La férrea dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina, a pesar de sus 30 años de represión, fue el tiempo durante el cual la República Dominicana pasó de características aldeanas, a nación que pudo exhibir la modernidad de la época.
La transición a la democracia, viciada de hechos traumáticos, nos llevó hasta el año 1986, 25 años más que se repartieron principalmente los Partidos Reformista y Revolucionario Dominicano, el primero con una impronta significativa, pero éste último con muy poco o ninguna incidencia en el desarrollo del país.
Es imperativo destacar el corto período que le tocó gobernar al profesor Juan Bosch, quien alcanzó el poder liderando al PRD que él mismo había fundado en La Habana, Cuba, pero un infausto golpe de Estado militar lo derrocó a los siete meses de su gestión, el 25 de Septiembre de 1963.
Las señales de todo lo que le hubiese convenido al país un cuatrienio de gobierno del profesor Bosch, están plasmadas en la Constitución de 1963, y en una cantera de ejemplos que van desde testimonios personales e individuales, hasta pruebas documentales de esa pulcra administración.
En la segunda mitad de los años 90, cuando asumió el poder por primera vez el Partido de la Liberación Dominicana, también fundado por el profesor Bosch, y para entonces el país era presa de males ancestrales que muchos no quisieran recordar.
Obtener la placa para un vehículo de motor era un caos, al igual que una licencia de conducir. Las oficinas públicas en sentido general, operaban en el marco del más completo atraso en términos administrativo en toda la extensión de la palabra, fueran organismos edilicios o de cualquier índole.
Al llegar al poder el Partido de la Liberación Dominicana, sin embargo, se inició de inmediato el proceso de modernización del Estado, con lo que se comenzaba al mismo tiempo un verdadero cambio en la cultura cotidiana de la población, y la recuperación de la confianza de sectores productivos e inversionistas locales y extranjeros que se hicieron sentir de manera tangible.
En este primer gobierno encabezado por el doctor Leonel Fernández se inició una transformación de la ciudad con la construcción de túneles, elevados y otras obras viales. “Igualito que allá”, decía el viajero procedente de Nueva York, en un comercial elaborado al respecto.
Asimismo se invirtió en las construcciones de torres habitacionales, grandes centros comerciales e importantes proyectos turísticos, en una señal de confianza en el clima que propiciaba la corriente política gobernante para el desarrollo de inversiones.
La ciudad capital comenzó a adquirir características de una gran metrópolis, y a pesar de que la pésima gestión de gobierno de Hipólito Mejía y el PRD desaceleraron la velocidad del crecimiento que llevaba el país, el buen ritmo se tomó de nuevo con el segundo mandato de Leonel Fernández.
De manera que el desarrollo y el avance de la capital convertida en el Gran Santo Domingo durante casi dos décadas de gobiernos del PLD, se caracteriza, entre otras razones, por la consolidación del uso de suelo, que en materia habitacional , ha pasado de ser utilizado en forma horizontal, a un uso vertical.
Esta es la consideración que tiene ese sentido Domingo Contreras, quien por muchos años se ha manejado en las lides urbanísticas, desde el Ayuntamiento del Distrito Nacional y otras instituciones.
Declaró que esto, sin lugar a dudas, ha venido a representar cambios en el modo de vida de los ciudadanos, y recordó que en algún momento el doctor Leonel Fernández llegó a caracterizar la situación proyectando la capital como “un Nueva York chiquito”.
En su opinión, la construcción del Metro de Santo Domingo es uno de los puntales para la presentación de una propuesta moderna en términos de transporte urbano e interurbano.
“En los últimos 20 años -dijo Contreras- la dos tercera partes de los dominicanos se ha radicado en predios urbano, con una característica muy particular expresada en toda la tecnología de la comunicación, en la televisión con tele-cable, en el internet, la parábola con servicios colectivos diversos, entre otras”.
Igualmente significó que la forma de consumo de los dominicanos ha venido cambiando, y se advierte en los residuos sólidos, que pasó de tener un 75 por ciento de basura básicamente orgánica, a tener sólo un 52 a 55 por ciento.
“El resto de nuestra basura pasó a ser material plástico, vidrios, es decir, que el perfil del consumidor nuestro se recicló, y pasó a parecerse al perfil del consumidor mundial”, enfatizó Contreras.
Eso también forma parte de lo que ha ido ocurriendo en la transformación de la ciudad y del país. Se puede ver además en cómo el colmado pasó a ser colmadón o supercolmado, y hasta el delívery viene a ser parte de ese tinglado, según considera.
Así en el Metro de Santo Domingo ya hay una cultura de respeto a las normas, que hace falta que vaya a lo urbano, pues hay que aprender a reciclarlo e incorporarlo a la cultura del país porque el consumo del país cambió.
El drenaje pluvial y sanitario comenzó a hacerse con el Metro, y se requiere consolidarlo porque está muy unido a la tendencia de la verticalidad de las ciudades. De manera que este reto de la modernidad, el único Partido que ha sabido visualizarlo y enfrentarlo, es el Partido de la Liberación Dominicana.
Dijo Domingo Contreras que la carencia de parques en las condiciones adecuadas genera un ambiente degradado que provoca cierto nivel de violencia, por lo que se impone una oleada de políticas sociales, para como en el caso de la tanda extendida, lograr espacio y tiempo para toda la población.
Puso como un ejemplo de medida correcta la construcción del residencial La Barquita y otros proyectos similares, como evidencia de que el PLD tiene las herramientas y sabe lo que debe hacerse para enfrentar los problemas del país en procura de su desarrollo.
De ahí que todavía hacen falta más políticas sociales –insistió—que estén acorde con el desarrollo urbanístico, reducir la natalidad y procurar que la población venidera encuentre verdaderos espacios públicos de calidad.
