La sociedad está perturbada con la escalada de sucesos violentos con saldos siempre lamentables de muertos, heridos, crímenes por encargo, robos, atracos, emboscadas y nuevas expresiones delictivas.
No bien el país vio con estupor cómo se desvalijaba un camión de transporte de valores, se estremece con el violento suceso en el que una yipeta es perforada a balazos de armas automáticas y de alto calibre y sus ocupantes acribillados, y quien menos daño recibió, resultó herido.
Apenas se conocía este último hecho cuando se reportaba el asalto en un autobús de transporte público y se informaba de otros hechos de sangre, con una altísima cuantificación de víctimas en los medios de comunicación.
Ante esta situación la gente espera respuestas, respuestas que no acaban de llegar. En cambio, lo que reciben son explicaciones baladíes como la de que los hechos delictivos se explican por el restablecimiento de las actividades y el crecimiento económico. Una burla, como la solicitud que se hace a la población de que tenga paciencia. Explicaciones que no hacen otra cosa que exacerbar los ánimos y generar rabia e impotencia.
En las noticias que trascienden a los medios de comunicación y en las que se quedan en los núcleos familiares o sociales es notorio el aumento de la criminalidad.
Atracos, raterismo, robo con escalamiento, persecuciones a indefensos ciudadanos y ciudadanas se han convertido en el diario vivir en las ciudades, campos y carreteras.
En los dos años del nuevo gobierno las cifras oficiales reportan un 22 % más de homicidios, si se compara con el 2020 y de 14.2% en comparación con el 2019.
El revelador dato lo dio a conocer el ex Presidente Danilo Medina el pasado domingo, quien expuso el testimonio de que en los últimos años de su Gobierno la seguridad iba mejorando de manera consistente, aunque fuera poco a poco. Las cifras de delitos y de homicidios descendían año tras año. También los robos y asaltos bajaron. Se avanzaba de manera sistemática en la dirección correcta.
Pero ahora todo se ha descompuesto. El gobierno por revanchismo, improvisación e incompetencia ha descuidado y descontinuado los avances del pasado. Están dejando morir los servicios de asistencia. De esto hay muestras por doquier en la falta de vigilancia, deterioro del servicio 9-1-1 y la asistencia vial, en que alrededor del 50 % de las cámaras de vigilancia que se dejaron a esta Administración en operación ahora no funcionan, entre otros, para no tocar el abandono del subsidio social.
En definitiva, muy pocos han escapado de la ola de violencia y criminalidad que estremece al país, como no se había visto en décadas. Esta situación precisamente es la que ha motivado que en estos días se le enrostre al presidente Luis Abinader una promesa de campaña cuando aspiraba al cargo; al mandatario se le ha recordado el compromiso siguiente: “Nosotros vamos a disminuir la delincuencia en un 50 por ciento en los primeros dos años del Gobierno del cambio”. Se cumplen en menos de dos meses esos dos años de gobierno y la delincuencia campa por sus fueros en el país con sus trágicas consecuencias.
También en esta materia el gobierno del PRM y Luis Abinader se ha quemado, y con muy mala nota. El gobierno del autoproclamado cambio ha significado un fiasco que ya la gente empieza a identificar como un cambio en reversa.