En la historia política partidaria de la República Dominicana de los últimos 40 años, el único partido político minoritario que ha podido evolucionar desde el punto de vista cuantitativo, hasta convertirse en mayoritario, es el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
El PLD, desde que emergió como partido minoritario en el 1973, resultado de la división del Partido de Revolucionario Dominicano (PRD), hasta el 2015, han transcurrido 45 años, tiempo que le permitió casi en forma simultánea, ser el primer y único partido en romper el bipartidismo en el país, y mantenerse por más de una década, como el instrumento político que goza con el favor de las preferencias electorales, superando el 50.0% de la población votante; dos hechos sin igual en la historia democrática dominicana.
En la acera contraria, la oposición minoritaria no ha sido capaz de convertirse en mayoritaria desde entonces; y por el contrario, la oposición mayoritaria ha dado muestra de convertirse en minoritaria, como es el caso del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), y ahora el PRD, con signos evidentes de pasarle lo mismo.
Los problemas internos en la oposición y el no saber hacer oposición, han sido las razones motorizadoras que ha provocado un vacío de oposición, situación que contribuye para que el PLD en los dos últimos años gobierne tranquilo, sin la presión del contrario.
Ese escenario, conduce a algunos sectores intelectuales locales y hacedores de políticas partidarias externas, a desplegar acciones para vulnerar la unidad interna del PLD, con acusaciones de supuestos actos de corrupción y presentándolo como un peligro para el país, al estilo Partido Revolucionario Independiente (PRI), en México, que incidió en forma determinante en la vida pública de ese país, gobernándolo por más de 50 años, el que mayor en américa latina.
Esos promotores de división en el PLD, aún no se han dado cuenta, que el problema no es el PLD; sino la misma oposición, que ha sido incapaz de mantenerse unida, o bien crecer, presentándole al país propuestas de desarrollo viables y sabiendo hacer política en la población.
Al interno del PLD, aislados dirigentes, conscientes o inconscientes, han hecho causa común con sus sectores adversarios, criticando y descalificando a líderes importantes en ese partido.
Durante los últimos años, el PLD, proponiéndoselo o no, ha logrado hacerse así mismo oposición, con el tipo de activismo interno que ha venido desarrollando y que la población común, la no política, lo ha interpretado como un problema con posibles derivaciones serias, escenario proyectado, que ha contribuido para que el vacío de la oposición, lo pase a jugar el propio PLD, al menos, para los ojos de los ciudadanos.
Con la reunión del Comité Político del PLD, el pasado 26 de marzo, y sus resultados, ese partido demuestra voluntad de unidad, tal y como lo viene haciendo desde hace más de dos décadas, y esa sola razón, demuestra que Leonel Fernández y Danilo Medina, están conscientes de su responsabilidad presente e histórica.
Pronostico, de cara al 2016, que las señales de división interna en el PLD, concluirán en abril y veremos de inmediato un PLD unido, ganando en forma contundente, la mayoría de las posiciones electivas, incluyendo la Presidencia de la República, allanando el camino de la continuación en el gobierno en el 2020, como ocurrió en las tres últimas elecciones en Uruguay, con Tabaré Vázquez y José Mujica.