Euclides Gutiérrez

Los acontecimientos que están sucediendo de manera permanente, desde el Magnicidio que se produjo en Haití el año pasado, cuando dieron muerte al que desempeñaba funciones de Presidente, Jovenel Moise, 7 julio 2021, hacen más profundas las preocupaciones de los dominicanos por lo que pueda suceder, al parecer indetenible, en ese Conglomerado Humano, como lo llamó correctamente Juan Bosch.
Vamos a citar números y hechos: Organismos Internacionales entre los cuales el más importante es la Organización de las Naciones Unidas, (ONU), recogen lo que ha ocurrido a partir del 24 de abril del corriente año, cuando se desencadenó una guerra entre las pandillas o Bandas de Criminales que se enfrentan en territorio haitiano; estos enfrentamiento han causado la muerte de 188 personas, entre ellos 92 civiles y 96 miembros de esas bandas, a los que se suma 12 personas desaparecidas; 113 resultaron heridas y 49 han sido secuestradas, en estas tres semanas según el balance más reciente de la (ONU).
Miles de personas se han visto obligadas a huir o abandonar sus hogares y buscar refugio en otras poblaciones y a pernoctar en las escuelas o duermen en las calles, sin que las autoridades puedan poner fin a esta situación. Eso ocurre en Haití. En la República Dominicana, Estado republicano, fundado el 27 de febrero 1844, por Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, quienes organizaron un movimiento de carácter patriótico nacional y rompieron desde aquel entonces, la dependencia que teníamos luego de 22 años de ocupación del territorio de la parte oriental de la isla de Santo Domingo.
Hace pocos días, dos días o tres antes de que escribiéramos esta columna, las autoridades dominicanas de Migración arrestaron 350 o más de indocumentados haitianos que se habían establecido sin documentos de ningún género de representación o de propiedad en la ciudad Juan Bosch, ubicada en la parte oriental de Santo Domingo.
Esos haitiano habían agredido con piedras, botellas y disparos de armas de fuego, a las autoridades de Migración que se habían presentado allí, para identificar quienes eran los haitianos que estaban ocupando un alto número de viviendas de esa urbanización. Para poder dominar la rebelión de los ilegales haitianos, tuvieron que recurrir los dominicanos a la protección y defensa de Unidades de Acción Rápida de la Policía Nacional y de miembros de las Fuerzas Armadas, realizando un operativo sorpresivo, con la eficiencia, firmeza y dignidad de los dominicanos. La mejor respuesta a este comportamiento peligroso, irrespetuoso y criminal de los haitianos, es el que vamos a copiar a continuación:
“¡Alto al Bandolerismo Haitiano! Que se vayan para Haití a trabajar y sacar a su país del atolladero y que aquí no vuelvan a replicar sus malas conductas, sus intolerables rebeldías y descaros frente a las reglas de la convivencia social dominicana, que ya exasperan y enfurecen a una buena parte de la sociedad. No obstante de que están indocumentados en el país, no hacen honor a la política de acogida que ha permitido que, sin poseer documentos de identidad o de ingreso al territorio, trabajen y se beneficien de las ventajas de vivir en una sociedad más organizada que la suya, o de recibir atenciones médicas gratuitas y acceso a la educación formal”. Listín Diario, Editorial, viernes 20 de mayo 2022