Hablan los hechos

Conjuntamente con la transformación demográfica del país de mayoritariamente rural, entrada la segunda mitad del Siglo XX, hasta convertirse en predominantemente urbano en la década de 1980, cobró auge el nuevo tipo de organización social que hoy conocemos como Juntas de Vecinos.

Quienes por razones profesionales hemos dado seguimiento al accionar de las Juntas de Vecinos, palmo a palmo por todo el país, podemos percibir un patrón conductual recurrente que oscila entre el inmediatismo y la incapacidad para la unificación de criterios y el respeto a las normas democráticas en la elección de sus dirigentes.

En los archivos de la Alcaldía del Distrito Nacional puede establecerse que las primeras Juntas de Vecinos fueron creadas en 1979, durante el gobierno del fenecido presidente Antonio Guzmán, quien declarara mediante decreto el 31 de marzo Día Nacional de las Juntas de Vecinos.

Para el año indicado comenzaron a funcionar aproximadamente 100 juntas de vecinos, con sedes en Buenos Aires de Herrera, Los Alcarrizos, San Luis, Guerra, Hato Nuevo, Cristo Rey, Capotillo y La Victoria.

Desde las funciones que realizaban aquellas viejas juntas de vecinos de los años 80 hasta la fecha, no hay grades diferencias: luchas por el cierre de prostíbulos, exigencias ante cabildos y secretarías por obras sociales, como arregos de calles, construcción de escuelas y hospitales, entre otras.

No sería ocioso plantearse la hipótesis de hasta dónde el presentismo y la reducida esfera de acción de las juntas de vecinos explique su letargo y escasa presencia en la vida social y mediática del país, pese a que se les menciona frecuentemente como organizaciones que podrían ayudar a controlar la violencia, la delincuencia y otras expresiones de la inseguridad ciudadana.

¿No son sociedad civil las Juntas de Vecinos?
Con frecuencia cada vez mayor se habla en los medios de comunicación sobre la necesaria participación de la “sociedad civil” en el debate y la búsqueda de solución a los problemas de República Dominicana, sobre todo después de la entrada en vigencia del modelo económico de libre mercado en la Era de la Globalización.

Para muchos resulta chocante que siempre se refieran como representantes de la “sociedad civil” a Organizaciones No Gubernamentales (ONG), tales como Participación Ciudadana (PC) y agrupaciones empresariales con gran presencia en los medios de comunicación, mientras se ignora a las juntas de vecinos.

¿No pertenecen a la “sociedad civil” las juntas de vecinos?, es la pregunta que se hacen los investigadores del fenómeno nacido con la recomposición demográfica del país, con el cambio de la ruralidad a la urbanidad.

La conclusión a la que algunos cientistas sociales arriban, sociólogos, psicólogos sociales y hasta politólogos es que esas organizaciones deben ensanchar sus radios de acción, y pasar de ser gestoras coyunturales de solución de problemas eventuales, hijos de las deficiencias de autoridades locales y /o nacionales a entidades de acercamiento permanente, como grupos de apoyo social e instrumentos para el crecimiento económico, humano y cultural.

Algunas propuestas prácticas para mejorar las Juntas de Vecinos
Es evidente, de acuerdo a lo tratado hasta ahora en el presente trabajo, que con las Juntas de Vecinos habría que hacer un trabajo de psicología social a fin de que sus miembros eleven su conciencia de la necesidad que tienen los habitantes de las diferentes comunidades de mantenerse unidos, como única forma de ser fuertes y lograr que se les tome en cuenta como representantes de la verdadera sociedad civil.

Con seminarios y talleres dirigidos a líderes y miembros de las juntas de vecinos trabajar la parte cognitiva sobre el concepto de gregariedad inherente a la condición humana, que hace indispensable conciliar lo individual con lo social. Sin la sana adaptación social de los individuos no puede conformarse una comunidad con crecimiento y desarrollo de su calidad de vida.

Los miembros de esas agrupaciones, que con tantas frecuencias se dividen tras la escogencia de una directiva tienen que estar convencidos de que si no están unidos en procura de objetivos comunes no le van a poner atención en ningún estamento de poder, sean estos económicos, políticos o sociales.

Hay mecanismos unitarios para evitar la división de la Junta, aunque en sus directivas participen personas que militen en partidos políticos diferentes. Sencillamente hay que promover una cultura democrática, la misma que se puede practicar en el partido de los miembros.

Como planteara el presidente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y ex presidente de la República Leonel Fernández en su reciente conferencia en San Cristóbal, los líderes de las juntas de vecinos también requieren de templanza para lidiar con las disenciones propias de toda organización.

En los estatutos de las Juntas debe consignarse un nobre consensuado, con la debida motivación de por qué decidieron identificarse con el mismo. Comprometerse en luchar por metas alcanzables, tal como lo recomienda la dinámica de grupos, dividiéndolas en de corto, mediano y largo plazo, tomando en cuenta que la sinergia en el logro de lo más pqueño se convierte en estímulo e inspiración para los grandes proyectos.

La misma Junta debe trabajar como una “contralora social” para dar seguimiento a los trabajos programados, y como diría el presidente Danilo Medina, “continuar lo que está bien, corregir lo que está mal y hacer lo que nunca se hizo”.

Muchas juntas de vecinos se han dividido y hasta desaparecido por la falta de transparencia en el manejo de sus finanzas. De ahí que la persona que administra recursos en esas entidades debe exhibir, además de solvencia económica, tener algunas nociones de contabilidad y apego a principios éticos.

Otra causa de división y discordia entre las juntas de vecinos el cuando en una comunidad alquien comete una acción reprochable y la organización apoya al malhechor en detrimento de la víctima. Es frecuente la búsqueda de respaldo en la junta parta tapar maldades y bellaquerías.

Para elevar la autoestima de los miembros y de toda la comunidad, la junta debe tener un equipo de prensa y propaganda que tabaje en la difusión por la Internet, la radio, la televisión, revistas y periódicos los objetivos logrados, las actividades deportivas, artísticas, benéficas, sociales y culturales que se van produciendo de manera cotidiana.

Por último, las juntas de vecinos deben tener su medio de comunicación, que hoy con las facilidades que ofrece la Internet y las mismas impresoras, no representan los inconvenientes de épocas pasadas. Así podrán mantener la memoria histórica de la agrupación, con datos sobre sus fundadores, sus pasadas directivas, con fotografías y videos.

Las Juntas de Vecinos, como los pueblos, no pueden olvidar lo que hicieron los que trabajaron por ella en el pasado. En ellas, también la historia sirve para recordar los modelos a seguir y evitar repetir los errores pretéritos. Siempre en los grupos aparecen personas que se apasionan por la historia, por lo que llevar el registro le provocaría el insustituible placer de crecer y desarrollarse intelectualmente en el mismo seno de su comunidad.

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