La vida en nuestro planeta está integrada por cuatro elementos esenciales: (tierra, agua, fuego y aire), el aprovechamiento racional y equitativo por la raza humana de dichos elementos determina la paz y la armonía entre los hombres y mujeres que lo habitamos.
Lamentablemente, la equidad y el respeto al derecho ajeno han brillado por su ausencia; de ahí las desavenencias, conflictos y guerras en que ha vivido la humanidad desde su origen. El elemento tierra ocupa aproximadamente el 30 por ciento del planeta; los océanos, mares y ríos integran el 70 por ciento restante. El agua fresca y potable (imprescindible para la vida), es menos del 3 por ciento; esa desproporción ha estado agudizándose progresivamente, debido al uso y abuso que hacemos del preciado líquido. Además, hay que agregar la desforestación, la desembocadura de ríos en mares y océanos, el calentamiento global, la producción de gases invernadero y otras agresiones perpetradas por el hombre al ecosistema.
La presión demográfica es galopante, por lo que, el acceso al agua potable es cada vez más difícil y costoso; esa realidad amenaza el clima de paz y armonía que debería imperar en el planeta. Los países “poderosos” acaparan por cualquier vía, las fuentes y/o yacimientos del líquido vital, y promueven la privatización de este. Ya las guerras por su administración y control están en el ambiente.
En cuanto a los elementos: tierra, fuego y aire, el drama es desolador. La tierra, como bien sabemos, no crece en su extensión; las poblaciones aumentan de manera exponencial, esa desigualdad genera hacinamiento, injusticia y privilegios que, como siempre perjudican a los menos pudientes y favorecen a los poderosos. El fuego, para su aprovechamiento primario (cocer los alimentos y protegerse del frio), se producía a partir frotar dos minerales (piedras, hierro, etc.), luego, a partir del carbón mineral, y el carbón vegetal, esos procesos lo transforman en energía, cuyo costo se aleja cada vez más del alcance de la gran masa pobre. El aire, aun podemos respirarlo gratis, pero… ¡cuanto lo hemos contaminado!
Recordemos que somos parte del planeta…, ¡cuidémoslo!