Hablan los hechos

La contaminación atmosférica tiene un alto costo para los gobiernos, según revela un informe presentado por el Banco Mundial basado en un estudio realizado por el Instituto de Mediciones y Evaluaciones de Salud de la Universidad de Washington y reafirmado con otras investigaciones realizadas por la Organización Mundial de la salud (OMS) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, conocido por sus siglas OCDE.

Los datos arrojados revelan un coste en mortalidad prematura por contaminacion del aire ambiental interiores y exteriores, entre 3.5% y 7.5% del PIB, teniendo un mayor impacto negativo en las economías de los países pobres.

Para aquellos de economía en desarrollo, los análisis no fueron menos desconsertantes, pues se determinó que el 93% de los decesos y enfermedades no mortales se debe a esta causa.

Uno de cada diez fallecimientos prematuros resulta ser una cifra relevante, sobre todo cuando los infantes constituyen el segmento más vulnerable, surgiendo un coste adicional por pérdida de años productivos todavía no cuantificado.

En la imagen, las zonas en rojo son las más afectadas, en tanto que las verdes se acogen más a los requerimientos de la OMS.

Sin embargo, observamos que en las regiones naranja y amarilla persiste la contaminación aunque en menos proporción, incluyendo la República Dominicana.

Entre los causantes del daño al medioambiente se señala de forma insistente la ineficiencia del transporte terrestre, no solo por la contaminación acústica, que sería otro tema, sino por la emisión de gases de efecto invernadero, tales como el CO2 o dióxido de carbono, monóxidos de carbono (CO), hidrocarburos (HC), etc.

Es por eso que compete a políticas de Seguridad Vial enfrentar esta problemática desde el punto de vista del uso inadecuado de los medios de transporte.

Para ello, habría que apoyarse en nuevas legislaciones que comprometan la utilización de tecnologías de última generación en el sistema de verificacion de vehículos obligatorio (ITV o VTV o RTO), inexistente en la República Dominicana.

Aquí tenemos, además de un parque vehicular extraordinariamente envejecido, prácticas contrarias a las recomendables, como es disminuir los gravámenes a los vehículos en función de su antigüedad.

Los vehículos destinados al transporte de pasajeros, y los utilizados en el tráfico de mercancías, son precisamente los que acusan el peor deterioro, que generalmente hay que asociar a prolongados años de uso con pobre mantenimiento y mala calidad de las refacciones, y particularmente los neumáticos, fuentes de inseguridad y contaminación a la vez.

Parece llegado el tiempo de repensar todo el tema de las óptimas condiciones en que deben circular los automotores, por la seguridad de conductores y peatones y la disminución de las agresiones al medio ambiente.

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