Hablan los hechos

La primera Constitución de la República Dominicana, puesta en vigencia el 6 de noviembre del año 1844 en la ciudad de San Cristóbal, continúa con la tendencia que se había dado en casi toda iberoamérica de construir repúblicas con división de poderes, y un Presidente que sería el que encabezara el ejecutivo y a la vez ejerciera como jefe de gobierno.

En su primer articulo declara que la forma de gobierno será “esencialmente civil, republicano, popular, representativo, electivo y responsable”, y en los artículos 40 al 45 establece que el poder se ejercerá a través de un ejecutivo, un legislativo y un judicial, debidamente separados y con prohibición de intervenir en asuntos que no son de su competencia constitucional.

Además en el articulo 44, el poder ejecutivo “se delega a un ciudadano que toma el título de Presidente de la República Dominicana; y no puede tener ningún otro tipo de tratamiento”.

A partir del artículo 95 la primera Constitución dominicana otorga poderes exclusivos al Presidente de la República para ejercer de jefe de toda la administración pública, mandato que continua hasta el día de hoy.

Como dato curioso, el articulo 98 de la primera constitución, establece la prohibición de la reelección en periodos consecutivos, es decir, para un presidente poder presentarse nueva vez a optar por la posición, debía dejar pasar un periodo de cuatro años.

Presidentes sin instituciones democráticas

Cuando los dominicanos reunidos en San Cristóbal aprobaron esta Constitución, el panorama para la nueva República era bastante complicado; éramos las dos terceras partes de una isla, aislada en el mar caribe, rodeada de enemigos por todas partes.

Recuérdese que habíamos sido uno de los grandes asentamientos de españoles en las Antillas, junto con Cuba y Puerto Rico, quienes siguieron siendo posesión colonial hasta fines del siglo XIX, por lo tanto los ejércitos de España estaban en capacidad de reconquistar el territorio perdido.

Por otro lado, estábamos librando una guerra de liberación de los ejércitos haitianos, que ya habían vencido a las tropas napoleónicas enviadas a sofocar la rebelión de los antiguos esclavos y ademas, existían tropas francesas, inglesas y holandesas por todo el caribe, las que podrían aprovechar la debilidad de la naciente república para someterla de nuevo a la condición de colonia.

Aparte de la precariedad de la situación militar, no existían en la República las condiciones para que se ejerciera de parte de los nuevos ciudadanos dominicanos, el derecho a votar para elegir los que por delegación debían asumir el poder.

Como en la mayoría de los países en lo que se escogió el camino de la democracia representativa liberal, había limitaciones para ejercer el voto y servir de elector, es decir, no se estableció el voto universal, mas bien se limitaba a propietarios, comerciantes y dueños de predios agrícolas con un mínimo de producción.

El bipartidismo y la democracia presidencial

Desde sus inicios, el sistema de elección democrático, ya sea presidencial, semi-presidencial o parlamentario, necesitó formar agrupaciones de electores unidos por intereses comunes que pudieran canalizar las aspiraciones de ejercer el poder de los ciudadanos.

En la democracia ejemplo para nuestros países, la de los Estados Unidos, desde sus inicios se formaron dos agrupaciones políticas representantes de grupos de influencia y poder, es decir, se construyó un sistema sobre la base del bipartidismo.

Los primeros partidos políticos surgieron en los Estados Unidos casi con su nacimiento como nación independiente; las diferencias fundamentales eran las vías de desarrollo de la nueva nación y la toma de posición frente a los acontecimientos derivados de la Revolución francesa, que enfrentó a Inglaterra contra Francia.

El Partido Republicano, por eso se le llama “The Great Old Party”, es parte de la historia de los Estados Unidos desde esos años, estaba liderato por Thomas Jefferson, y representaba los intereses del sur agrario y esclavista, planteaban el desarrollo a partir de los pequeños propietarios y se oponían a cualquier tipo de impuesto para las exportaciones de bienes producidos por la tierra, estos simpatizaban abiertamente con los franceses y eran rabiosamente anti británicos.

Por el otro lado se organizaron en el Partido Federalista, los que vivían en las áreas urbanas del nordeste del país, su líder era Alexander Hamilton, pro-británicos, planteaban el desarrollo a partir de la manufactura y la industrialización, por lo que eran partidarios de establecer aranceles a los bienes importados y la creación de un Banco Central.

Como vemos, el bipartidismo norteamericano, que a su vez es el principal sustento de su sistema presidencialista, se forma a partir de la lucha de los grupos organizados alrededor de intereses comunes, lo que junto a otros factores previamente mencionados, dan estabilidad al sistema.

Esto no es lo que ocurrió en la República Dominicana y explica la inestabilidad de nuestro sistema presidencialista a lo largo de mas de un siglo.

Partidos políticos en la República Dominicana

En la República Dominicana, por múltiples factores, entre ellos el abandono a que fue sometida la población hispano parlante de parte de la potencia colonial y los peligros que acechaban la existencia de la naciente república, se produjo un desarrollo diferente de los partidos políticos, que debían ser el vehículo de expresión popular que diera sostén al sistema democrático presidencial.

La discusión desde antes de proclamar la independencia, se centraba en la posibilidad o no de supervivencia del país como una nación independiente.

Las primeras agrupaciones que pudieran identificarse como políticas, giraban alrededor de los que proclamaban la creación de una república, que se agrupaban en La Trinitaria, y los afrancesados que planteaban la anexión a Francia, como forma de poner freno al expansionismo haitiano.

Después de declarada la independencia y en medio de la guerra contra los haitianos, surgió el Partido Santanista, que lidereaba Pedro Santana, y se hizo con el poder, expulsó a los trinitarios y frente a la amenaza de los ejércitos haitianos, decidió anexar nuevamente nuestro territorio a España en 1861.

Si seguimos la historia de nuestros partidos políticos a través de los mas de 170 años de nuestra independencia, veremos que la inestabilidad en el sistema presidencialista y ruptura del orden institucional, se produce por el ejercicio personalista de la politica, pocas veces por la unión de grupos de intereses comunes.

Así como Santana construyó un “Partido Santanista” alrededor de su figura, después de la guerra restauradora el personaje que domina la política dominicana es Buenaventura Báez y su “Partido Rojo”, seis veces Presidente de la República por largos o cortos periodos de gobierno.

Aunque no fue formado como un partido personalista, antes bien constituía la agrupación mas avanzada de la época desde el punto de vista político, el “Partido Azul”, que tiene su figura mas conocida en Gregorio Luperón, también produjo paradójicamente al caudillo dictador que dominó la política dominicana de fines del siglo XIX; Ulises Hereaux (Lilís).

A estos les siguieron en medio de golpes y contragolpes, el Partido de Juan Isidro Jimenez (los bolos), el Partido Horacista o de Horacio Vazquez (los coludos), la invasión norteamericana, el Partido Nacional de Horacio Vazquez, el Partido Progresista de Federico Velazquez y el mas caudillísta de todos: el Partido Dominicano, que dio soporte político a la dictadura de 30 años de Rafael Leonidas Trujillo.

El fracaso del sistema presidencialista

La historia de la República Dominicana hasta la muerte del dictador Trujillo, lo que demuestra es un fracaso absoluto, como sucedió en casi toda América Latina, del sistema presidencialista, a pesar de que se evolucionó a formas de inclusión democrática de los electores; es decir, la universalidad del voto sin excepciones, se constituyó en la regla en nuestros sistema electorales.

En el caso particular nuestro, en más de un siglo de nuestra existencia como nación, no tuvimos la oportunidad de construir un sistema democrático funcional, puesto que, los que debían dar sostén al sistema, los partidos políticos, dependían de las decisiones personales de líderes o caudillos que imponían su voluntad dentro o fuera del poder.

La suma de todos los caudillos lo fue el régimen de Trujillo, quien implantó el sistema de partido único, personalista, caudillista y de inscripción obligatoria; destruyendo durante tres décadas la posibilidad de construir las instituciones sociales que sostiene organizadamente un sistema democrático.

El regimen de Trujillo concentró el poder absoluto de todas las actividades de la sociedad dominicana, en los aspectos económico y político; por lo que los dominicanos de varias generaciones, insertados de repente en espacios de decisión, se volcaron a otro periodo de inestabilidad que se expresó en los hechos ocurridos entre los años 1961 al 1996.

La llegada del PRD y Juan Bosch

A pesar de haber gobernado solo durante siete meses en 1963, sin dudas las historia del proceso democrático en la República Dominicana está íntimamente relacionada con la decisión de Juan Bosch de volver al país y participar en las elecciones de 1962.

El Partido Revolucionario Dominicano, que desde su fundación en 1939, había sido uno de los puntales de oposición al régimen de Trujillo en el exterior, al volver Bosch al país, como parte de la generación de líderes latinoamericanos que sustituían a los dictadores, este comenzó a enseñar como a párvulos a los dominicanos que nunca habían vivido en libertad, lo que significaba la democracia.

Juan Bosch en su libro “Crisis de la Democracia de América en República Dominicana”, describe un país con décadas de atraso institucional, cuyos integrantes, acostumbrados al ejercicio unipersonal del poder, no entendieron la necesidad de construir las bases de un sistema democrático y una presidencia liberal como premisa para el desarrollo.

Sin embargo, con sus escritos, discursos, charlas, enseñanzas y algunos desvíos ideológicos en una época de gran confusión y confrontación, podríamos señalar a Bosch como el responsable de crear la escuela política que ha dado ciertos niveles de estabilidad a nuestro sistema presidencial aun en evolución.

La historia lo confirma

A pesar de todos los vaivenes que hemos tenido y las continuas crisis políticas que hemos padecido, la historia dominicana de los últimos 48 años no conoce un solo golpe de estado y ni siquiera una conspiración desde los cuarteles que haya puesto en peligro el sistema de elección cada cuatro años.

Dos figuras se unieron en el poder y oposición para que esto se produjera: Juan Bosch y Joaquin Balaguer. El primero, un demócrata cabal constructor de una escuela política capaz de construir desde un partido de cuadros ideologizados, un partido de masas ganador de múltiples elecciones.

El segundo, Balaguer, un verdadero domador de fieras, que por su conocimiento vasto de los secretos del poder y los personajes a sustituir del régimen de Trujillo, llenó una época con un gobierno de mano firme, que impidió que el país cayera en el desorden y el caos.

Ambos con sus virtudes y sus defectos, unidos en la estrategia de construir una mejor nación y divididos en la táctica que debería conducir a elevar el nivel de vida de los dominicanos.

En las elecciones de 1966, Bosch fue el adversario de Balaguer en un proceso condicionado por las tropas interventoras norteamericanas, sin embargo su participación garantizó el desalojo del suelo patrio de los ejércitos invasores y la vuelta a una precaria constitucionalidad.

Balaguer gobernó durante doce años consecutivos con los remanentes de la dictadura de Trujillo, los grupos de izquierda radical armados en las calles y la oposición férrea de algunos grupos de derecha, que incluso fueron acusados de conspirar junto con el Coronel Elias Wessin.

Bosch por su parte, impidió que las pasiones se salieran de sus cauces, a nuestro juicio conocía los peligros que acechaban a nuestro incipiente proceso democrático si se asumían posiciones radicales, y con su esfuerzo, se convirtió en la pieza clave del bipartidismo intelectual que formó nuestra democracia y dio estabilidad al sistema presidencialista dominicano por primera vez en la historia.

Sin embargo, la crisis del sistema presidencial estaba planteada para las elecciones de 1990 y, sobretodo para las elecciones de 1994, la salida a la crisis dio lugar al sistema de elección que tenemos hoy en día.

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