El fiscal jefe de Suecia, Lennart Gune, rechazó hoy reabrir la investigación sobre el asesinato del exprimer ministro Olof Palme, acción que trascendió como uno de los crímenes más sombríos de la historia política de esta nación.
Gune manifestó a través de un comunicado que estudió «varios recursos presentados contra la decisión» (…) y llegó a la conclusión de que «no hay razones para retomar las indagaciones» sobre un crimen que pasará a la historia sin un final concluyente.
Las pesquisas fueron suspendidas en junio pasado tras declaraciones del fiscal a cargo, Krister Petersson, quien expresó que la investigación llegó tan lejos como podía durante los 34 años que duró.
Stefan Lofven, actual primer ministro y militante del partido socialdemócrata al que pertenecía Palmer, calificó esa decisión como «lo más cercano a la verdad a lo que se podía llegar» y rechazó la creación de una nueva comisión de investigación.
Mientras el sucesor del extinto jefe de Gobierno, Ingvar Carlsson, abogó por una explicación «creíble», opinión compartida por los tres hijos de Palmer.
Otras figuras de la misma formación política del fallecido jefe de gobierno como la exministra Anna Greta Leijon o la expresidenta del partido Mona Sahlin se mostraron desencantados, mientras varios de los principales juristas suecos, como Peter Althin o Johan Eriksson, hablaron de «gran decepción».
Palme fue un gran orador; en su discurso criticó la guerra de Estados Unidos en Vietnam y apoyó a los gobiernos de Cuba y Nicaragua en su lucha en favor de los pobres y por instaurar regímenes progresistas.
Luego de 34 años la Fiscalía cierra una investigación que según analistas tuvo un terrible impacto en el país.
Para algunos historiadores Palme es una figura cimera dentro del entorno político progresista en Europa.
Su accionar y discurso marcaron una época y su asesinato provocó una gran conmoción política en el llamado viejo continente.