Madrid, 22 feb (PL) El primer paso dado hacia el desarme por la organización independentista vasca ETA divide hoy las opiniones de los españoles, con un criterio predominante de que es esperanzador, pero insuficiente.
El sábado una denominada Comisión Internacional de Verificación, no reconocida por el gobierno español, certificó la puesta fuera de uso operativo de una cantidad de armas, municiones y explosivos de ETA, continuidad de su renuncia a la violencia declarada en 2011.
El inventario presentado incluye cuatro armas de fuego, dos granadas de carga hueca, 300 balas y algo más de 16 kilogramos de material para fabricar explosivos.
El gobierno, por medio del ministro del Interior, Jorge Fernández, calificó el acto de gesto teatral y reafirmó su posición y la del gobernante Partido Popular (PP) de que el único paso a dar por ETA es el desarme y la disolución.
El coordinador federal de Izquierda Unida, Cayo Lara, advirtió por su parte que el desarme no puede ser una entrega por fascículos y limitada e insistió también en la disolución de la organización.
El Partido socialista Obrero Español, principal fuerza opositora, afirmó igualmente por medio de la vicesecretaria general, Elena Valenciano, que hace dos años ETA abandonó la violencia y ahora debe entregar todas las armas y desaparecer.
Al mismo tiempo, los dos partidos estiman que el gobierno español debe involucrarse más en un proceso político hacia la paz esbozado de forma incipiente en el País Vasco, con un reclamo de mayor liderazgo y compromiso hecho por Lara.
En Euskadi (País vasco) los partidos expusieron posiciones contrapropuestas que van desde valorar el paso con mayor valor cualitativo que cuantitativo por el Partido Nacionalista Vasco, hasta demandar todo el desarme por el Partido Socialista.
En tanto, el Partido Popular regional convocó a que la derrota policial de ETA no se convierta en una victoria política para esa agrupación.
El lehendakari (jefe de gobierno vasco), Iñigo Urkullo, calificó el paso de positivo, pues reafirma la determinación de abandonar las acciones violentas hace 28 meses, pero insuficiente, porque la organización debe proceder al desarme total.
En su opinión, el hecho de haber demorado tanto para dar este paso después del cese definitivo de su actividad armada le hizo perder fuerza.
En cambio, para Julen Arzuaga (EH Bildu) la decisión fue un hito importante, un primer paso y profundización de la decisión adoptada por ETA de cese definitivo de la lucha armada que debe ser entendido como parte de un proceso.
Los criterios disímiles, no obstante, concuerdan con la complejidad del problema y las formas diferentes de enfocar el futuro para lograr la paz en esa región autónoma del norte de España, afectada por años de violencia.
El valor principal del gesto de ETA parece estar todavía por definir según las decisiones que las distintas fuerzas involucradas vayan tomando en el futuro inmediato, para fortalecer o abortar un intento de diálogo, que no acaba de cuajar.
En opinión de Arzuaga, cuya formación es acusada de mantener una estrecha identidad con ETA, quienes consideran la entrega del sábado una puesta en escena, deben tener en cuenta que son mejores las escenificaciones constructivas y no del inmovilismo o la involución.
Probablemente, la primera acción de desarme no tuvo una recepción mejor en España por la expectativa de que fuera un paso mayor, en una sociedad dolida y dividida que espera una paz que no acaba de sellarse.