Economía

La incertidumbre y la desaceleración son las características que marcarán la economía de América Latina y el Caribe en lo que resta de 2019, indica un informe de la Cepal presentado hoy en Chile.

El Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2019, de La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), indica que la región crecerá este año solo 0,5 por ciento, inferior al 0,9 de 2018.

Según el informe, esa trayectoria descendente obedece a un contexto internacional con mayores complejidades, y en el plano interno, al poco dinamismo en las inversiones, las exportaciones y a la caída del gasto público y del consumo privado.

Al presentar el estudio, Alicia Bércena, secretaria ejecutiva de la Cepal, advirtió que a diferencia de años anteriores, en 2019 la desaceleración será generalizada y afectará a 21 de los 33 países de América Latina y el Caribe.

Por áreas se prevé un crecimiento para América del Sur de 0,2 por ciento, América Central y México 2,9 y el Caribe 2,1.

Bárcena explicó que ello se debe a un menor dinamismo de la actividad económica mundial y del comercio global; mayor volatilidad y fragilidad financiera; cuestionamientos al sistema multilateral y un aumento en las tensiones geopolíticas.

El informe refleja además niveles de ingresos insuficientes para cubrir los gastos, lo que aumenta el déficit y el endeudamiento en los últimos años, a lo que se suma una creciente volatilidad cambiaria y mayores depreciaciones en las monedas.

En consecuencia, los bancos centrales de la región dispondrán de un menor margen para profundizar políticas de estímulo a la demanda, a lo que se suman los problemas estructurales que acentúan la vulnerabilidad, como exportaciones centradas en las materias primas y una baja productividad.

Para tratar de cambiar ese panorama, la Cepal recomendó, entre otras medidas, reducir la evasión tributaria, impulsar la adopción de impuestos a la economía digital, medioambientales y relacionados a la salud pública, y reevaluar los gastos tributarios para alinearlos hacia la inversión productiva.

Asimismo, promover el crecimiento económico sin comprometer la estabilidad cambiaria y de precios, reorientar las inversiones hacia los sectores de mayor dinamismo; y adoptar políticas de estímulo que tengan impactos en términos de innovación, aprendizaje y empleos de calidad.

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