Winston Marte, experto en Economía Agrícola, quien es miembro del Comité Central del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), considera que ante la frecuencia y magnitud creciente de fenómenos atmosféricos en la región, la planificación anual con un enfoque preventivo y la preparación técnica, resultan indispensables para reducir los impactos negativos en la producción agropecuaria y proteger la seguridad alimentaria del país.
Su opinión fue dada a conocer al participar en La Peña 4to Bate, un espacio de reflexión creado con el propósito de discutir temas de interés nacional y promover el diálogo para el desarrollo de la República Dominicana, en cuyo encuentro reciente analizó los efectos de los eventos climáticos en la agricultura del país.
En su exposición Marte subrayó que evaluar de manera objetiva los daños causados por fenómenos climáticos es esencial para diseñar programas de acción efectivos que permitan mitigar los impactos sobre la producción agropecuaria, restablecer las plantaciones afectadas y garantizar la seguridad alimentaria nacional.
“Una evaluación objetiva de daños es la base para el buen diseño de programas de intervención que permitan recuperar la producción y aliviar las pérdidas de los productores”, afirmó el académico.
Marte destacó la importancia de conformar equipos técnicos especializados que utilicen herramientas de georreferenciación (GPS) para determinar con precisión las áreas afectadas y contrastar los datos con los informes de asociaciones o gremios de productores, lo cual fortalece la transparencia y credibilidad de los resultados.
Recordó que la República Dominicana es el país número 11 más vulnerable a los efectos del cambio climático, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Además, citó datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que indican que cuatro de cada diez dominicanos viven en condiciones de vulnerabilidad, lo que los coloca en riesgo de caer en la pobreza ante un evento climático severo.
Winston Marte enfatizó que los eventos climáticos generan dos grandes consecuencias directas: por un lado, las pérdidas económicas de los productores afectados, quienes ven comprometidos sus ingresos y capacidad de recuperación; y, por otro, el aumento de precios para los consumidores, que terminan pagando más por los rubros agrícolas impactados por las inclemencias del clima.