El presidente Luiz Inácio Lula da Silva reafirmó que Brasil no inclinará la cabeza ante Estados Unidos, al defender la soberanía nacional frente a presiones externas y cuestionar la postura sumisa de algunos compatriotas.
Desde Maragogipe, municipio en el estado de Bahía (nordeste), donde anunció nuevas inversiones en la industria naval y una fábrica de fertilizantes, Lula evocó una enseñanza materna: «Si un pobre agacha la cabeza, le ponen un yugo y nunca más la levanta».
El mandatario aseguró que su gobierno mantiene una política exterior independiente, guiada por el respeto mutuo y la defensa del multilateralismo.
«Cuando el presidente (Donald) Trump decidió gritarle a Brasil, había quienes querían que me arrastrara tras el gobierno estadounidense», recordó, sin citar nombres.
Admitió en un tono desafiante que provocó aplausos del público, que aprendió de una madre analfabeta a no agachar la cabeza ante nadie.
Lula comentó además su reciente acercamiento con Trump, a quien conoció durante la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York.
«Me llamó el lunes y me dijo: ‘Lulinha, hay química entre nosotros’. Y es bueno que la haya, porque sé cómo agradar a la gente», bromeó el exdirigente obrero.
El comentario fue recibido con risas, aunque el presidente aprovechó para subrayar que las diferencias políticas no deben impedir la búsqueda de acuerdos beneficiosos para ambos países.
Pese al tono distendido, insistió en que Brasil debe negociar con Washington «sin subordinarse», pues «nadie respeta a quien no se respeta a sí mismo».
También reiteró su defensa del diálogo con todas las potencias, «pero desde la dignidad y no desde la dependencia».
Durante su discurso, Lula recordó la reciente inauguración de la fábrica de vehículos del grupo chino BYD en Camaçari, símbolo —dijo— del compromiso de su gobierno con la reindustrialización y la soberanía tecnológica.
«Queremos relaciones civilizadas con todos, pero no aceptaremos castigos comerciales injustificados», afirmó, en alusión a los aranceles del 50 por ciento aplicados por la Casa Blanca a las exportaciones brasileñas.
Destacó que el fortalecimiento del parque industrial brasileño es una prioridad de su administración.
«Vamos a producir barcos, fertilizantes y automóviles eléctricos. No queremos depender de nadie», sostuvo.
Manifestó confianza en que las tensiones se resolverán «por la vía diplomática».
En esa línea, el canciller Mauro Vieira mantuvo una conversación telefónica con el secretario norteamericano de Estado, Marco Rubio, y se prevé un encuentro en Washington en las próximas semanas para avanzar en las negociaciones.
Según fuentes oficiales, el diálogo buscará reducir el impacto de los nuevos aranceles y abrir espacio para acuerdos tecnológicos bilaterales.