Opinión

Por: Charlie Núñez | Hace muchos años, un aspirante presidencial, a quien le deseo salud y larga vida, decía en un spot de campaña ”quiero ser presidente y voy a ser presidente”.

Sin que tenga nada que ver con esa campaña y ese aspirante, en otro proceso, habla un spot en cuyo texto un actor afirmaba, “no todo aquel que quiere ser presidente, puede ser presidente”.

Un presidente es el primero entre sus iguales, debe poseer características especiales como: preparado, ecuánime, justo, tolerante, sensato, humilde, honesto, sincero, entregado, sensible, etc.

Me dirán que busco a un hombre perfecto, si como dicen lo que más se parece a Dios en la tierra es un presidente, entonces debe poseer características que se asemejen a Dios en la tierra.

En campaña, el marketing hizo de Luis Abinader ese hombre cuyas cualidades lo hacían, (según su publicidad y para quienes hayan querido creer), el hombre ideal para dirigir los destinos del país.

Encontró un país viajando en un jet, con una economía estable, servicios básicos y servicios adicionales que nunca habíamos tenido antes, funcionando bien o mejorando cada día, pero la angurria de unos y la ignorancia de otros se combinaron para ponerse a inventar y ahí pusieron a Luis a jugar al presidente.

Tenemos un gobierno que es lo más parecido a jugar monopolio, que usted hace lo que le da la gana, total, es un juego, pues así ha manejado Luis y sus funcionarios este país, como un juego.

Jugó a los nombramientos de perremeístas sin trabajar con salarios de lujo, a miles y miles de pensiones injustificadas, a la compra de dirigentes de oposición, una inversión publicitaria posiblemente sin comparación en la historia de la humanidad, se dedicó a coger préstamos y préstamos sin control, e incluyó la persecución política con un disfraz de justicia en la que él era un paladín, todo esto tenía un final muy claro, la reelección presidencial.

Luis logró su objetivo, pero con tanto despilfarro, los beneficiarios directos quisieron darle a Luis una ñapa como señal de agradecimiento y le regalaron un control absoluto en los ayuntamientos, Cámara de Diputados y Senado de la República, que combinado es control absoluto en la asamblea nacional y aquí se complica esto, pues gobernar un país no es un juego, al contrario es algo muy serio.

Durante ese juego asumió compromisos con terceros, no se percató que la realidad estaba ahí y le comenzó a dar en la cara, y que hace mi jugador al presidente?, con el mismo regalito que la población le hizo, nos está dando ramalazos en la espalda y poniéndonos a pagar todas las consecuencias de su juego, pero ahora en la realidad.

Podemos quejarnos, podemos protestar, pero fue la mayoría de votantes que prefirieron por una migaja de pan y un circo gratis abrir las puertas al infierno y muchos no pueden hablar porque se hicieron los locos o por unos pesitos vendieron su alma al jefe del báratro.

Solo nos queda un camino, pagar la penitencia y cobrarle más adelante, señor gobierno, estamos listos y preparados, espero ustedes también.

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