Opinión

El acto terrorista en la segunda línea del Metro de Santo Domingo, el fallido intento de asalto a la cárcel de Najayo y el asesinato de un afamado recluso en el lúgubre penal de La Victoria, han disparado la sensación de inseguridad en la sociedad dominicana.

La acción terrorista provocó el pánico entre los 500 pasajeros atrapados en los vagones del tren, quienes atinaron a pensar que estaban en un verdadero infierno y que las llamas y la humareda acabarían calcinando sus vidas.

Treinta y cinco personas fueron rescatadas y llevadas al Hospital, y en la unidad de Quemados fueron atendidas con quemaduras de segundo grado, asfixia y pánico.

“Yo pensé que nadie iba a salir vivo del Metro”, dijo apesadumbrado uno de los pasajeros lesionados, después de ser curado de las quemaduras.

Los terroristas domésticos tienen predilección por ataques a los sistemas masivos de transporte de grandes ciudades. Los ataques más letales han ocurrido en los metros de Tokyo, Londres y Madrid.

El metro de Tokio fue atacado el 20 de marzo de 1995 por terroristas que utilizaron gas sarín, ataque perpetrado por miembros del grupo religioso Aum Shinrikyo. En cinco ataques coordinados, los autores liberaron gas sarín en varias líneas del metro. Como resultado, trece personas fueron asesinadas, 50 quedaron gravemente heridas y cerca de mil presentó problemas temporales de visión. Es el ataque más serio ocurrido en Japón desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

El gas sarín es utilizado como arma química porque es el más volátil de los agentes nerviosos, lo que significa que puede evaporarse rápida y fácilmente desde líquido a vapor y propagarse en el ambiente.

Una década más tarde (2005), el terrorismo golpeó el metro de Londres. El 7 de julio, cuatro explosiones paralizaron el sistema de transporte público. A las 8:50 de la mañana explotaron tres bombas a 50 segundos de intervalo entre una y otra, en tres vagones del metro. Una cuarta bomba explotó en un autobús a las 9:47 de la mañana en la Plaza Tavistock.

En los ataques de Londres fallecieron 56 personas, incluídos los cuatro terroristas sospechosos, y 700 personas más resultaron heridas. Fueron los actos terroristas más sangrientos en el Reino Unido, desde la muerte de 270 personas en el atentado de Lockerbie (Escocia) en 1988, y los más mortíferos en Londres desde la Segunda Guerra Mundial. El 21 de julio de 2005, una segunda serie de cuatro detonaciones tuvo lugar en el metro de Londres y en un autobús de la ciudad.

En Madrid, los atentados del 11 de marzo del 2004 (11-M) fueron una serie de ataques terroristas en cuatro trenes de la red de Cercanía de Madrid, llevados a cabo por una célula de terroristas yihadistas. Estos ataques provocaron la derrota del Partido Popular, liderado por José María Aznar.

Ese ataque al metro de Madrid, fue el segundo mayor atentado cometido en Europa hasta la fecha, con diez explosiones casi simultáneas en cuatro trenes. Más tarde y tras un intento de desactivación, la policía detonaría de forma controlada dos artefactos que no habían estallado. Tras ello desactivaron un tercero. Fallecieron 192 personas, y 1 mil 858 resultaron heridas.

El acto terrorista más mortífero ocurrió en New York el 11 de septiembre de 2001, con el ataque de dos aviones en pleno vuelo a las torres gemelas del World Trade Center, donde murieron cerca de tres mil personas.

Los terroristas no actúan como Lobos Solitarios, lo que obliga a las autoridades a investigar con rigor este atentado a la segunda línea del Metro de Santo Domingo, para determinar si el atacante actuó sólo o pertenece a una célula o a una organización con redes nacionales e internaciones, o si tiene un vínculo político, religioso o responde a un plan concebido por el crimen organizado.

Hasta ahora el ataque al metro de Santo Domingo no ha sido reivindicado por ninguna organización insurgente, lo que hace suponer que se trata de un acto de terrorismo ofensivo, y no defensivo, a esta última modalidad recurren los Estados, de acuerdo a Giancarlo Sanguinetti.

El perfil psicológico del terrorista es descrito como un enemigo oscuro, misterioso, pérfido, despiadado y quimérico. Organizan grupos insurgentes que apelan a la violencia como forma disuasoria para imponer un mensaje.

Hay que investigar con seriedad y profesionalidad los hechos violentos acaecidos en La Victoria, Najayo y el Metro de Santo Domingo, para determinar quiénes son los autores materiales e intelectuales de esos aborrecibles actos de muerte y destrucción.

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