Por Jorge Petinaud Martínez
La reaparición de un periodista vinculado al golpismo boliviano en 2019 y la rearticulación de paramilitares en medio del caos originado por contradicciones de la izquierda, hacen resurgir el fantasma de la guerra híbrida promovida por Estados Unidos contra este país.
Acusaciones al expresidente Evo Morales publicadas el 27 de octubre en el diario español El Debate, coincidentemente con un incidente a balazos contra el exdignatario en que dispararon policías, según el ministro de Justicia, Eduardo del Castillo, incrementaron la tensión.
Ante los hechos, el presidente Luis Arce instruyó “una inmediata y minuciosa investigación sobre el presunto atentado” contra el primer exdignatario indígena del país “para esclarecer este hecho”, escribió el mandatario en su cuenta de X (antes Twitter).
El exjefe de Estado denunció haber sido blanco de un atentado contra su vida en el cual se registraron más de 14 disparos. Informó que el vehículo en el cual viajaba, además de otro que le acompañaba con la escolta, fueron emboscados por otros dos motorizados.
Afirmó que una de las balas impactó contra la llanta del auto, con la intención de inmovilizarlo, sin embargo, más adelante lograron cambiar de carro. El reporte inicial cifró en 14 los disparos, pero el exmandatario opinó que podrían haber sido hasta 20. Aclaró que esos balazos no afectaron a su medio de transporte por ser blindado.
Sobre esta base, opinó que se trata de un claro intento de asesinato en su contra, pues una de las balas apuntó hacia donde él se encontraba y falló por pocos centímetros.
Arce enfatizó en que el ejercicio de cualquier “práctica violenta en la política debe ser condenada y esclarecida. No es con la búsqueda de muertos que se resuelven los problemas ni con especulaciones tendenciosas”, concluyó el jefe de Estado.
Por su parte, Castillo sostuvo en conferencia de prensa que Morales disparó contra un retén antidrogas, y anunció una acusación para iniciar un proceso penal.
¿GOLPE BLANDO EN MARCHA?
En este contexto, para quienes no olvidan las ambiciones expresadas públicamente de manera reiterada por la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, la general Laura Richardson, sobre el litio, las tierras raras, los acuíferos y la biodiversidad amazónica de Bolivia, no pasó inadvertido el nombre del periodista autor de las acusaciones contra Morales.
Se trata de Alejandro Entrambasaguas, quien de esta forma reaparece en la escena boliviana después de las denuncias de que fue objeto por el financiamiento recibido cuando puso su pluma al servicio del gobierno de facto de Jeanine Áñez (2019-2020).
Entrambasaguas enarbola en tono sensacionalista supuestas relaciones sexuales con menores de edad del primer exdignatario indígena boliviano, y evidencia su mala intención al pretender involucrar en estos hipotéticos hechos a médicos cubanos, quienes entre 2006 y 2019 prestaron ayuda solidaria a la población de esa nación sudamericana.
La difamación contra estos profesionales de la salud fue el pretexto utilizado por el rostro más visible de la represión durante el gobierno de facto, el exministro de Gobierno Arturo Murillo, por mandato confirmado de Estados Unidos.
El 15 de noviembre de 2019, en la zona de Achumani, al sur de La Paz, ocurrió la detención de la jefa de la Brigada Médica de Cuba en esta nación, doctora Yoandra Muro, y del logístico de ese colectivo, Jacinto Alfonso. Medios periodísticos denunciaron que en ese operativo participó un auto de la legación diplomática estadounidense en Bolivia con chapa 28 CD 17.
Con anterioridad y en plena represión ordenada por Murillo, fueron arrestados en la ciudad de El Alto varios integrantes de la misión médica, quienes transportaban 700 mil dólares correspondientes al salario de los especialistas que cumplían misión en el Estado Plurinacional.
Dentro del contexto de una campaña promovida por Washington para desacreditar a la colaboración médica de la isla caribeña en diversos continentes, los golpistas dijeron a la prensa que esos fondos servían para financiar las protestas populares contra el gobierno de facto. Cuba denunció los hechos en un tuit de su canciller, Bruno Rodríguez.
PERIODISTA DE FRÁGIL ÉTICA
La fragilidad de la ética de este “periodista investigador” se evidencia con una acusación formulada por el abogado Manolo Rojas, quien el 7 de junio de 2021 mostró en entrevista concedida al canal estatal Bolivia Tv que este individuo fue sobornado por Murillo.
Defensor de la ciudadana Lorgia Fuentes, torturada tras el golpe de Estado de 2019, Rojas aseguró que existen pruebas del financiamiento del extitular hoy encarcelado por corrupción en Estados Unidos al entonces comunicador del ultraderechista periódico digital Okdiario.
“Poco a poco se devela con investigaciones cómo el pseudoperiodista Alejandro Entrambasaguas llegó a nuestro país e hizo gastos muy suntuosos y muy caros en hoteles reconocidos de La Paz”, explicó Rojas a Bolivia TV.
Según el letrado, el reportero gastaba en solo tres o cuatro días la suma de tres mil 500 a cuatro mil dólares, lo cual calificó de “exceso”.
Precisó Rojas que el periodista español intervino contra su defendida en el proceso en el cual se le acusaba de vínculos con el ejecutivo de Evo Morales (2006-2019), mientras estaba encadenada en un hospital, pese a estar muy enferma.
Advirtió que el propósito de Entrambasaguas entonces era presentar pruebas contra la mujer por un presunto enriquecimiento ilícito, pero no logró demostrarlo ni ofreció declaraciones informativas sobre el tema.
De acuerdo con el jurista, entre los servicios del hotel al periodista figuraban llamadas telefónicas que develaron conexiones con números pertenecientes a Murillo en los Ministerios de Gobierno y Justicia.
Según Rojas, el papel del periodista español para el ejecutivo de facto era actuar como portavoz de casos, en coordinación con Murillo, en su rol como exministro de Gobierno. Igualmente, añadió, ejercía ese vínculo con el extitular de Justicia Álvaro Coímbra; y con el exviceministro de Transparencia y Lucha Contra la Corrupción en esa cartera Guido Melgar.
Okdiario, el medio para el que trabajaba entonces Entrambasaguas, es conocido por sus críticas, valoraciones negativas y su perfil en general polémico, considerado por analistas como “amarillista, ultraderechista y neoliberal”.
REARTICULACIÓN DE GRUPOS PARAMILITARES
Otro indicio del resurgir de la agenda impuesta en 2019 por Estados Unidos en Bolivia, en medio de la actual división de la izquierda, es la rearticulación de grupos paramilitares que operaron como tropa de choque de los golpistas.
Tal es el caso de la Resistencia Juvenil Cochala (RJC), cuyos escuadrones desfilaron con sus motocicletas el 25 de octubre en Cochabamba ante quienes asistieron a un cabildo en protesta contra los bloqueos que mantienen grupos de campesinos afines a la denominada ala radical del Movimiento al Socialismo.
Al referirse al tema la dirigente de esta fuerza extremista, Milena Soto, aseguró en entrevista con Urgente.Bo que están listos para desbloquear las carreteras.
“Nosotros, en 2019, hemos sido partícipes en la defensa del pueblo cochabambino, no somos paramilitares, ni criminales. La Resistencia Juvenil Cochala va a estar presente en todas estas situaciones que afecten a Cochabamba, como ahora”, afirmó.
Por la violencia aplicada durante las revueltas que desembocaron en la renuncia forzada del expresidente Evo Morales en 2019, cinco cabecillas de la agrupación fueron procesados penalmente, entre ellos Soto, quien cumple detención preventiva.
Tras el hecho del 25 de octubre, esta tropa de choque atacó la sede de la Federación de Cocaleros en Cochabamba y causó destrozos. Igualmente, propinaron una brutal golpiza esa misma noche al exdefensor del Pueblo cochabambino e integrante del equipo de abogados de Evo Morales, Nelson Cox, quien circulaba con su auto por esa zona.
Con palos y piedras arremetieron contra el vehículo en plena vía pública, que quedó destruido. El abogado transmitió esa agresión en su cuenta de Facebook, video que la televisión boliviana difundió.
“Me están agrediendo en la avenida Busch. Me están agrediendo los de la Resistencia Juvenil Cochala, aquí, en la Federación del Trópico. Están destruyendo el vehículo. Estoy en la Oquendo, por favor, me están agrediendo. (…) Voy a bajar (del vehículo) hermanos. Basta, estoy solo. Basta, por favor, auxilio”, se escuchó gritar a Cox.
Como resultado de ese ataque, el abogado sufrió lesiones neurológicas.
Al denunciar este hecho, Evo Morales acusó al alcalde opositor de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, como articulador y financiador de la RJC.
Este destacamento ultraderechista surgió como una fuerza muy agresiva tras las elecciones ganadas por el MAS el 20 de octubre de 2019, y con el pretexto de un supuesto fraude electoral nunca demostrado respaldaron con métodos violentos a quienes demandaron la renuncia de Morales.
Las televisoras bolivianas reflejaron cómo atacaba en la calle a las mujeres vestidas de pollera y a los campesinos que rechazaban la proclamación de la gobernante de facto Jeanine Áñez (2019-2020).
Su crueldad quedó plasmada en imágenes que el mundo vio cuando humillaron con pintura roja e hicieron caminar kilómetros descalza a la entonces alcaldesa del municipio de Vinto Patricia Arce.
Un Grupo Internacional de Expertos Independientes (GIEI) que llegó a Bolivia para investigar la situación de violencia durante el gobierno de facto, definió a la RJC y a su similar Unión Juvenil Cruceñista (tropa de choque del Comité pro Santa Cruz) como grupos paramilitares, y sugirió su disolución. Ambos destacamentos extremistas operan públicamente en los momentos actuales.
Sectores de la oposición boliviana retomaron los ataques contra Venezuela, otro punto de la agenda que impuso Estados Unidos en Bolivia en 2019.
El diputado de Comunidad Ciudadana Jairo Guiteras presentó una denuncia ante la Fiscalía con el argumento de que la República Bolivariana pone en peligro la seguridad y la soberanía del Estado Plurinacional con injerencia en los asuntos internos.
Ese punto de vista encuentra eco en el expresidente y líder de esa fuerza política, Carlos Mesa, y en otros legisladores conservadores.
CONFESIONES DE UN AGENTE DE LA CIA
Vaso comunicante entre lo publicado en España, el incidente a tiros con Morales y todos estos indicios aparentemente dispersos, es el llamado a la subversión del exagente de la Agencia Central de Inteligencia Roniel Aledo que circuló el 16 de septiembre último en las redes sociales.
Ese mensaje confirmó la injerencia de Estados Unidos en Bolivia y Latinoamérica en el momento actual. “Un golpe suave significa derribar un Gobierno a la fuerza, el país A va a cambiar el Gobierno en el país B utilizando esto que nosotros llamamos el golpe suave”, expresaba en la grabación publicada en TikTok.
Añadió el agente de la subversión, cuyo amplio prontuario está registrado en Internet, que un primer paso consiste en destacar ante la opinión pública “lo malo que es el Gobierno”, su carácter autoritario y que tiene al frente un dictador.
Un siguiente paso, agregó, consiste en calentar las calles con protestas.
Como última etapa, Aledo describió la toma del Gobierno, cuando ya no funciona y tampoco la economía; “las calles están bloqueadas, las fábricas paradas, las tiendas cerradas y existe violencia general en las calles, cocteles Molotov (bombas incendiarias caseras)”, según expresó.
Concluyó en un arranque de sinceridad, cuando sostuvo que “Estados Unidos organiza ese tipo de golpes, son maestros haciendo golpes suaves, revoluciones de colores”.
Estos métodos de subversión tienen su antecedente en la obra The Craft of Intelligence (El Arte de la Inteligencia), escrita por Allen Wells Dulles, director de la Agencia Central de Inteligencia entre 1953 y 1961.
Artífice del derrocamiento del Gobierno de Jacobo Árbenz en Guatemala en 1954, en ese volumen Dulles describió la estrategia que después se aplicó para despolitizar a la juventud específicamente de la exUnión Soviética, y que hoy mantiene su vigencia en la subversión contra los Gobiernos progresistas de América Latina.
“Los Estados Unidos poseen el 50 por ciento de la riqueza del mundo (…) Nuestra auténtica tarea consiste en mantener esta posición de disparidad sin detrimento de nuestra seguridad nacional”, escribió.
Dulles recomienda en su libro sembrar “el caos (…), sin que sea percibido, sustituiremos sus valores por otros falsos y les obligaremos a creer en ellos, destruyendo su autoconciencia. Solo unos pocos acertarán a comprender lo que realmente sucede (…)”.