La lección que deja la frase que sirve de título a la presente opinión editorial se aplica al momento de angustia que se vivió con el choque de dos unidades del Metro de Santo Domingo.
La noticia de la colisión de las dos unidades del moderno medio de transporte se divulgó rápidamente por todos los medios, seguida de cerca por la reacción de la gente. Muchos ciudadanos y ciudadanas han destacado la relación de causalidad entre este inusitado accidente y la cancelación de trabajadores del Metro, muchos de los cuales recibieron entrenamiento de técnicos extranjeros. Pero se impusieron, como ya es característico en el gobierno del PRM, la soberbia de las autoridades gubernamentales y el manejo politiquero del Metro en el nombramiento de personas improvisadas, sin entrenar, muchas de las cuales deben trabajar durante largas horas sin descanso.
De modo civilizado jóvenes capacitados para operar el medio masivo de transporte han reclamado mejores condiciones laborales y salariales, que se les habían prometido, pero recibieron por respuesta la desvinculación de la empresa.
Un medio de transporte caracterizado por la eficiencia, por ser confortable y seguro se ha visto afectado por la mala práctica de un equipo de gobierno que daña todo lo que toca. El deterioro de las escaleras eléctricas ya ha sido denunciado por medios de comunicación, hay algunos vagones con puertas que ya no abren y el servicio en algunos tramos se ha visto suspendido por problemas eléctricos, entre otros inconvenientes.
En ese contexto se produjo el accidente del sábado pasado (16 de septiembre), minutos después de las once la mañana, en un tramo de la vía del Metro en el municipio Santo Domingo Norte, donde colisionaron dos vagones del Metro de Santo Domingo. Por el accidente se cerraron todas las estaciones de la Línea Uno del sistema de transporte masivo, que se extiende desde Villa Mella, en Santo Domingo Norte, hasta el Centro de los Héroes.
Aunque por suerte no hubo víctimas fatales la experiencia vivida por los ciudadanos que viajaban en ambas cápsulas fue traumática. Algunos describieron la situación vivida al momento del impacto como angustiante. La desesperación, al verse encerrados, motivó que los más osados rompieran los cristales de las ventanas laterales para salir de los vagones.
Como ha sido la nota característica de la presente gestión, luego de la divulgación del hecho aparecieron las explicaciones y el anuncio de acciones y sanciones, cuando debió primar la prevención.
Con tantos sucesos negativos, aterradores, uno detrás de otro, el pueblo, que es sabio, dice que en el gobierno del PRM estamos salados, es decir que nada de lo que se hace sale bien. Esta situación debe motivar al presidente Luis Abinader y el equipo que le acompaña a reflexionar y a hacer conciencia de la responsabilidad que tienen de administrar bien y con previsión los destinos nacionales y las instituciones del Gobierno.
A los gobiernos se les juzga por sus resultados, no por la propaganda que hagan. Y los resultados hablan muy mal de esta Administración. Así lo indican el colapso del 9-1-1, el deterioro del sistema de salud y de la educación, y accidentes como el que ha afectado a usuarios del Metro en Santo Domingo.