Por: Edilberto F. Méndez
La violencia contra la mujer es un mal enraizado en la sociedad dominicana difícil de extirpar, y este año se incrementó de forma preocupante con la cuarentena por la Covid-19.
Entre el 1 de abril y el 13 de noviembre 40 féminas perdieron la vida a manos de sus parejas.
Asimismo, en los primeros 46 días de las restricciones, se depositaron 3 353 denuncias de agresiones a través de Línea Vida y las Unidades de Atención Integral a la Violencia de Género de la Procuraduría.
A esas cifras se unen 1 081 solicitudes de órdenes de protección y 1 124 de arresto, números de espanto en pleno siglo XXI.
Sin embargo, cuando se pensó que los asesinatos disminuirían ante la salida paulatina del encierro por la enfermedad, sucedió lo contrario, pues del 1 de octubre al 13 de noviembre 13 feminicidios engrosaron las estadísticas letales.
Muertes que tuvieron signos dramáticos como el caso de Rosmery Valenzuela, a quien su atacante le destrozó la cabeza a golpes con un bate, o el de Leyda Vicente Sánchez, cuyo agresor también la emprendió contra sus padres, una hermana y su cuñado.
Ante la situación existente, el pasado 22 de septiembre, el Gobierno anunció una serie de medidas que, unidas a las aprobadas por el Consejo de Ministros, conforman un plan de lucha contra la violencia de género en la nación.
Se ha dicho que erradicar ese flagelo es una prioridad en el país. Esperemos que realmente se trabaje para extirpar este mal de raíz.
Se impone un esfuerzo en la ciudadanía y sobre todo, en el seno de cada familia.
