Los mercados internacionales siempre toman en cuenta sus opiniones, los gobiernos de los países cruzan los dedos en espera de una buena aprobación, en tanto que cada vez más se levantan voces demandando su necesaria regulación: nos referimos a las empresas calificadoras de riego.
El concepto “riesgo país” ha pasado a ocupar un lugar protagónico dentro de los movimientos de capitales en la era de la globalización financiera, pues los inversores internacionales están muy interesados en saber si su dinero se encuentra a buen resguardo.
Las empresas calificadoras de riesgo deben de estudiar el desempeño económico de un país y emitir opiniones en torno a su capacidad financiera para asumir el cumplimiento de sus obligaciones externas ante los inversionistas que compran bonos soberanos o cualquier otro instrumento de deuda.
Hay quienes otorgan a las opiniones de las calificadoras una credibilidad semejante a la palabra de Dios, siempre y cuando semejantes “sentencias” de evaluación crediticia no afecten la imagen del gobierno beneficiario.
Aunque en el mundo alrededor de 140 calificadoras de riesgo –según refiere el Banco de Pagos Internacionales, con sede en Bruselas, Bélgica-, lo cierto es que tan sólo tres empresas gozan de mucha aceptación en los mercados financieros internacionales: Moody’s, Standard and Poor’s y Fitch, todas de factura norteamericana.
Pero tras la crisis económica mundial conocida como la Gran Recesión (2008-2009) la imagen de esas calificadoras de riesgo se ha venido deteriorando a un ritmo preocupante para los accionistas de esas empresas debido a que no pudieron –o no quisieron- pronosticar el advenimiento de la Gran Recesión.
Incluso muchos de los bancos quebrados en Estados Unidos durante la citada crisis financiera fueron ponderados por las empresas calificadoras de riesgo como de máxima solvencia, cuando en realidad sus carteras estaban repletas de títulos financieros incobrables, sin ningún valor los cuales fueron denominados activos tóxicos.
También el papel de las mencionadas evaluadoras de créditos está siendo cuestionado en la Unión Europea (UE) debido al otorgamiento de bajas calificaciones a las deudas de Grecia, Portugal e Irlanda, entre otras, a pesar de los esfuerzos que hace el Banco Central Europeo (BCU) por rescatar a esos países.
En el contexto de Centroamérica y el Caribe hemos de destacar la incidencia de unas nueve empresas calificadoras de riesgo: Fitch Ratings, Standard & Poor’s, Moody’s, AM Best, Pacific Credit Rating (PCR), SCRiesgo (SCR), Zumma y Equilibrium y Feller Rate.
Téngase en cuenta que las empresas calificadoras de riesgo comporten intereses institucionales con los organismos crediticios multilaterales, tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), así como con los grupos bancarios y los fondos de inversión, por lo que no serían subjetivo sostener que éstas se mueven dentro del frágil terreno de la especulación financiera.