En su VI Cumbre celebrada recientemente en Brasil los países emergentes integrantes del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) acordaron la conformación de un fondo de estabilización monetaria denominado Acuerdo de Reservas de Contingencia (Contingent Reserve Arrangement o CRA) y un banco de desarrollo, denominado Banco BRICS.
Se trata de una decisión trascendental que modifica la estructura financiera internacional creada en Bretton Woods, Estados Unidos, en 1944. Los dos nuevos mecanismos multilaterales funcionarán como alternativas al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, que desde el momento de su creación hasta la fecha han estado bajo el control de Estados Unidos y Europa occidental.
El CRA, contará con el respaldo de un fondo de 100 mil millones de dólares que se creará con aportes de China por 41 mil millones de dólares; Brasil, India y Rusia, por 18 mil millones cada uno, y Sudáfrica por 5 mil millones de dólares.
El CRA actuará como mecanismo de protección de la estabilidad económica, brindando apoyo a los países con presiones de liquidez a corto plazo.
Igual que como ocurre con el FMI, los países con dificultades en sus balanzas de pagos podrán acceder en condiciones blandas al financiamiento del CRA, pero sin necesidad de someterse a severos ajustes estructurales y a condicionantes muchas veces de corte político. Según las informaciones preliminares, tanto los plazos como las tasas de interés serán más ventajosos dentro de la nueva estructura financiera.
El Fondo Monetario Internacional cuenta hoy con 315 mil millones de dólares inmediatamente disponibles y un billón de los que podría disponer en condiciones especiales. Los aportes de los países miembros dependen del tamaño de sus economías. Estados Unidos es el mayor contribuyente, lo que le asegura el control de la entidad junto a sus aliados europeos debido a que el poder de decisión de los socios depende directamente del tamaño de sus aportes. Actualmente el FMI ayuda con su financiamiento a sacar a Ucrania del área de influencia de Moscú, a pesar de que Rusia aporta a esa entidad más de 9 mil millones de dólares.
Por otro lado, el Banco BRICS iniciará sus operaciones con un capital de 50 mil millones de dólares (los cinco países harán aportes de 10 mil millones de dólares cada uno), que tendrá posibilidad de ampliarse a 100 mil millones de dólares en dos años, y a 200 mil millones en cinco años.
Este banco tendrá como propósito aportar recursos para el desarrollo mediante el financiamiento de proyectos de infraestructura a un costo más bajo que el que puede conseguirse en el mercado o en las instituciones financieras internacionales actuales. Su capacidad de financiamiento alcanzará hasta los 350 mil millones de dólares.
Actualmente el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, mejor conocido como Banco Mundial, cuenta con un capital suscrito de 223 mil 200 millones de dólares pagados o por pagar por sus 188 miembros, siendo Estados Unidos el mayor accionista con el 16 por ciento del total. Igual que en el FMI, el poder de decisión de cada país en el Banco depende del monto de su aporte, que se asigna en función del tamaño de su economía.
El Banco BRICS tendrá su sede en Shanghái y se prevé que iniciará la entrega de préstamos en el 2016 luego de que los países fundadores ratifiquen todos los acuerdos y hagan efectivos los aportes.
La nueva entidad financiera multilateral estará abierta a la participación de nuevos miembros, aunque los aportes de los BRICS nunca serán menores de un 55 por ciento. Las decisiones se adoptarán por mayoría especial de cuatro de los cinco miembros del grupo BRICS o con dos tercios de los votos.
La creación del Banco BRICS y el ARC al margen de la vieja y tradicional estructura financiera que ha regido al mundo por más de 70 años abre las puertas a un tipo de colaboración distinto para mejorar la economía y las finanzas inspirado en la meta de ayudar al desarrollo sustentable e inclusivo.
La trascendencia política de la decisión es enorme. En primer lugar pone en evidencia la fortaleza de la articulación política representada por el grupo BRICS y su capacidad para influir en la transformación de las relaciones internacionales. En segundo lugar, constituye un significativo paso de avance en el reforzamiento de la independencia de las naciones de los instrumentos financieros tradicionales y hacia la conformación de un mundo multipolar.
Desde aquel nefasto 11 de septiembre de 2001, todos los esfuerzos de las potencias occidentales encaminados a conformar un ordenamiento mundial que les asegure su predominio absoluto han devenido en contundentes fracasos.
Una nueva realidad se viene tejiendo paulatinamente desde entonces. El grupo BRICS es la manifestación más clara de ello. Por aquellos años los países que integran este bloque representaban apenas el 9 por ciento del Producto Interno Bruto mundial. Hoy, apenas 13 años después, representan más del 20 por ciento.
En nuestro artículo titulado “Una mirada a la geopolítica mundial”, publicado en Vanguardia del Pueblo el 17 de febrero pasado, destacábamos: “El Bloque BRICS representa 2,784 millones de seres humanos (1,300 millones China, 1,100 millones India, 190 Brasil, 143 Rusia, Sudáfrica 51), o sea, más del 40% de la población mundial, así como el 29% de la superficie del planeta. Todos juntos poseen el 40% del oro y las divisas fuertes del mundo. Rusia, China e India son potencias nucleares”.
Y añadíamos: “Conscientes de su poderío económico, el grupo BRICS se propuso desde el principio liderar la transición del mundo hacia un orden mundial multipolar, regido por instancias internacionales renovadas y eficaces, que aseguren una participación más democrática de los distintos actores mundiales y resuelvan lo que denominan crisis de regulación a nivel global”.
“En el ámbito postcrisis mundial los cinco países pretenden erigirse en centro de poder alternativo al bloque occidental y en fuerza impulsora de cambios sustanciales en la estructura monetario-financiera y en el régimen económico internacional para hacerlo más democrático y justo”.
En realidad, la arrogancia occidental no les permite ver que el mundo ha cambiado y que las grandes decisiones no las puede tomar ya un solo país o grupito de países.
Las decisiones adoptadas recientemente en Fortaleza, Brasil, así lo confirman. Los BRICS, frente a la negativa de Estados Unidos y los países de Europa Occidental a democratizar la estructura financiera mundial, acaban de crear una paralela. Una verdadera rebelión de los cinco grandes emergentes que ha sido bien recibida en todo el mundo y que ahora cuentan con una excelente herramienta de negociación.