Ciencia y Tecnología

La tecnología como instrumento a favor del ciudadano

El desarrollo tecnológico de la humanidad es cada día más rápido y complejo, lo que demanda una mayor integración del ciudadano para hacerlo más competitivo y actualizado. Es una carrera indetenible, aunque existe mucha gente que se resiste a esta dinámica por el precio material y psicológico en la demanda de constante actualización, lo que implica costos en tiempo y dinero. Algunos se resisten a dejar su “tranquilidad personal” estando al margen de esta veloz competencia, mientras otros aprovechan esta expansión de oportunidades para tener más conocimiento, competencia y fortunas ante un mercado de consumo que no cesa de expandirse.

El impacto económico, social y político de esta dinámica se refleja en todos los ámbitos y con ejemplos permanentes de que nuestra gente hoy tiene mayor capacidad de participación y seguimiento en su rol como individuo activo de su comunidad. Ya es normal en todo el mundo ver grandes medios de comunicación usando como fuente de noticias el video, foto o audio enviado vía la internet por una persona sencialla del pueblo o tomarlo de las Redes Sociales, blogs o portales personales, cuando se convierten en tendencias. Los usuarios de servicios comerciales y gubernamentales se expresan por las Redes, participan de debates frente a instituciones o personajes con alto nivel técnico o académico, y expresan sus criterios como nunca antes fue posible.

La integración y participación se hace tan compleja, que muchos incusionamos en temas que antes sólo eran de dominio de técnicos, profesionales o científicos. Por ejemplo, el sábado pasado compartíamos en la reinauguración del bar de un amigo en la parte norte de la Capital y llegó una patrulla motorizada de la Policía Nacional, que inmediatamente ordenó apagar la música, aunque es un negocio que había invertido muchos recursos para aislarse acústicamente por orden del Departamento de Control de Bebidas Alcohólicas (COBA). Uno de los acompañantes de la mesa le comentó al comandante que no había problemas porque afuera no se emitía ruido que molestara a los vecinos. “¿Y cómo sabe usted eso?”, preguntó el teniente; por lo que el muechacho le pidió que le acompañara afuera para demostrar su afirmación, donde con su celular inteligente le convenció de que tenía razón,mostrándole los resultados de una medición de sonido que hizo con una aplicación para medir ruidos que bajó en el mismo instante en su celular inteligente.

Soprendido el policía por tal iniciativa, no le quedó más que darle la razón al atrevido joven ciudadano porque esa unidad no contaba con ningún instrumento tecnológico para rebatir sus argumentos. Efectivamente pudimos comprobar que, mediante el “Decibelímetro PRO Sonómetro Acústico” de su iPhone 6 el amigo de mi mesa se había convertido en un experto en contaminación acústica en ese momento, frente a una institución de seguridad ciudadana, cuyos representantes apenas andaban montados en una camioneta destartalada, con sus armas de fuego y como instumento tecnológico apenas la radio tradicional de comunicación y un “maquito” de celular.

Un decibelímetro es un equipo que mide el sonido en decibelios (dB) y, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), se considera los 70 decibelios como el límite superior deseable para evitar daños a la salud de las personas. Este aparato se vende en múltiples formas, los cuales van desde los 25 dólares en adelante, y como aplicación en celulares inteligentes aparecen gratis o por unos cuantos dólares.

En países como España, se establece como nivel de confort acústico 55 decibeles. Por encima de este nivel, el sonido resulta pernicioso para el descanso y la comunicación.

Ese es nuestro mundo de hoy, el cual demanda adaptación permanente en sus habitantes, sus organizaciones e instituciones. Nuestro país, estratégicamente ubicado en el mapamundi para lo bueno y para lo malo de esta evolución, está siendo impactado por la revolución tecnológica universal, hecho que obliga al liderazgo y al Estado a ponerse al día para que su pueblo no se le vaya alante y los sorprenda “asando batatas” en la comunicación y la tecnología.

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