Humberto Almonte

Aunque esta no sea la más exitosa ni la de mayor perfección estética en la saga fílmica El Padrino, si tiene en cambio, innegables atractivos para los analistas no solo de cine sino de las ciencias políticas que encuentran en El Padrino III -1990-, dirigida por Francis Ford Coppola, una mina para analizar la sociedad en sus estructuras de poder.
Esta parte de la travesía de la familia Corleone, se pone bajo la advocación de que: “Ni todo el poder del mundo, puede cambiar el destino”, por esta vez Michael Corleone se ve envuelto en unos negocios no del todo claros con el vaticano, aparece el hijo de su hermano Sonny lo que crea otro conflicto al enamorarse de la hija de Michael, Mary, o el fantasma de las problemáticas relaciones familiares con su esposa Kay, su hijo Tony cantante de Opera y las trampas para impedirle su control en una compañía que le daría el control del Banco Vaticano, en un coctel de altas finanzas, religión y la mafia.
Este filme es para nosotros una reflexión sobre el poder, su soledad; ilustra también de una forma mas o menos clara las relaciones de la iglesia católica con la mafia y la política; y si se quiere se ve a leguas el tratamiento de un asunto del que todavía existen dudas y hechos sin resolver, el desfalco al banco del vaticano, el Banco Ambrosiano, que se dijo había sido culpa del Cardenal Paul Marcinkus, y de su administrador Lucio Gell; que es a quien vemos colgado en el puente.
La Parte más sensible y que aun permanece en las oscuridades de los asuntos no resueltos, el supuesto asesinato del papa Juan Pablo I, apenas los treinta y tres días de haber asumido el papado, aunque esta es una de las partes mas floja del filme porque a nuestro parecer no se profundiza en los detalles quedándose todo un trazo grueso de intriga sin resolver.
Asistimos, eso si, a unas luchas fratricidas para heredar una poderosa organización y que la nueva generación, en sus prisas, no quiere guardar las formas ni respetar los plazos para asumir el ansiado poder.
La mafia cuyos manejos se basan en estructuras casi rituales de poder no difiere por sus relaciones sociales, sus manejos políticos y financieros de las demás organizaciones que componen nuestra sociedad, siendo como es ilegal en sus actuaciones, no dejan de ser un reflejo de nuestra sociedad.
Entre la variedad de puntos luminosos de esta película esta la actuación de Al Pacino, quien en ese momento, se podían llenar paginas alabando su trabajo actoral y que nos muestra la decadencia del máximo dirigente de esta organización mafiosa, retratando el cansancio, la soledad, la vacuidad de una vida dedicada a una institución manchada de crímenes y corrupción, que al final no deja mas que la frustración y el duro retrato de un poder corrompido.
Otro actor que sobresale aunque no por las mismas razones es Andy García que en esos momentos comenzaba a descollar, y que en el papel de pistolero de la familia, el limpiador, como una figura felina que se muere con suavidad, se queda corto ante este papel de muy ricos matices y no estuvo a la altura requerida.
De los demás podemos resaltar a Diane Keaton y Talia Shire, entre otros, aunque también encontramos a la insípida Sofia Coppola en un papel que nunca debió asumir.
Llama la atención un guion ajustado, sin la mínima concesión temporal salvo sus ligeras caídas en el tiempo dramático, lo que denota el oficio de Mario Puzo y Coppola, un director hasta cierto punto problemático para Hollywood pero de un talento enorme que nos deja una obra más perdurable y significativa que muchas películas actuales más pretensiones.
El dialogo es ajustado, corto, violento a veces pero con algunas pequeñas extensiones, y en este no cabe discursos grandilocuentes ni excesos oratorios, esto es un buen punto a destacar.
Fotográficamente el filme es impecable con la iluminación tenebrista en un estilo más cercano a Caravaggio que a Rembrandt, con unos violentos claroscuros obra del maestro de las sombras, el recientemente fallecido Gordon Willis, donde también destacamos el tinte amarillento en los espacios abiertos lo que le confiere un aspecto austero y tradicional a las escenas.
La decoración es grandilocuente donde tiene que serlo, las escenas de opera, y en otras extremadamente sencilla de acuerdo a los altibajos del recorrido de nuestros personajes.
Al contrario de muchos filmes la música aquí tiene un uso muy inteligente y se desempeña como un elemento narrativo muy acoplado a la estructura del relato, autoría de Carmine Coppola, padre de Francis, inspirado en Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni.
En definitiva un buen trabajo de Francis Ford Coppola que nos pone a reflexionar sobre los resortes del poder y que, a pesar de los años, mantiene una actualidad y una frescura en su discurso.