Opinión

El 8 de marzo no es solo una fecha conmemorativa; es un recordatorio de la lucha por la equidad. En República Dominicana, las mujeres hemos ganado espacio en la administración pública y el sector empresarial, pero aún persisten barreras estructurales que limitan nuestro crecimiento. ¿Cómo cerrar esta brecha?

1. Participación de la mujer en la Administración Pública

En las elecciones municipales de febrero de 2024, 1,598 mujeres fueron electas en cargos como alcaldesas, vicealcaldesas, regidoras, directoras y vocales, representando el 42.84% del total de cargos electivos (JCE). Este porcentaje refleja un avance, pero sigue siendo insuficiente para lograr una representación equitativa en la política local.

En el Congreso Nacional, las mujeres alcanzaron una representación histórica en las elecciones de mayo de 2024, con un incremento del 42% en comparación con periodos anteriores (OPD-Funglode). Sin embargo, seguimos rezagadas frente a países como México y Costa Rica, que han alcanzado más del 40% de representación femenina en sus congresos.

Esta baja representación genera impactos importantes:

Menos seguimiento a políticas públicas con enfoque de género.

Falta de modelos a seguir para nuevas generaciones de mujeres en política.

Persistencia de una cultura de liderazgo dominada por hombres.

2. La mujer en el mercado productivo

Las mujeres dominicanas han demostrado liderazgo en el sector empresarial y productivo:

Liderazgo en MIPYMES: El 52.6% de las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) están dirigidas por mujeres (DGCP).

Crecimiento en exportaciones: Entre enero y octubre de 2024, las empresas lideradas por mujeres generaron exportaciones valoradas en US$1,538.6 millones, con un crecimiento del 27.5% respecto al año anterior (Vicepresidencia RD).

A pesar de estos avances, enfrentamos grandes desafíos:

– Dificultades para acceder a financiamiento en comparación con los hombres.

– Predominio en sectores de menor rentabilidad, como servicios y comercio informal.

– Carga desproporcionada del trabajo doméstico y de cuidado, lo que limita el tiempo para desarrollar negocios o ascender profesionalmente.

Además, no todas las mujeres tienen las mismas oportunidades. Existen brechas según su nivel socioeconómico, ubicación geográfica y condiciones personales:

– Mujeres rurales: Menor acceso a financiamiento y capacitación empresarial.

– Mujeres de bajos ingresos: Alta participación en la economía informal sin protección social.

– Mujeres con discapacidad: Mayores obstáculos para acceder a empleo y liderazgo.

Para reducir estas desigualdades, es clave un enfoque más inclusivo en las políticas públicas y el diseño de oportunidades económicas.

3. Retos y oportunidades: ¿Qué se puede hacer?

Para cerrar la brecha de género en el poder y los negocios, se deben tomar medidas concretas:

1. Fortalecer la paridad en la política

– Exigir el cumplimiento real de la Ley 33-18 sobre Partidos y Agrupaciones Políticas.

– Sancionar a los partidos que no garanticen candidaturas equitativas.

2. Facilitar el acceso al financiamiento para mujeres empresarias

– Crear líneas de crédito con tasas preferenciales para mujeres.

– Fomentar la educación financiera y el acceso a redes de mentoría.

3. Redistribuir la carga del trabajo doméstico

– Crear más centros de cuidado infantil accesibles.

– Promover la corresponsabilidad en las tareas del hogar.

4. Impulsar la participación femenina en sectores estratégicos

– Fomentar la educación en STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).

– Garantizar que más mujeres accedan a contratos estatales y oportunidades en industrias clave.

Conclusión.- La equidad de género no es solo un derecho, sino una necesidad para el desarrollo sostenible del país. Romper las barreras que limitan el liderazgo femenino es una tarea de todos: Estado, empresas y sociedad. ¡Mujeres, el momento de actuar es ahora!

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