socaven los intereses de soberanía, seguridad y desarrollo del país.
Por esa vía China castigará con multas, restricciones o prohibiciones comerciales a aquellos que violen los principios del mercado al ‘cortar las transacciones normales con compañías, organizaciones y ciudadanos chinos’.
Pero según afirma el Gobierno, la doble circulación es una versión de la política de reforma y apertura lanzada en 1979, que permitió al país posicionarse como la segunda potencia del orbe.
El propio presidente Xi Jinping afirmó que China no buscará el desarrollo a puertas cerradas y sí creará más espacio para la recuperación económica global.
‘Por el contrario, tenemos el objetivo de impulsar, con el tiempo, un nuevo paradigma de desarrollo en el que la circulación doméstica es el pilar y las circulaciones doméstica e internacional se refuerzan mutuamente’, dijo ante una videoconferencia de la ONU.
Consciente de los retos en una transición hacia el mercado interno, el país se propone incentivar a los privados con menos tarifas, políticas fiscales activas y la simplificación de servicios administrativos en línea como los registros de marcas, aprobación de licencias de negocios, solicitud de patentes y la acreditación.
Facilitará aún más el comercio transfronterizo, la inversión mediante más cambios de divisas, la interconexión de mercados financieros, y flexibilizaciones en la entrega y pago de créditos, bonos y préstamos al empresariado.
Entre otros aspectos, se pondrá énfasis en la estabilización del empleo, de los precios y las necesidades básicas de las zonas empobrecidas.