Editorial

El presidente Danilo Medina encabeza una entusiasta y vigorosa candidatura con la que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y sus fuerzas aliadas se encaminan a un triunfo electoral con niveles históricos de votación.

Colocado sobre la cresta de una ola popular que se acrecienta día a día, la oferta programática y electoral peledeísta se posiciona en el seno del pueblo, haciéndola indefectiblemente imbatible.

Los avances logrados por la República Dominicana desde el 1996 hasta la fecha, rescatando la confianza y el empuje de una economía que llegó a colapsar, con instituciones severamente lastimadas durante el periodo 2000-2004, se erigen hoy como muestra irrefutable de que el país no contempla variar su curso.

La gestión del presidente Danilo Medina se ha convertido en poderosa catapulta para el impulso de una candidatura que desde su presentación ha encontrado en la conciencia y en el calor de la población un apoyo creciente y sostenido.

Ha sido el pueblo el que se ha ocupado durante todos estos años de valorar en su justa dimensión la obra de los gobiernos del PLD.

Es este el pueblo que con sus ojos de luz ilumina el camino para que el presidente Danilo Medina continúe otros cuatro años con una gestión ejemplar que con su cercanía, lo siente y lo hace plenamente suyo y lo sigue encaminando por la ruta del desarrollo, la modernidad y la calidad de vida.

El proyecto presidencial del PLD está debidamente sustentado en realizaciones y en ofertas concretas, viables y fiables que garantizan el mantenimiento de una nación estable, en crecimiento y con la certidumbre indispensable para la conquista del desarrollo con equidad que lo haga sostenible en el tiempo.

De ahí que para Vanguardia del Pueblo, la puesta en marcha de una campaña sucia por parte de reconocidos cultores de la mentira y la infamia política, ha de encontrar una vez más la repulsa pública como respuesta.

Hoy por hoy, el pueblo dominicano se ha encargado de mantener a buen resguardo a su liderazgo político productivo de las maniobras de un oscurantismo opositor divorciado de sus conquistas y aspiraciones.

Y ha de ser ese pueblo quien el 15 de mayo se encargue de echar a rodar otra vez a estos autores y actores de la develada campaña, en el lodo cloacal de sus carencias políticas y sus miserias humanas.

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