Opinión

Por: Jose Manuel Castillo Betances | Pasado el tiempo me he detenido a pensar en los vaivenes de nuestra dolida región Latinoamericana y Caribeña. He encontrado que , a pesar de los tiempos, aún siguen abiertas las venas de Galeano. Y ello, nos mueve a reflexionar sobre ¿qué hacer? del sabio estratega ruso, el gran Lenin, para superar las secuelas de más de cien lustros de explotación y barbarie.

Y he aquí, me percato que hay dos denominadores comunes en la ruta del dolor criollo americano.

El primero es la sustitución del poder imperial por la bota de la oligarquía nacional que se ha erigido en sustituta de aquel parto de dolores, no para transformar las nacientes repúblicas, sino para subyugarlas y dominarlas. Y, el segundo común denominador es un sistema electoral y de partido político altamente nocivo al buen desempeño democrático. Viciado y cimentado en el dinero convirtiéndolo en un falso modelo, y en un vulgar negocio para los que medran en el poder con los malsanos propósitos de acumular y acumular fortunas. Ignorando el pasaje del genio militar de Alejandro Magno, rey macedonio y mayor conquistador de la humanidad, cuando al partir pidió: citamos.

“Deseo que los más ilustres médicos me transporten para demostrarnos que ante la muerte no poseen el poder de curar.

Quiero que los bienes conquistados durante mi larga vida sean depositados en el suelo para mostraros que los bienes materiales aquí permanecen.

Exijo que mis manos se balanceen al viento, para enseñaros que venimos a este mundo con las manos vacías y partimos de él con las manos vacías”.

Ahora, cavilando, pasado el tiempo que a pesar de su alcance no ha podido curar nuestras heridas, que nos indican que vivimos en una humanidad donde más de mil millones padecen hambre y no menos de 400 millones viven en la miseria extrema. Con una región con más de 200 millones de pobres y 70 millones que no viven, sino que agonizan en los suburbios, cañadas y puentes.

Me pregunto, estamos obligados a seguir así, o podemos dar un giro para aliviar la vida de aquellos que sufren bajo el espanto del dolor.

Y he aquí, donde nos toca pensar y tomar decisiones sobre nuestro mal modelo electoral y el sistema de partido político. Lo que es aplicable a todos los países de la región atendiendo a las características y particularidades de cada lugar.

Para tal efecto proponemos que: El sistema de partido debe estar constituido por instituciones políticas comprometidas con el desarrollo nacional y la mejoría de las condiciones de vida material y espiritual de los pueblos que los sustentan; en este caso particular del pueblo dominicano. Todo ello pasa por renunciar al narcisismo político, y reconocer que todos tenemos algo bueno que aportar para encumbrar la República.

Segundo.- La cantidad de partidos políticos no podrá exceder de cuatro partidos; lo que conlleva a una fusión de todos los partidos existentes en función de sus intereses y afinidades.

Tercero.- El periodo de gobierno será de cuatro años rotativo, con opción a un segundo período consecutivo si tiene una aprobación de un 70% del electorado. La competencia debe ser en función de quien lo haga mejor con la cooperación de todos.

Cuarto.- La gestión de gobierno será acompañada por los dos partidos restantes con el sano propósito de contribuir a un buen gobierno, para el bienestar de todos los ciudadanos y ciudadanas.

De esta manera lograremos;

A.- Superar el impúdico negocio de las campañas, donde inversionistas compran a los gobiernos para luego saquear el país.

Ante un escenario político putrefacto que impone un modelo donde se ignora que cuando un presidente surge del apoyo popular podrá gobernar con mayor amplitud y mejores resultados que si asciende al poder bajo el amparo de los poderosos; pues éstos se sienten como en la época de los principados dueño de su gobierno. Representando un gran obstáculo para la buena gobernanza.

B.-Invertir menos en el sistema de partidos políticos lo que nos permite economizar recursos que podremos invertir en el desarrollo de nuestra sociedad.

La fusión de los partidos nos permitirá elevar su capacidad y eficiencia al nutrirse de nuevos valores profesionales de la política, ducho y perito en la materia de gestión pública.

C.- Garantizar la aplicación consensuada de la Estrategia Nacional de Desarrollo en beneficio del progreso y bienestar de toda la sociedad y el pueblo dominicano.

Y D.- Reducir sustancialmente la corrupción hasta extirparla del sistema político.

Pensemos seriamente en un cambio de rumbo, aprovechemos la reforma para pensar en cosas que trascienden más allá de nuestra existencia creando consenso para la buena gobernanza y el desarrollo de la nación. Así, y solo así se hace Patria.

Los pueblos de la América morena de Martí a doscientos años de distancia de su independencia nominal y a 500 años de la barbarie colonizadora aún esperan por políticos honestos inspirados en una mística de amor a su gente y capaces de dar el gran salto para salvarles de la oprobiosa pobreza, miseria y brutal desigualdad.

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