Humberto Almonte

Describir la vida de los hombres y mujeres trascendentes de una nación no es una tarea simple ni sujeta a las prisas de las alabanzas de algunos falsos profetas o de escribidores embriagados en palabras de dudosa fidelidad a lo real.
La historia se escribe en escritorios pacientes y sus autores gentes quisquillosas, de mirada larga, pensamientos profundos y con alma justa. El mezquino comercio cotidiano que suele empequeñecer a esos o esas que se paran sobre los hombros de los pueblos para servirlos, se estrella con la honradez de estos memoriosos escribas.
El historiador se acerca a los hechos, los palpa, los escucha y los interroga para empaparse de las verdades, apartar las brumas, en un ejercicio muy parecido a armar un rompecabezas en donde las piezas que creías que iban en determinado lugar no encajan y tienes que seguir buscando ese elemento faltante para completar la imagen.
El tribunal de la historia solo absuelve a los realmente inocentes, a los despojados de las veleidades de buscar un lugar en ella a costa de falsificar los hechos. Ya lo decía el cantautor cubano Silvio Rodríguez en su canción En Harapos: “Si fácil es abusar / más fácil es condenar / y hacer papeles para la historia / para que te haga un lugar”.
El tratamiento del tema histórico en el cine dominicano, si bien nos es todo lo amplio que debería ser, ha tomado vuelo para describir la vida de los personajes que han dejado huellas en la vida política, cultural y social de nuestro país.
El documental, los cortos y los largometrajes describen a estas figuras que han descollado por sus aportes beneficiosos, y también a otros de funesta recordación pero cuyas atrocidades y desmanes no deben ser olvidados para no caer victimas de aquella frase: “El pueblo que olvida su historia, está condenado a repetirla.
“Una Galleta de Libertad” (2012), es un corto dirigido por Tommy Rodríguez que describe un hecho ficticio protagonizado por el luchador antiimperialista Gregorio Urbano Gilbert y el futuro tirano Rafael Leónidas Trujillo, que en ese momento acompañaba a las tropas norteamericanas que ocuparon nuestro país de 1916 a 1924.
Como afirma el renombrado historiador Marc Ferro, “la especificidad de la historia en el cine, cuando se trata de ficciones que no pretenden ser reconstrucciones, es la forma que adopta la inventiva”. Y es lo que precisamente hace el director, dar rienda suelta a su imaginación para construir la imagen de un hecho simbólico que tiene como protagonistas a figuras históricas importantes.
Ese Gregorio Urbano Gilbert que enfrenta a los invasores norteamericanos, y que más tarde se marcho a Nicaragua acompañando al general Augusto Cesar Sandino, es mostrado en la génesis de sus procesos de toma de conciencia. A la vez nos da la sensación de ajustarle cuentas al futuro tirano, que en esos momentos hacia de tropa de choque del invasor norteamericano.
Este corto ganó el premio del Museo de la Resistencia en el Concurso de Cortometrajes El Minuto de la Resistencia 2012, una iniciativa del cineasta Etzel Báez para fomentar la producción de cortometrajes y el conocimiento de la historia dominicana, de esa que se nos quiere tergiversar u ocultar. De ahí la importancia de este concurso, pues deja un legado audiovisual de amplia difusión.
“339 Amín Abel” (2014), es la película del cineasta Etzel Báez que reconstruye el asesinato del destacado dirigente revolucionario Amín Abel Hasbún, tomando como base la investigación judicial que se ordenó para justificar un interés de esclarecer el hecho, y ahí se quedó esa investigación, en una gran justificación documentada.
La inteligente aproximación de Etzel a la historia es destacable por varias razones: no se decanta por un biopic abarcador, sino por un fragmento de la vida de Amín, desmontando la farsa. Va personaje por personaje, y aún más, usando documentos oficiales. Y como afirmaba Marc Ferro, “ficcionando la historia para devolvérnosla viva y real”.
Amín Abel habla por la voz de sus familiares, conocidos, empleados o relacionados, para denunciar el crimen y a los responsables de él. En el caso de la maquinaria de la muerte que representan sus verdugos, sus contradicciones, silencios y palabras terminan denunciándolos y acusándolos a ellos mismos como autores materiales, dejando ver muy claramente a los autores intelectuales que se escondían en la misma investigación.
El acierto estético de este filme, que tiene muchos, es que nos da la parte por el todo. El director escoge una parte de la vida de Amín Abel para ofrecer una panorámica reducida que nos hace entender todo su pensamiento y por qué se buscaba eliminar ese pensamiento, pues el poder tiene muy claro quiénes son sus enemigos más peligrosos.
El realizador Agliberto Meléndez se pone como meta en “Del Color de la Noche” (2015), elaborar un gran fresco con la vida del Dr. José Francisco Peña Gómez, un líder político de gran influencia en la vida dominicana. Peña Gómez, desde sus inicios, da destellos de lo que será su actitud vital ante los acontecimientos que le tocaría protagonizar.
Su carrera y vida llena de obstáculos fue sorteada con un desprendimiento hacia los demás, un darse a los otros que lo perjudicó en más de una ocasión. Sobre él se asentaron los éxitos del Partido Revolucionario Dominicano después de la salida del profesor Bosch. Esa falta de egoísmo de su parte no siempre fue agradecida por sus propios compañeros de partido.
Como reza el título de la película sacado de un discurso de Peña, el era “del color de la noche”, y eso se lo harían notar adversarios y dirigentes de la misma orientación política que él. Y la película hace notar estas actitudes en las que a veces se regodea demasiado.
Para las generaciones actuales y las venideras de estudiosos de la historia este filme será de visionado obligado porque coloca en nuestros ojos una cierta época de hacer política. Echamos de menos en esta película, eso sí, algunos personajes y notamos la abundancia de otros, y hay que decir, para ser justos, que trata con dureza a los adversarios políticos y a los compañeros del partido en ciertas circunstancias.
El tratamiento de la historia en el cine dominicano tiene más sombras que luces, el caso de “Una Galleta de Libertad”, “339 Amín Abel” y “Del Color de la Noche”, son ejemplos que no se pueden extrapolar a otras películas nuestras que toman a la historia como base, algunas tratadas con más acierto, otras no tanto.
Nuestra historia demanda más películas que se aproximen a los hechos con una mayor visión estética de los historiadores y un mejor asesoramiento histórico de los cineastas, sea en clave de comedia, tragedia o drama, la pantalla espera por mas propuestas dentro de este género.