Hablan los hechos

La tradición del hombre y la mujer de trabajo de República Dominicana de levantarse temprano para llegar puntual a sus labores cotidianas ha sido suplantada por el miedo.

Un alto porcentaje de ciudadanos y ciudadanas se persignan al salir de sus viviendas con el propósito de no tener contratiempos en el camino.

Salen temerosos, miran para todos lados y cualquier motorista que avistan a distancia, presumen que es un atracador. Sin duda alguna el pánico se ha apoderado de los ciudadanos y las ciudadanas.

Los reportajes en los periódicos y los comentarios en programas especializados así lo avalan. A diario se presentan escenas reales, como si se tratara de una película o serie de televisión.

A plena luz del día bandas motorizadas han llegado a establecimientos comerciales, entre farmacias, encañonan dependientes y compradores, sustraen dinero de la caja registradora y de las oficinas internas y en ocasiones matan al vigilante.

Estaciones de combustibles, establecimientos de comestibles, colmados, bancas de apuestas, restaurantes, sitios de diversión, ninguno se han escapado de esta vorágine.

Recientemente circuló la información de un atraco en un centro clínico privado a una paciente recién intervenida quirúrgicamente. Esto se suma a las agresiones sufridas por el personal de seguridad y facultativos en las emergencias de diferentes centros médicos.

Lo que se ha descrito avala los resultados de todas las encuestas que ubican la inseguridad ciudadana en las primeras casillas, junto a la preocupante situación económica por los altos precios de bienes y servicios.

A mediados del pasado año un movimiento cívico no partidista, afín al partido y al gobierno de turno, publicó los resultados de una investigación en la que se afirma que más del 90 por ciento de la población de 12 municipios del país expresa sentir temor a la delincuencia y al crimen.

El dato está contenido en un diagnóstico de percepción sobre violencia y la delincuencia presentado por Participación Ciudadana y Transparencia Internacional, que revela que el 94.68 % de personas encuestadas en 12 municipios del país dijeron que en alguna medida sienten miedo por la delincuencia y el crimen.

El informe destacó que ocho de cada 10 personas expresan que viven en un municipio inseguro; que 33.14 % de los consultados dice tener un poco de miedo, 30.18 % algo de miedo y 31.36 % mucho miedo a esa problemática.

El estudio también señaló que 78.8 % de la población considera la delincuencia como uno de los principales males de República Dominicana.

Sentirse seguro en los espacios públicos, la vida tranquila en urbanizaciones y barrios en armonía, se consideraban activos del dominicano, una especie de las características de identidad ciudadana.

En un tiempo breve esos rasgos característicos del dominicano o dominicana se han ido perdiendo. En lugar de tranquilidad, hay intranquilidad; en lugar de seguridad, miedo, que es la principal preocupación ciudadana, según reflejan todas las encuestas.

Se ha dicho y repetido que el problema de la “inseguridad” que vive nuestro país resulta ser un fenómeno multicausal que requiere una solución integral en el mediano y el largo plazo, pero que los actuales gobernantes prometieron fórmulas y formulitas y programas de consultores costosos en los que se decía que al año y medio todo estaría controlado. Nos aproximamos a los tres años y en lugar de aminorar, las cosas han empeorado, la desesperanza y desconfianza predominan, mientras nos atosigan con anuncios, propaganda sobre la supuesta “Vuelta al Barrio”, otros de los programas fracasados del cacareado cambio.

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