Palabras de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en ocasión de la inauguración de la XII Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe.
Aquí quiero reconocer los aportes de los países miembros, especialmente de los mecanismos para el adelanto de la mujer, que han propuesto el tema, han aportado información y han mantenido debates en tres reuniones preparatorias con participación de ministros y especialistas, pero que —más importante aún— han iniciado procesos de visibilización, recuperación de información y diálogos políticos en favor de la autonomía económica de las mujeres; procesos que nos permiten afirmar que la agenda para superar los umbrales de desigualdad en la sociedad de la información y, en particular, en la economía digital ha llegado para quedarse. No podemos olvidar tampoco la presencia de distinguidos ministros y autoridades del sector de la economía, la ciencia, la tecnología y el trabajo que dan cuenta de la multidimensionalidad que tiene la igualdad de género en el desarrollo.
Cuando digo que el tema ha llegado para quedarse, lo hago alentada por el hecho de que durante este proceso preparatorio hemos constatado sistemáticamente que las ideas, conceptos y propuestas elaboradas en los Consensos de Brasilia y Quito especialmente, se reflejan en todos los informes nacionales, son parte de la agenda de entidades del sistema de las Naciones Unidas, de la Comisión Interamericana de Mujeres de la OEA, de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y de mecanismos de integración subregional como el Consejo de Ministras de la Mujer de Centroamérica (COMMCA), el MERCOSUR y otros. Por tanto, el consenso que aquí se adopte va a formar parte de los activos programáticos a disposición de nuestras sociedades para su transformación. Pero no solo eso, lo hago porque en la CEPAL estamos convencidos de que el camino hacia el desarrollo sostenible requiere transformaciones en la matriz productiva de nuestros países, la apuesta por la innovación y, en ese ámbito, el aporte de las mujeres.
El cambio estructural que perseguimos también significa que mujeres y hombres tengan las mismas posibilidades para mejorar las habilidades que requiere la revolución digital. Una revolución en que el desafío de alcanzar la igualdad entre mujeres y hombres radica en cambiar los contenidos que hoy tienen una fuerte carga sexista, que desalienta y excluye a las mujeres de gran parte de la información y el conocimiento y perpetúa estereotipos injustos que las limitan.
En la CEPAL afirmamos que el trabajo con derechos es la llave maestra para la igualdad y el vínculo con lo económico, y los resultados del documento Mujeres en la economía digital confirman nuestra apreciación: existe aún una brecha digital de uso acentuada entre las no ocupadas y las mujeres que viven en el ámbito rural. Entre las más jóvenes y asalariadas la brecha se cierra, aunque persisten los riesgos de la sobrecarga de trabajo y las barreras para el desarrollo de habilidades respecto al permanente cambio y actualización de las TIC.
Sabemos también que para cruzar el umbral de la desigualdad, las políticas públicas dirigidas hacia las mujeres en la sociedad de la información deben maximizar las oportunidades y minimizar los riesgos y, para ello, se requiere dejar atrás los abordajes minimalistas como los pequeños créditos, bajos subsidios y débil capacitación. Se trata de que las mujeres tengan la oportunidad de participar y permanecer en el mercado laboral, de acceder al sistema financiero y a la propiedad de activos gracias a políticas que aseguren su presencia en todos los niveles de la toma de decisiones empresariales y políticas.
La Conferencia de Santo Domingo es un momento clave dentro de un proceso más amplio y del que debemos hacernos cargo como una manera de alcanzar el goce efectivo de los derechos o, como dice la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, la igualdad real. Hace poco tuvo lugar en Montevideo la primera Reunión de la Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo, en la que participaron muchas de ustedes, autoridades gubernamentales y miembros de la sociedad civil. Pues bien, esta agenda fue elaborada con el protagonismo de las mujeres, quienes estuvieron presentes como parte de todas las comunidades (indígenas, afrodescendientes, jóvenes y representantes de la diversidad sexual) y la transformaron en una Conferencia de la Mujer, en el sentido de que la agenda de población es imprescindible para el logro de la autonomía económica de las mujeres, sobre la que estaremos discutiendo en esta ocasión. El Consenso de Montevideo sobre Población y Desarrollo ha hecho suyos muchos objetivos de las mujeres y será, sin duda, parte del Consenso de Santo Domingo.
Los delegados de los países señalaron que la integración plena de la población y su dinámica en el desarrollo sostenible con igualdad y respeto de los derechos humanos es el marco general que debe guiar la profundización de las políticas públicas y acciones necesarias para erradicar la pobreza, la exclusión y la desigualdad. El Consenso de Montevideo integra la perspectiva de género a lo largo de todos los acuerdos y avanza significativamente en uno de los ámbitos más resistentes, el de los derechos sexuales y reproductivos, y hace suyas demandas como las que surgen de la economía del cuidado ampliamente abordada en Quito. Saludo a todas las que estuvieron allí haciendo posible este acuerdo.
Para enfrentar el desafío de una agenda compleja, la CEPAL ha adoptado una estrategia de transversalización de género que contribuye a la visión de un modelo de desarrollo centrado en las personas. Esta estrategia institucional se basa en el compromiso político con el principio de la igualdad, complementa el trabajo sustantivo con objetivos de género por parte de las divisiones y oficinas de la CEPAL y establece la paridad en la política de recursos humanos, haciéndose cargo de la necesidad de que hombres y mujeres contribuyan y participen en todos los estamentos, incluidos los cargos más altos. La estrategia de transversalización cuenta con indicadores de seguimiento que se harán públicos cada 8 de marzo, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer. Por esto apostamos y reconocemos la señal que con hechos concretos ha materializado el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, al haber configurado más de la mitad de su cuerpo directivo con el aporte de las mujeres.
Otro proceso al que esta Conferencia va a contribuir es el de Beijing+20 y su vinculación con la agenda post-2015 de desarrollo sostenible. Este es un desafío fundamental frente al cual debemos lograr, al igual que lo hicimos en el caso de población, una transversalidad de la perspectiva de género que deje atrás las nociones discriminatorias de las mujeres como colectivo vulnerable o simplemente asociado a los temas de pobreza y políticas asistenciales.
Los informes que ustedes han enviado dan muestra de un creciente reconocimiento, visibilidad y valoración de la diversidad de circunstancias que rodean las vidas de las mujeres y, sobre todo, del papel que ellas desempeñan en la construcción del desarrollo sostenible. No se trata de incluir a las mujeres en un modelo que las subordina, se trata de cambiar las relaciones de poder que —como veremos en el estudio que presentamos— hacen que las oportunidades se distribuyan inequitativamente y las mujeres, incluso las educadas, se encuentren sistemáticamente en peores condiciones que sus pares varones.
No necesito reiterar lo importantes que han sido los cambios jurídicos e institucionales a favor de la igualdad de género. Debemos también recordar que cada vez es mayor el número de mujeres que acceden a los niveles más altos de toma de decisiones y aumenta, por tanto, la masa crítica favorable a las reformas necesarias. Pero no es menos cierto que la participación de mujeres en los gabinetes ministeriales muestra un desarrollo heterogéneo en la región, con el aumento en algunos países y una disminución en otros. Además, las mujeres son convocadas a encabezar mayoritariamente ministerios del área social y no del área política o económica.
Los desafíos son todavía muy grandes y para enfrentarlos es necesario poner más recursos en la implementación de las políticas y en los resultados que estas producen. No puede ser que en un contexto de crecimiento de nuestras economías, la mitad de las mujeres latinoamericanas y caribeñas no tengan hoy acceso al mercado laboral, mientras que la participación de los hombres es de casi un 80%. Peor aún, en un período de reducción de la pobreza, observamos un incremento de la proporción de mujeres pobres e indigentes, observamos que la mortalidad materna no alcanza las metas establecidas en los ODM y cuando las metas se logran, como ocurre en educación, persiste la brecha salarial. Todos los estudios indican que una sociedad segmentada donde las mujeres ocupan los puestos más precarios y peor remunerados no solo es injusta sino también ineficiente. En nuestra región una mujer con 13 o más años de estudio gana un 37% menos que un hombre en la misma condición.
El Observatorio de Igualdad de Género, creado a instancias de los gobiernos en 2007, muestra claramente que las mujeres permanecen en desventaja injustificada en todos los países.
Agradezco a los países que han estado enviando la información requerida, ya que gracias a ella podemos facilitar la formulación de políticas. Esta herramienta, que ya da luces sobre los indicadores que impiden la autonomía de las mujeres, tiene ahora el desafío de mostrar las brechas que serán objeto de discusión en esta Conferencia. Por eso, la CEPAL ya ha iniciado el mapeo de información disponible para mejorar el diagnóstico de la autonomía física, la autonomía en la toma de decisiones y la autonomía económica de las mujeres de la región, y esperamos que con la participación de todas ustedes y la de la Conferencia Estadística de las Américas, particularmente el grupo de trabajo sobre estadísticas de género presidido por México, podamos seguir adelante.
Amigas y amigos, la agenda es exigente y estamos seguros de que animará jornadas fecundas.
No olvidemos nunca, en el tráfago de las horas por venir, que la materia de nuestras labores no es técnica burocrática, es construcción de derechos y precisa, en consecuencia, de pasión, sensibilidad e imaginación.
Es con esta perspectiva en mente que me atrevo a cerrar mi intervención evocando ante ustedes las palabras de la portorriqueña Julia de Burgos:
Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese: un intento de vida; un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes, y mis pies planos sobre la tierra promisoria no resistían caminar hacia atrás, y seguían adelante, adelante, burlando las cenizas para alcanzar el beso de los senderos nuevos.
(…)
Ya definido mi rumbo en el presente, me sentí brote de todos los suelos de la tierra, de los suelos sin historia, de los suelos sin porvenir, del suelo siempre suelo sin orillas de todos los hombres y de todas las épocas.
Y fui toda en mí como fue en mí la vida…
(…)
Fui mujer.
Bienvenidas a la XII Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe.
Muchas gracias.