El gobierno dominicano rechazó con merecida contundencia las impertinentes y nocivas declaraciones formuladas por el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, de que nuestra isla debía ser ocupada por un solo país y negó con el mismo vigor la intranquilizadora versión atribuida al funcionario de que se habría acordado no repatriar a ciudadanos haitianos en condición irregular en nuestro territorio.
La insólita e imprudente postura del máximo representante de la OEA, que le revelan como desconocedor de la naturaleza y orígenes de los dos Estados, contraviene normas y principios básicos del ejercicio soberano y de autodeterminación de nuestra nación, inaceptable desde todo punto de vista.
Pero de igual manera, y es lo más relevante, sus enojosos pronunciamientos descalifican a la entidad que representa en su autogestión mediadora frente al impasse surgido entre las naciones que compartimos la isla.
Precedidas de destemplados pronunciamientos y reprochables acciones del gobierno haitiano con quien obviamente hace causa común, el principal ejecutivo de la entidad que se había dado el propósito de asumir el caso dominico-haitiano como catapulta para su relanzamiento, acaba de darle una estocada más a un organismo sometido hace mucho tiempo al descrédito continuo.
Vanguardia del Pueblo saluda la firmeza de nuestro gobierno en su rechazo al bochornoso episodio protagonizado por el señor Almagro y apoya en todas sus partes el emplazamiento al organismo para que se retracte, como condición indispensable para hacer viable cualquier proceso de diálogo o mediación como el que han propuesto a nuestro país.
El ánimo cooperador, el respeto irrestricto a los derechos humanos y la tolerancia que han normado todo el proceso para cumplir con los mandatos emanados de la Constitución, de la sentencia 168/13, de la Ley de Naturalización y del Plan de Regularización, constituyen la más sólida muestra de solvencia moral e institucional de nuestras autoridades y nuestro pueblo de cara al mundo.
Hemos de esperar que la indignación y repulsa que ha generado en el seno de la sociedad dominicana la irresponsable postura del secretario general de la OEA encuentre el mismo rechazo en una colectividad internacional verdaderamente empeñada en la preservación de los valores soberanos y democráticos que tienen como una de sus principales basamentas, el respeto indisoluble a la libre determinación de los pueblos.