Cada día que pasa la gente pierde las esperanzas y disminuyen sus expectativas creadas en el calor de la campaña del pasado proceso electoral por el actual presidente de la Republica. Ese nivel acentuado de desilusión por parte de la población crece y avanza sin retroceso cada vez que un dominicano o dominicana va o se asoma a un colmado, mercado, supermercado, agroveterianaria, farmacia, ferretería o carnicería y constata los precios de los productos que disponen dichos locales comerciales donde se evidencia que han experimentado alzas que van desde un 50% hasta un 250%, esto acontece paralelamente con los desproporcionados aumentos en las estaciones de combustible donde se comercializa el gas propano, el gasoil y la gasolina, productos que han elevado drásticamente y han ocasionado terror y miedo a la clase productiva de nuestra nación. Hoy, llenar el tanque de combustible de cualquier vehículo puede costar poco más de la mitad del salario mínimo establecido en nuestro País.
Todo eso pasa ante un panorama incierto, oscuro y confuso económicamente fruto de los saltos y zigzagueos que da el presidente sin que el gobierno despierte, postergue su actitud indiferente y asuma con responsabilidad acciones que sirvan para mitigar o disuadir los inevitables impactos económicos negativos que se generan y que se le cargan a las familias dominicanas aquellas tediosas cargas impositivas creando situaciones económicas complicadas que disminuyen en gran medida la calidad de vida de nuestra gente.
Es por tal motivo que hago un llamado al actual presidente para que honre su palabra y asuma con responsabilidad los compromisos contraídos con el pueblo en la pasada campaña electoral donde anunció entre otras cosas un programa para ayudar con RD$10,000 a estudiantes universitarios, pasajes gratis a estudiantes, un programa para colaborar con RD$10,000 a madres solteras, un aumento mínimo de US$500 dólares a policías, la disminución del 30% de la canasta familiar, revisión y eliminación de impuesto a la ley de hidrocarburos y duplicar la asignación a la tarjeta de solidaridad.
Señor presidente, en nuestros barrios y comunidades no queremos escuchar sus prolongadas justificaciones, más bien queremos ver acciones que mejoren el acceso para adquirir productos.
