Hablan los hechos

El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en su página web, lo señala claramente:

Los incendios forestales se han convertido en la principal amenaza para los bosques de República Dominicana, así como para la fauna y la flora endémicas.

Y no es que le tengan miedo. Controlar y reducir a cenizas un siniestro de estos es una tarea para valientes, como los que trabajan en el Plan de Prevención y Contingencia de Incendios Forestales. Plan en el que también participan otras instituciones.

Como pasa con la lluvia, los incendios tienen su curva de incidencia en el año: febrero-abril y junio-septiembre, siendo marzo el mes de mayor ocurrencia. De acuerdo a informes del viceministerio de Recursos Forestales, en la última década, esta media isla ha tenido un promedio de 30 incendios forestales por año.

¿Las causas? Ministerio Ambiente dice en su página web, que “aproximadamente, la totalidad de los incendios forestales son generados al no tomar las precauciones adecuadas sobre todo en las quemas agrícolas; por descuido (fumadores, fogatas, entre otros.); accidentales (caída de líneas eléctricas sobre la vegetación o roce de las mismas con los árboles)”.

Lo que hace falta es legislar, aseguran los expertos en el tema. Demandan la ley forestal, un mandato de la Ley General de Medio Ambiente y Recursos Naturales (64-00). Con esta ley se pondría orden en el manejo de los recursos forestales y se sancionaría el ecocidio, dicen.

Pero mientras continúa la larga espera por esta ley, en lo que el hacha va y viene, los bomberos forestales hacen su trabajo, como héroes anónimos, a la sombra de los reflectores. No todos los incendios que ocurren en el año consiguen la atención de los medios, ni el interés de la gente. No en todos los casos llegan las llamas a las redes sociales como pasó con el reciente incendio en el Parque Nacional de Valle Nuevo.

Aunque algo si tuvo de bueno la difusión a través de los medios de este incendio: Llamó la atención Presidente Danilo Medina, que se trasladó hasta Valle Nuevo a presenciar las acciones de combate contra el incendio. Seguramente sirvió para profundizar su sensibilización sobre este tema primordial, seguramente se convertirá en un aliado para que se logre la ley, y seguramente aprobara con mucho mayor sentido de compromiso y conocimiento de causas las partidas presupuestarias para combate de incendios.

Caso de Valle Nuevo

Con el apoyo del Centro para Información Satelital en Caso de Crisis, del gobierno Alemán, los técnicos del Ministerio de Medio Ambiente pudieron determinar que el perímetro del incendio abarcó un área de unas 5,400 hectáreas de terreno cubierto de bosque de pino criollo (Pinus occidentalis). De esta área, se estima que alrededor del 10% son islas, es decir áreas no quemadas dentro del perímetro del incendio.

De estas 5,400 hectáreas, se calcula que 8%, equivalente a 389 hectáreas fue severamente afectada. Alrededor de 40% del terreno quemado, equivalente a 1,944 hectáreas, fue medianamente afectada. Mientras que el 52%, igual a 2,527 hectáreas se vio levemente afectado.

El incendio fue combatido por unas 700 personas, incluyendo técnicos en integrantes de las brigadas de bomberos forestales guardabosques, guardaparques y obreros de reforestación del Ministerio de Medio Ambiente. A la lucha contra el siniestro se integraron además soldados del Ejército de la República Dominicana y de la Fuerza Aérea Dominicana.

En la labor se sumaron voluntarios de la comunidad y provenientes de Constanza, Ocoa, San Juan, Duvergé, Pedernales, Restauración, Bonao, Jarabacoa, La Vega y Azua.

De acuerdo al informe de Medio Ambiente, se contó también con el apoyo de unidades de equipos pesados y camiones cisterna del Ministerio de Obras Públicas, dos camiones equipados con tanques y motobombas para fumigar aportados por las asociaciones de agricultores de las comunidades de El Castillo y El Convento.

Plan de Prevención y Contingencia

Gerónimo Abreu, encargado del Programa Nacional de Gestión y Manejo del Ministerio de Medio Ambiente explica que esa institución cuenta con un personal especializado en manejo de incendios. En cada Oficina Provincial de Medio Ambiente, hay un personal que aunque desempeña otras funciones, como guarda bosques, guarda parques y obreros de las brigadas del Plan Nacional Quisqueya Verde, cuando hay un incendio realizan la función de bomberos forestales.

Abreu cuenta que anteriormente este tema se manejaba a través del Programa Nacional de Prevención y Control de Incendios Forestales, bajo la tutela de la entonces Dirección General Forestal, que pertenecía a la Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas, hoy Ministerio de Defensa.

Al crearse el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, el manejo de incendios pasó a las direcciones provinciales. Ahora en cada dirección hay un personal especializado que se encarga de los incendios, principalmente en las provincias con mayor incidencia, como las ubicadas en la región Sur y hacia la Cordillera Central.

En caso de incendio, cuenta Gerónimo Abreu, el Ministerio puede reunir hasta 300 bomberos forestales provenientes de diferentes zonas del país, “y pudieran ser más, tomando en cuenta que tenemos 400 brigadas de Quisqueya Verde”.

Sin embargo, explica, hay un personal que aunque tenga la actitud no tiene la aptitud. Y es que combatir un incendio forestal requiere de ciertas habilidades y conocimientos, además de mucha resistencia física.

“Hemos dado muchas capacitaciones para formar los bomberos forestales, y también a nivel comunitario para formar voluntarios. ¿Qué problema tienen los voluntarios? Que a veces van y a veces no van. A veces están con nosotros y, en el momento que más lo necesitamos, tienen que irse”.

Otras instituciones ofrecen apoyo como la Cruz Roja, Defensa Civil, los bomberos, “pero en la realidad en materia de incendio con quien más se trabaja es con el personal de Medio Ambiente”.

“El trabajo es extremo, de mucho riesgo y de mucho esfuerzo. Agota bastante. Entonces, no todo el mundo aguanta. Incluso con los mismos soldados, ellos no resisten mucho tiempo. Además, tienen otra forma, trabajan con un horario. Y el incendio no puede tener horario”.

“Por eso tenemos que depender del personal que es del Ministerio”, comenta Abreu, “aunque el ejército tiene una unidad de emergencia que a veces nos apoya. Para control de incendios contamos con personal con equipos mínimos y con herramientas mínimas”.

Detección de incendios

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Los incendios forestales tienen una ocurrencia promedio de 30 al año. Su detección es una tarea rutinaria bajo la responsabilidad del Centro de Detección y Monitoreo de Incendios Forestales, instalado en la Escuela Nacional de Medio Ambiente y Recursos Forestales, en Jarabacoa. Tanto el centro como la escuela están bajo la tutela del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

Durante la inauguración de este centro, al inicio de la temporada de incendios del 2011, se anunció que este nueva institución cuenta con los más avanzados medios tecnológicos para realizar una detección temprana de los puntos de calor y posibles incendios forestales que se originen en toda la geografía nacional.

Diferentes metodologías cruzadas permiten a los técnico dar seguimiento diario a los bosques del territorio nacional. Uno de estos métodos es mediante monitoreo de las imágenes de satélite disponibles en la web. Dos satélites que pasan y envían imágenes con una alternabilidad de 6 horas. Abreu aclara que este método no es exacto, pues la información llega 6 horas más tarde de ser capturadas por los satélites, y si está nublado no se registra.

Otro sistema es la observación desde las torres, unas estructuras metálicas de 25 metros de altura construidas sobre puntos altos en la cresta de las cordilleras. Desde esos puntos, un personal designado mantiene vigilancia de los parques y reservas forestales que atesora nuestra isla. Actualmente para esta labor se cuenta con 15, ubicadas principalmente en la sierra de Bahoruco y en la Cordillera Central.

Desde estas atalayas se informa al Centro de Detección de Incendio sobre cualquier humo visible comunicándose por radio. Ya los vigilantes saben distinguir cuando estas señales son de preocupación. Pues desde esa visión se puede detectar, cualquier fogata o el dióxido de carbono de algún vehículo de motor que vaya pasando por esos montes.

En el Centro, donde se reciben todas las señales de humo que reportan desde las diferentes torres, realizando lo que ellos llaman una triangulación de las informaciones, se logra establecer el lugar exacto y la magnitud del incendio.

En temporada alta de incendios, la vigilancia se refuerza con patrullaje de personal que recorre en motocicleta o en mulo por caminos trillados para esos fines, en zonas donde estratégicamente se pueden detectar incendios.

Ley forestal

Una de las principales variables que influyen en la merma de la biodiversidad, el calentamiento global y el cambio climático son los fuegos forestales. Gerónimo Abreu, creyente en las leyes divinas, considera que habrá un castigo de dios para la humanidad por deforestar y depredar el planeta. Para postergar eso lo más posible, o para que valga más lo bueno que somos, él piensa que hay que trabajar duro aquí abajo reforestando y protegiendo los bosques con las leyes humanas.

En República Dominicana no tenemos leyes que sancionen el delito ambiental. Si una persona mata un árbol o muchos árboles y vegetación en un bosque, ante la justicia hay que demostrar que fue intencional. Que se inició una fogata o un fuego con la expresa intención de hacer un incendio.

Ochenta y cinco por ciento de los incendios forestales son originados “sin querer queriendo”, es decir para labores agrícolas o para ganadería. El 15% restante se reparte entre intencionales o por descuido, descargas eléctricas, caída de cables y por rayos.

Es preciso, piensan muchos, legislar para sancionar el incendio forestal, que sea creado el termino ecocidio a fin de criminalizar los incendios forestales.

Manuel Serrano, viceministro de Recursos Forestales, explica que se hace necesaria una ley forestal, ya que es un mandato de la Ley General de Medio Ambiente y Recursos Naturales (64-00). “Llevamos más de 10 años de atraso con este mandato. Esta ley seria respuesta innovadora a la situación en que vive una parte importante de nuestra población rural”.

Serrano cuenta que tras un periodo de discusión que duró más de dos años, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, junto a instituciones y organizaciones de la sociedad civil, elaboraron un anteproyecto de ley forestal que luego fue enviado al Poder Ejecutivo para su conocimiento y armonización con la estrategia nacional de desarrollo y las políticas y planes del gobierno. “Este proyecto de ley podría ser remitido al Congreso Nacional a fin de que sea conocido, junto a otras leyes sectoriales ambientales que en los momentos actuales se discuten en el organismo legislativo”.

Fuego y renovación

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Gerónimo Abreu, Manuel Serrano y todos los técnicos y expertos en “palos” sienten un gran alivio al explicar que la mayoría de los incendios se dan en ecosistemas que son dependientes del fuego. Lo cual quiere decir que son bosques que necesitan el fuego para renovarse. Un buen ejemplo es el Parque Nacional Valle Nuevo, dicen, que cuenta con la mayor población de pino occidental de toda la isla.

El pino tiene que quemarse en un periodo ente ocho y 12 años para resurgir. Si no se quema en ese periodo, comienzan a surgir las especies latifoliada, de hojas anchas, y ocupan el espacio que estaban ocupando los pinos. Entonces cuando se quema mueren los pinos adultos y también la vegetación latofoliada.

Entonces si se quema muy frecuentemente, antes de los ocho años; como, según Abreu está ocurriendo en la vertiente sur de la cordillera central; desaparece el pino y aparecen matorrales y arbustos.

“Hay aéreas que se están quemando cada año y entonces los pinos pequeños mueren y los adultos también y aparecen gramíneas, pajones, yaragua y arbustos. Y ya no hay bosque”, lamenta Abreu.

A causa de los incendios forestales, cada año se va perdiendo cobertura boscosa. Aunque por otro lado, gracias a los esfuerzos coordinados a través del Plan Nacional Quisqueya Verde, el país va ganando cobertura.

Abreu sufre por la impunidad de los que provocan los incendios. “No debemos olvidar que lo que hacemos aquí afecta el mundo y lo que hacen en otras partes del mundo nos afecta en nosotros”.

Falta conciencia

Los incendios forestales tienen repercusiones a largo plazo que pasan desapercibidas para mucha gente.

Gerónimo Abreu cuenta un ejemplo: “En 1997, un incendio quemó la cuenca del río Sabaneta. Luego vino el huracán George en 1998 y arrasó con todo el cauce arrastrando madera, piedras, arena, hasta la Presa de Sabaneta. Eso fue lo que provocó la tragedia en la Mesopotamia, en San Juan de la Maguana, donde murió mucha gente. Nadie lo vinculó con el incendio. Nadie”.

Los incendios debilitan el ecosistema para los huracanes. Así como también los huracanes dejan árboles derribados que para los incendios se convierten en combustible.

Lecciones aprendidas

El incendio en el Parque Nacional de Valle Nuevo dejó a Gerónimo Abreu algunas lecciones aprendidas. La principal de todas, dice, es que hay que mantener mejor relación con la población en sentido general. Hay pruebas de que a la gente le importa y vale la pena mantener el flujo de información.

“De hecho, el mayor apoyo que recibió el Ministerio fue de la comunidad. Desde el primer día, gente dejando de ir a producir el sustento de su familia para combatir el incendio”.

Gerónimo Abreu es claro y reconoce las debilidades del sistema. “Hay que ejecutar los planes de prevención de incendio antes de que ocurran, hay que limpiar los caminos de los parques para permitir acceso de las brigadas en caso de incendio”

Entiende que se puso en evidencia la débil voluntad política en materia de prevención, por encima de la falta de recursos. “Al final de cuentas para controlar el incendio los recursos aparecieron. Entonces, estaban”.

De todas formas le tranquiliza el hecho de que en el país, de acuerdo a los últimos estudios, los esfuerzos por reforestar han venido ganando terreno. En un estudio realizado en el 2013, se determinó que República Dominicana tiene 40% de cobertura, 20 años atrás tenía solo 25 o 30%.

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