Por: Pierre Lebret *
El plebiscito fue un símbolo, respaldado por un pueblo que hizo vibrar al mundo entero al permanecer movilizado durante más de un año contra viento y marea. Frente a un gobierno desconectado de su pueblo haciendo resurgir los momentos más oscuros de la historia de Chile.
Un movimiento que floreció en primavera, maduró en verano y no se debilitó a pesar de la pandemia.
El 25 de octubre de 2020 quedará en la memoria colectiva como el día en el cual millones de mujeres y hombres tomaron el control de su destino en Chile.
Fue también un homenaje a los desaparecidos de la dictadura, a los caídos, heridos del ayer y de hoy.
La cristalización de este levantamiento fue también el resultado de la conjunción de muchas revueltas, las de los estudiantes de 2006 y 2011, las del derecho a la salud, las de los pueblos indígenas.
Este voto histórico, este ‘Apruebo’ con más 78 por ciento de los votos válidos, es un repudio perentorio contra un modelo decadente , fuente de todas las desigualdades sufridas por el pueblo chileno.
Es el deseo de sepultar los enclaves autoritarios impuestos por Augusto Pinochet que estructuraron la vida política, institucional, económica y social durante 47 años.
El referendo es, por tanto, un primer paso, un gran salto. Luego vendrá la elección de quienes redactarán esta nueva constitución, a través del aclamado mecanismo de la Convención Constitucional, que será paritaria, áuna primicia mundial!
A pesar de la crisis sanitaria y las acciones represivas , la democracia está floreciendo. Después de Bolivia y Chile.
Es obvio que América Latina se encuentra en un punto de inflexión estratégico de su historia, para la democracia, los derechos humanos y la justicia social.
La gente ya no quiere volver atrás, ya no quiere los años oscuros. En estas horas de esperanza, es el momento de retomar este canto universal de Víctor Jara, ‘por el derecho de vivir en paz…’.
* Prensa Latina