Por Julio Morejón Tartabull
La decisión legislativa israelí de suspender la labor de la Unrwa, agencia de ONU que asiste a los refugiados palestinos, refuerza el diseño canallesco de la doctrina sionista y amenaza con convertirse en crimen de lesa humanidad.
Esa prohibición adoptada por el unicameral Knéset (parlamento) coloca en peligro extremo la supervivencia de miles de palestinos en la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental, en tanto afecta directamente a sus segmentos más vulnerables.
“Los legisladores israelíes aprobaron la medida por 92 votos a favor y 10 en contra, después de años de duras críticas contra la Unrwa” precisó la noticiosa France Press (AFP).
Por su contenido la agencia de la ONU se ocupa del desarrollo, instrucción, la salud, servicios sociales y la ayuda de emergencia para más de cinco millones de palestinos también residentes en Jordania, Líbano y Siria.
Philippe Lazzarini, jefe de la entidad afectada, declaró que la decisión es parte de una “campaña en curso para desacreditar a la Unrwa y deslegitimar su papel hacia la prestación de asistencia y servicios de desarrollo humano a los refugiados de Palestina”.
Para el comisionado general esa legislación constituye un hecho sin precedente que se opone a la Carta de Naciones Unidas y viola las obligaciones del Estado de Israel, según el derecho internacional.
Castigar a la agencia sobrepasa los límites del conflicto entre el ejército sionista y el Movimiento de la Resistencia Islámica (Hamas), desatado el 7 de octubre de 2023.
Las muertes que causará en la población civil pone al descubierto el interés de sionista de emplear todos los medios para continuar el genocidio árabe preconcebido por quienes pretenden silenciar a los rebeldes y castrar sus sueños de recuperar sus tierras.
Si bien hubo momentos para un posible desenlace incruento por las gestiones de mediadores y el repudio internacional a las masacres israelíes, esa percepción se desvaneció con las más de 42 mil muertes perpetradas en la Franja.
Aquellas esperanzas se consumieron por los bombardeos a zonas densamente pobladas de civiles, campamentos de desplazados, establecimientos sanitarios y el pérfido uso de municiones prohibidas mundialmente como las bombas de fósforo.
Según la ONU, la situación humanitaria continúa declinando: el 90 por ciento de los gazatìes está desplazado y “la mayor parte malvive en condiciones infrahumanas, entre montañas de basura y aguas fecales, originadas por el bloqueo que Israel impone sobre la entrada de ayuda humanitaria a la Franja”.
Por ese motivo se reportan brotes de cólera en Gaza y la casi imposible obtención de medicamentos para enfrentarlos, implica otro intento sionista de mermar y desaparecer al pueblo palestino, estiman los observadores.
El genocidio ejecutado por las tropas israelìes reedita la pretensión hitleriana de eliminar a la comunidad judía de Europa.
Luego que el mundo tendiò la mano a los sobrevivientes de los campos de exterminio y crematorios nazis, los descendientes de aquella generación aupados bajo una aureola de exclusividad y doctrina colonial pisotean el legado de bondad que ayer salvó a sus antecesores.
PROPÒSITO SINIESTRO
Extender el genocidio árabe es uno de los fines del proyecto integral sionista para establecer un nuevo orden en el Oriente Medio favorable a los intereses globales de factores internacionales que persiguen las riquezas de la región, importante surtidora de hidrocarburos.
La persecución por conseguir tales fuentes es feroz y para obtener beneficios sustanciales en esa pugna se articula un complejo complot político que obvia lo humanitario y sacrifica sin miramientos a una poblaciòn indefensa en actos de barbarie.
El terrorismo de Estado no es una novedad en la zona, Tel Aviv lo emplea contra la población árabe desde antes de 1948, lo cual se evidencia con sus frecuentes ataques a Líbano, Siria y los asesinatos selectivos de dirigentes, en violaciòn del derecho internacional.
Hay una posibilidad de guerra regional impulsada por intereses que pretenden reconfigurar al Oriente Medio y crear un nuevo mapa geopolítico, aunque se emiten llamamientos a la moderaciòn en aras de evitar un conflicto de tal tipo que sería terrible para la humanidad.
El gobierno sionista de Benjamín Netanyahu persiste en desentenderse de esos llamamientos a la cordura y, apoyado por Estados Unidos, prioriza el uso de las armas, una evidencia de su intenciòn de eliminar a cualquier costo el pueblo palestino.
Hoy se escucha con más fuerza un discurso de rechazo a la monstruosidad sionista que gozò de impunidad y del beneplácito de Occidente durante los últimos 75 años, aunque la máscara de víctimas que se lo permitió, comienza a deshacerse ante los ojos de la comunidad internacional.