Editorial

En esta semana la asociación que agrupa a los propietarios de diarios del continente americano, la llamada SIP (Sociedad Interamericana de Prensa), celebrará su reunión semestral teniendo de marco de referencia la denuncia de que el panorama de la libertad de prensa en América Latina no ha hecho más que empeorar, con una «agudización de la represión» del periodismo independiente y la «violencia» contra los periodistas.

La situación de la libertad de prensa en la región no ha hecho más que agravarse, con una serie de rasgos dominantes en recientes años como la «violencia contra los medios y el asesinato y encarcelamiento de periodistas».

República Dominicana fue escenario de un hecho violento contra comunicadores y medios de comunicación, con el maltrato dado en el incidente acaecido en el centro de retención de vehículos, conocido como El Canódromo, en el que se violentaron los derechos que la Constitución de la República otorga a la figura conocida como el Defensor del Pueblo.

Periodistas, fotógrafos y camarógrafos fueron agredidos en pleno ejercicio de sus funciones por agentes de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESSET), sus medios de trabajo, cámaras fotográficas y de videos incautadas, al igual que teléfonos celulares y las memorias digitales, que guardan las grabaciones, un ejercicio de censura, que constituye una flagrante violación a la libertad de expresión.

Las asociaciones de periodistas, reporteros gráficos, el colegio de los comunicadores, la llamada sociedad civil, los medios de comunicación y el Partido de la Liberación Dominicana, mediante sus congresistas, condenaron la acción contra la representación de los medios de comunicación.

A la condena sumamos en esta línea, que refleja la opinión oficial de un medio periodístico que avanza hacia su quincuagésimo año, la manipulación oficial al trabajo periodístico afectado por falsos contenidos creados con la intención de engañar y la autocensura comprada con canonjías y prebendas.

La desinformación, el engaño es la tónica dominante desde el oficialismo, solo con el propósito de disfrazar el notorio desengaño de una ciudadanía que compró un cambio que ha resultado un fiasco.

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