Opinión

Si fuimos enseñados a leer entre líneas, es para que sepamos lo que existe más allá de las palabras escritas, y de los hechos a simple vista.

El líder, fundador y guía del Partido de la Liberación Dominicana, PLD, profesor Juan Bosch, a quien debemos esas lecciones, también popularizó que “muchas veces, lo que no se ve, es más importante que lo que se ve”.

De manera que el retiro del apoyo que daba Estados Unidos a la Dirección Nacional de Control de Drogas, DNCD, como lo reveló el jefe de ese organismo, no parece fortuito, y hay que analizarlo en todas las vertientes posibles.

Según el general Julio Cesar Souffront Velásquez, los estadounidenses retiraron las capacidades para combatir el narcotráfico, y se las han llevado al Distrito 7, de Puerto Rico.

El funcionario mencionó entre esas capacidades, los aviones que alertaban a las autoridades dominicanas sobre la presencia de naves de utilizadas por narcotraficantes. También los radares en plataformas y otros recursos.

Todo esto, más que simple información, realmente muestra la constancia de un movimiento imperial que debilita la defensa de República Dominicana Frente al tráfico internacional de drogas con todas sus consecuencias.

Pero hay que preguntarse: ¿Por qué ahora? ¿Por qué en momentos en que nuestro país está dando la batalla a los traficantes de drogas, según confirman funcionarios importantes de los Estados Unidos vinculados a la persecución de ese delito de lesa humanidad?

Es contraproducente la actitud de Estados Unidos de retirar el Apoyo logístico a la DNCD, en coincidencia con las presiones ejercidas para que la República Dominicana ceda más de lo que debe en la solución a los problemas migratorios haitianos preferida por las potencias.

Parece un fuego cruzado contra el país. Porque mientras la nación está abrumada con la masiva migración haitiana, se debilita la defensa frente al narcotráfico.

Si se incrementa el narcotráfico, se incrementa la criminalidad, el sicariato y otros males que son consecuencia directa de esa actividad canallesca. Y en ese tenor, por vía de consecuencia, también se erosiona la fortaleza de nuestra sociedad en sentido general y se afecta el clima de tranquilidad que a toda costa queremos preservar.

Todo parece ser parte del rompecabezas, quizás con implicaciones políticas, que algunos dominicanos se resisten armar, pero que estamos obligados a enfrentar.

¿Qué otra interpretación, convincentemente, revelaría la verdad de lo que subyace tras una decisión, que podría perjudicar más, precisamente a quienes la han adoptado?

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