La democracia en República Dominicana está enferma; ha sido contagiada por un agente patógeno extremadamente peligroso, el clientelismo, que en las elecciones municipales pasadas fue impulsado por el abusivo uso de los recursos públicos para beneficiar las candidaturas del Gobierno.
El liderazgo político opositor lo venía advirtiendo ante la indiferencia del órgano de comicios, que se limitó solo a decir que se investiga, sin que se vieran iniciativas en esa dirección.
En un mensaje al país, el día siguiente de la burla a la ciudadanía que constituyeron las elecciones municipales, Abel Martínez, candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), recordando los aportes de los padres de la Patria hizo referencia a la democracia. Dijo que no es una palabra hueca, “escuchada por gente con el estómago vacío» y asegurando que «la democracia es el ejercicio del voto y el ejercicio de la felicidad, del trabajo, de la salud, de la educación y sobre todo de la esperanza”.
El dinero ha cambiado el rol democrático que representa el voto ciudadano, comprando a personas necesitadas, cuando no, ocasionando su ausentismo en las urnas.
El día de la consulta a los ciudadanos para escoger las autoridades municipales, que siempre se ha vendido como “una fiesta de la democracia”, se transformó en un retroceso de la democracia, luego de los abusos y arbitrariedades cometidos en las elecciones.
Se ha irrespetado la dignidad de la gente, que a causa de los desaciertos del Gobierno desenvuelven su vida de forma precaria, en medio de la pobreza y la miseria.
Para quebrar la voluntad de mujeres y hombres necesitados llegaron fundas, paquetes de fardos de papeletas con los que se compraron votos, se propició el ausentismo y eliminaron gafetes distintivos de las candidaturas contrarias al gobierno.
Los tradicionales activistas electorales fueron sustituidos por turbas con el deliberado propósito de quebrar la decisión de una gran mayoría que se propuso acudir a los recintos electorales con un voto de censura al gobierno de la improvisación, el engaño y la mentira.
Con la indiferencia de la policía militar electoral se apostaron frente a los recintos electorales tiendas de campaña que se convirtieron en casas de cambio de votos por dinero o de abstención por dinero.
Días previos al domingo, los electrodomésticos, fundas de alimentos crudos, madera, zinc y cajas para la televisión digital inundaron campos y barrios.
Con los dineros de los contribuyentes se ha comprado la conciencia de miles de necesitados, abusando así de la dignidad de las personas y de las libertades individuales.
Se ha quebrado la voluntad de ejercer libremente un derecho aprovechándose de las necesidades y precariedades que padece la población en un gobierno indolente y mentiroso.
Esta forma vulgar de actuar, que había desaparecido del escenario político electoral, ante la indiferencia de muchos de los hacedores de opinión y medios de comunicación, crea una situación de desconfianza que pone en peligro la estabilidad del sistema democrático.
En el ejercicio del gobierno perremeísta se ha generado una compra indiscriminada de alcaldes, diputados, dirigentes políticos, impulsada por el Gobierno y sus asesores.
Ahora se ha producido una compra masiva de votos, de voluntades que ha generado la mayor cifra de abstencionismo, aunque se pretenda presentar lo contrario con estadísticas retocadas.
República Dominicana ha retrocedido a tiempos superados en los que predominaban la vulgaridad, groserías y el abuso de poder. En la continuación de su práctica de dañar todo lo que toca, el Gobierno del PRM ha enfermado la democracia.