Por: Pablo del Rosario | Vivimos a diario los atropellos e insultos que nos prodigan los que delinquen impunemente: conductores de carros públicos, de guaguas “voladoras”, motoristas, buhoneros y “dueños” de talleres. Además, de vendedores ambulantes, minusválidos, limpiavidrios y enfermos mentales, ubicados en casi todas las intersecciones de la ciudad.
Esas actividades que, con la permisividad de las autoridades, se constituyen en acciones inmunes (están exentas de sanciones). Como prueba al canto, me permito citar las declaraciones del ingeniero Milton Morrison, director ejecutivo del Intrant, en el Almuerzo Semanal del Grupo Corripio:
“La situación de los accidentes de tránsito en el país tiene que declararse una emergencia nacional…Hemos perdido la capacidad de asombro”. A buen entendedor…Pocas palabras bastan. Esas se entienden como una declaración de incompetencia.
Es preciso señalar que, al desorden en la circulación vehicular, se suman: abusos de los espacios públicos, ruidos innecesarios, esparcir desechos sólidos en lugares impropios, y muchas otras inobservancias a las normas de convivencia civilizada.
Entre los argumentos más comunes para justificar la situación arriba descrita, escuchamos los siguientes: “soy padre de familia”, “no voy a robar”, “no hay empleo”, etc.
Puede que sean ciertos y válidos, pero…Eso no les da derecho a delinquir. La historia no es nueva; lo reprochable es la inacción de las autoridades.
Si no actuamos con prontitud y determinación. Más temprano que tarde el saldo de los conflictos diarios no sólo seguirá aumentando, sino que muchos terminan en tragedias lamentables.
De no ponerle término a esa odiosa realidad, la confianza de la ciudadanía en las autoridades será cada vez menor.
Además, la imagen del país en el exterior tendrá serios y preocupantes deterioros, lo que puede significar una baja sensible en el turismo que, como sabemos es un pilar importante de nuestra economía.
Ojalá que todos, tomemos conciencia de la gravedad del problema y actuemos con la premura y eficacia que requiere la situación.