“Pero de qué apagones del Diablo me están hablando, si dejamos un país totalmente iluminado”, tronó el expresidente Danilo Medina en un encuentro con productores agrícolas de la provincia Peravia, en respuesta a las manipulaciones provenientes del gobierno, una verdadera burla al sufrimiento de la población ante la crisis que se vive por las deficiencias del servicio eléctrico.
Los años anteriores al 2020 el país disfrutaba de 24 horas continuas de suministro eléctrico, con un nivel tarifario aceptable, situación que arruinó el gobierno actual por la improvisación y carencia de planificación.
Mientras el presidente de la República acepta la ocurrencia de apagones, que los atribuye a «averías», el flamante director de Edenorte, desde una yipeta en marcha, niega su existencia, llegando a decir que los apagones eran cosa del pasado y que ocurrían en el gobierno del PLD.
Ese mismo funcionario, en un estilo cantinflesco de expresarse, presentó una culebrita de las criollas, en meses pasados, a la que responsabilizó de una prolongada tanda de apagones en la región norte.
Indignado, el expresidente Danilo Medina reaccionó ante la ocurrencia de los mortificantes apagones y el alza de la tarifa eléctrica, que tienen sin sitio a la población dominicana.
Las quejas de los usuarios eléctricos se oyen por doquier, en el transporte público, en las calles, en las oficinas, en las redes sociales, en los grupos de Whatsapp y en las filas de los clientes en las oficinas de las Empresas Distribuidoras de Electricidad (EDEs), adonde acuden para expresar su inconformidad con el servicio y a reclamar por las altas facturas.
Los reclamos de los usuarios por apagones encuentran poca acogida en las EDEs, empresas que se justifican con el tema de las averías debido a la alta demanda por consumo.
Es generalizado el grito por los apagones y el alto costo de los recibos por consumo mensual de electricidad, como se aprecia en las quejas de ciudadanas y ciudadanos, burlados con las tantas mentiras provenientes del gobierno.
Ahora semanalmente se dice que los actos delincuenciales se han reducido, falacia que es desmentida por noticias que dan cuenta de crímenes espeluznantes.
Luego de tres años del gobierno del PRM y Luis Abinader, la desesperanza y la desilusión acogotan al pueblo dominicano.
A los apagones se les suma la comida cara, que está llevando a la población a comer menos, y lo poco que se ingiere no tiene la calidad suficiente para una buena nutrición.
El dinero no circula y los gastos en bienes y servicios son cada día mayores.
La producción agropecuaria ha colapsado, así como los servicios en los que se incluye el otrora efectivo 9 1 1 y la seguridad vial.
En lugar de responder a todas estas interrogantes el presidente Abinader se despacha, atendiendo a asesoría mercadológica, tratando de imponer un debate con tinte ideológico.
Hablar de una amistad familiar con el profesor Juan Bosch debe llevar al mandatario a aterrizar sobre la calidad moral de este gran líder, que nunca se confabuló con tutumpotes y prefirió a los hijos de Machepa.
El respaldo cada día mayor de la candidatura de Abel Martínez, con la fortaleza que exhibe el Partido de la Liberación Dominicana, que ha podido resistir los vientos huracanados de la llamada judicialización de la política y los intentos de socavar las filas partidarias, presagian un retorno de la esperanza de volver a transitar la ruta del progreso, del bienestar en paz y en orden.
En el gobierno del presidente que pregona la honestidad los actos de corrupción son abundantes, así como el despilfarro del erario, infracciones que esperan la actuación del “Ministerio Publico Independiente”.
En la campaña electoral con miras a las elecciones de 2020 se vendió un tiempo de comida barata, de combustibles rebajados con formulitas y el fin de la pobreza, la inseguridad y la delincuencia, pero se ha producido lo contrario, pues el llamado cambio ha resultado un verdadero retroceso.