Una multiplicidad de factores se unieron para que se produjera la victoria en la segunda vuelta electoral del año 1996, del Partido de la Liberación Dominicana y su candidato Leonel Fernández.
Por primera vez se realizaban unas elecciones condicionadas a obtener una mayoría absoluta, por lo que la mayoría relativa del PRD (44%) contra el PLD (39%) y el PRSC (13%), no le fue suficiente a José Francisco Peña Gómez para convertirse en Presidente de la República.
A lo interno del PRSC, adversario histórico del PRD, se produjeron fisuras que llevaron al Presidente en ejercicio, Joaquín Balaguer, a apoyar al candidato del PLD desde la primera vuelta de las elecciones.
En el PLD se construyó una dirección colectiva, fruto del proceso de sustitución del liderazgo único de Juan Bosch, quien ya mostraba la disminución en sus facultades físicas que serían la causa de su muerte pocos años después.
El candidato del PRD cometió el error de minimizar a Leonel y centrar su campaña enfrentando a Balaguer, olvidándose de que para poder ganar, necesitaba por lo menos una parte de los votos de su adversario natural, si es que se producía, como se produjo, un escenario de segunda vuelta.
Se rompe un paradigma
Leonel y el PLD llegan al poder en una reñida segunda vuelta electoral respaldados por el Frente Patriótico, aunque condicionados por el apoyo recibido de parte del PRSC y la debilidad que arrastraban en el Congreso por sus pobres resultados electorales del año 1994.
Al asumir como Presidente de la República en 1996, Fernández solo contaba con un Senador y trece diputados, lo que lo obligaba a pactar cada una de las propuestas que había hecho en su programa de gobierno.
La juventud del nuevo Presidente, solo 42 años de edad, en un país de políticos longevos, abría una serie de interrogantes sobre su capacidad para sortear la férrea oposición que se esperaba desde el PRD, quiénes acusaban a los peledeístas de haberse aliado con los conservadores para acceder al gobierno.
Sin embargo, lo ocurrido en el Palacio de los Deportes durante el acto del Frente Patriótico, fue la despedida de una etapa histórica de la vida política dominicana. Fue el momento en que Juan Bosch y Joaquin Balaguer decían adiós a la generación política que se desarrolló como sustitutiva a la dictadura.
De ahí que el Nuevo Camino representado por Leonel, comenzó a empedrarse y construirse con nuevas figuras que emergieron de las cenizas de las antiguas estructuras políticas, dando inicio a un proceso de sustitución y cambio que modificaría el mapa político del país.
Además de la sustitución generacional, durante su primer gobierno, el PLD y Leonel Fernández, asumieron la representación de los sectores económicos y sociales que históricamente habían sido adversarios del PRD apoyando a Balaguer, es decir, fuerzas integrantes del conservadurismo tradicional.
Al asumir el apoyo de estos grupos, Leonel tuvo que moderar las propuestas de cambios revolucionarios que planteaba el PLD desde la oposición, asumiendo el pragmatismo como lógica de gobierno, para poder unir las voluntades e intereses que, hasta ese momento, habían estado en conflicto permanente.
Un mundo en ebullición
Además de la complicada situación interna, el PLD y Leonel heredaron un escenario internacional muy confuso, sobre todo por el predominio de las ideas políticas que surgieron como vencedoras, después de la ruptura del bloque socialista en 1989.
La caída de la Unión Soviética junto con todos los gobiernos que constituían el llamado Pacto de Varsovia, fue un terremoto que dibujó un nuevo mapa geopolítico y un vuelco en las relaciones entre los países.
Los Estados Unidos se visualizan como los vencedores de la Guerra Fría y se convierten en la única superpotencia. Por lo tanto, de un mundo bipolar, pasamos de repente a la unipolaridad, dominada por nuestros vecinos del norte.
Además de policía militar del mundo, Norteamérica se convirtió en la potencia que dictaba las recetas económicas, a través de los organismos internacionales de financiamiento.
En el caso particular de los países de America Latina la receta a aplicar fue el conjunto de medidas sintetizadas en el llamado Consenso de Washington.
Esto incluía: presupuestos equilibrados, disminuir los subsidios, reformas impositivas, tipo de cambio competitivo (devaluación), disminución de las tasas aduaneras, liberalización del comercio y privatización de las empresas públicas, entre otras.
Liberal en política dominicana
Uno de los contrasentidos, cuando se mezcla el lenguaje político con el económico, es que ser liberal o neoliberal en el aspecto económico, es sinónimo de ser conservador en lo político.
Muchas de las medidas económicas tomadas en el primer gobierno del PLD pueden ser consideradas de corte neoliberal e incluso ubicadas dentro de las políticas recetadas por el consenso de Washington.
En la República Dominicana, contrario a otros países, la receta funcionó muy positivamente en la mayor parte de los sectores de la economía.
La liberalización del comercio, apertura a la inversión extranjera junto con el aumento de la tasa de cambio al 14 por uno, produjo un crecimiento del PIB de cerca del 8% en promedio durante los cuatro años del gobierno de Leonel, el segundo más alto del mundo.
Todo esto con la inflación controlada, a pesar del aumento de los precios del petróleo en el mercado internacional.
El proceso de capitalización de las deficitarias CORDE, CDE y el CEA, se planteó como la solución al problema financiero que representaban estas empresas.
Medidas de este tipo, que abarcaron casi toda América Latina, pueden ser ubicadas como ejemplo de conservadurismo de tipo económico que plantea la disminución del tamaño del estado, junto con la reserva de la exclusividad de la producción de bienes y servicios para el sector privado.
Sería muy difícil poder ubicar, desde el punto de vista económico, ideológicamente al gobierno de Leonel y el PLD de 1996 al 2000, pues era la época en la que se pregonaba el fin de las ideologías y el nacimiento de un mundo diferente.
Algunos fueron tan atrevidos que llegaron a proclamar el fin de la historia que la humanidad había escrito durante siglos.
El progresismo de Leonel y el PLD
De lo que no hay dudas es que el gobierno 1996-2000 sentó las bases para el progreso notable que en muchos órdenes exhibe la República Dominicana hoy en día.
Aunque el gran cambio del conservadurismo ideológico que había sido el signo de la mayoría de los gobiernos nacionales llegaría años después, fue durante el primer periodo de gobierno del PLD, cuando se creó la cultura de dialogo y consenso que cambiaría la sociedad dominicana.
La debilidad en el número de congresistas del PLD, ratificada en las elecciones de 1998 por el voto popular, hizo necesaria la discusión de los temas y el llegar a acuerdos para garantizar la gobernabilidad de la nación.
Durante estos años se evidenció la desconexión del PRD y su cúpula con las aspiraciones de una parte importante de la población de apostar por el progreso y la estabilidad. Durante el año 1997 se realizaron mas de 300 huelgas y movilizaciones en contra del gobierno, apoyadas por el partido de oposición, mientras la economía se mantenía estable y creciendo cada año.
Rompiendo la costumbre de los anteriores Presidentes, Leonel convocó al diálogo a las fuerzas políticas y sociales del país, para tratar de llegar a acuerdos sobre los temas más disímiles y que los consensos dieran legitimidad a las acciones del gobierno.
El Diálogo Nacional
Por medio de un decreto, el gobierno del Presidente Leonel Fernández instituyó en el año 1998 el Dialogo Nacional, una convocatoria a todas las fuerzas organizadas de la sociedad dominicana para abrir espacios de discusión y propuestas sobre los grandes temas nacionales.
Esta medida, participativa e incluyente, da a nuestro juicio el matiz ideológico del gobierno del PLD en esos años y preconiza la ola de cambios que habrían de realizarse posteriormente y que todavía al día de hoy se están efectuando.
Esta es una propuesta progresista y avanzada para una sociedad acostumbrada a las protestas en las calles. Es el inicio de la sustitución de la cultura del desorden y la violencia sin sentido por la del diálogo y el consenso.
Los grandes temas del Diálogo Nacional estaban contenidos en el decreto que le dio origen, y es interesante comparar el rosario de intencionalidad con los resultados 16 años después.
El temario consistía en lo siguiente: Políticas Económicas; Política Social; Sectores Populares; Reforma Política Constitucional y Estado de Derecho.
Los avances significativos que hemos tenido en todos esos órdenes son evidentes, lo que demuestra la utilidad que ha tenido este instrumento de dialogo y consenso.
La ola de reformas progresistas
Además de los macro-temas contenidos en la agenda discutida por el Diálogo Nacional, realizado con la ausencia del PRD, que se negó a participar,
el PLD impulsó una serie de propuestas legislativas para transformar estructuralmente el Estado garantizando una mayor eficiencia y transparencia en su funcionamiento.
Leonel se propuso impulsar reformas profundas a nivel institucional de un Estado, que como el nuestro, no estaba en capacidad de dar respuesta a las demandas de la población y los sectores productivos.
A su salida del gobierno en el año 2000, el PLD entregaba un eficiente y moderno sistema de cobros en las aduanas e impuestos internos, lo que dejaba atrás la inequidad, corrupción y trafico de influencias, que caracterizaban a esas oficinas de recaudación, en detrimento del comercio y los ingresos del gobierno.
Además quedaron en el Congreso las propuestas legislativas siguientes: Reforma Arancelaria, Código Monetario y Financiero, Ley de Electricidad, Ley de que crea el Mercado de Capitales, Ley de Seguridad Social, Ley de Hidrocarburos, Código Forestal, Ley de Contabilidad Gubernamental, Ley General de Aduanas, Reforma del Sector Agropecuario, Código de Ordenamiento de Mercados que establece las normas sobre competencia, propiedad intelectual y protección al consumidor, entre otras iniciativas.
La mayoría de estas leyes y códigos fueron aprobados posteriormente como fruto del dialogo y el consenso de las diferentes fuerzas políticas con la participación de la sociedad civil, lo que demuestra que el progresismo iniciado por el PLD al final del siglo XX, es lo que ha dado a luz al país de inicios del siglo XXI.
El Nuevo Camino prometido en la lejana campaña de 1996 fue el inicio de la construcción de la nueva República Dominicana.
Una arritmia histórica nos frenó y devolvió al pasado en las elecciones del año 2000, aunque la historia de como la sonrisa del triunfo de Hipólito se convirtió en las lagrimas de millones, será el tema de la próxima semana.