Opinión

En una escena del cuento de Alicia en el País de las Maravillas, un icono de la literatura universal, escrita por Lewis Carroll en el año de 1865, narra el momento cuando Alicia en el bosque en medio de tres caminos, se encuentra con el gato Cheshire subido a un árbol, al que le pregunta cual camino debía de tomar. Cheshire con ingenuidad le responde a Alicia “que dependía en gran parte a cuál lugar ella quería llegar”.

A la Respuesta de Alicia de que no le importa mucho a qué lugar llegar, el gato con gran sabiduría le responde que en razón de que ella no le daba importancia al lugar hacia donde iba, “tampoco importaba el camino que tomara”. O sea, que quien no sabe a dónde va o le interesa llegar a cualquier lugar, puede aventurar tomando cualquier camino.

Pero traspolando esa escena de Alicia como narrativa del cuento a la situación de las elecciones políticas de la República Dominicana, habría que preguntar a los dominicanos, ¿podemos tomar cualquiera de los caminos? ¿O nos aventuramos a votar sin saber qué camino tomar?

Para buscar una respuesta lógica debo transportarme a la realidad objetiva, más que a la realidad imaginaria del cuento de Carroll. La realidad objetiva supone la existencia de algo tangible y verdadero. Por lo tanto, es fácil mencionar y describir las obras de gobierno del presidente Danilo Medina, marcando la diferencia, como es el caso de la revolución educativa, el plan Quisqueya Aprende Contigo, la tanda extendida, las construcciones de miles de aulas, el apoyo al sector agropecuario a través de las visitas sorpresas, las soluciones habitacionales y la reducción de la pobreza.

Cabe destacar el crecimiento y estabilidad macroeconómica que nos posiciona como uno de los mejores de América Latina, la reducción del desempleo, la transparencia en las compras y contrataciones del estado, y lo más resaltante, la sencillez y humildad de un presidente que ha dado un rostro humano a su forma de gobernar. Que pese a las voces agoreras por intereses políticos malsanos, nadie lo ha podido involucrar en acciones reñidas con la ética y la transparencia. Que su único pecado ha sido, poner el corazón en el oído de un pueblo que a gritos pidió que aceptara la reelección, y si no fuera así, las encuestas serias y de prestigio tradicional, no estuvieran dándoles los números favorables que le arrojan esas mediciones científicas.

Como los dominicanos hemos aprendido a valorar, sabemos bien claro que no podemos actuar como Alicia, que sabemos no solo qué camino tomar, sino hacia donde queremos llegar, que es la continuidad del progreso y desarrollo, pues tomar otro camino, sería hacia no solo la incertidumbre, sino hacia el pasado, que en las gestiones de gobierno de ese partido, pareció más que un cuento de terror en las mentes de cada uno de los dominicanos.

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