Ni la mayoría de la oposición, ahora minoría también, ni la minoría de siempre, ni adversarios de opinión del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), como tampoco hacedores de política de escritorio, han podido lograr dividir al partido de Bosch, desde y cuando ese partido rompió con el bipartidismo político, hasta convertirse en la primera fuerza política del país.
En la actual coyuntura pre-electoral, de cara a los comicios de 2016, los intentos por dividir al PLD se han acentuado. Primero fueron los intentos por inhabilitar a Leonel Fernández con acusaciones infundadas de supuestos mal manejo en la administración pública, como no le dio resultado, ahora inventan un segundo recurso, el intentar vincularlo al bajo mundo del narcotráfico, a un hombre que su pasión es saborear libros.
Como tampoco le ha dado resultado, quieren confrontar a Leonel Fernández y a Danilo Medina con el tema de la reelección, sobre este tema, algunos hacedores de opinión consideran que la división en el partido morado, está más cerca que nunca, y creen que su objetivo está por lograrse, para hacer pasar lo que ellos no han sido capaz, el construir una opción de oposición con posibilidades de competir en forma exitosa.
Esos hacedores de opinión, entienden lo expresado, por el tono que han tomado determinados pronunciamientos de dirigentes del PLD y lo presentan como una situación al rojo vivo, que el partido de Bosch arde, que hay fuego.
Los que así opinan, subestiman la inteligencia de Leonel y Danilo. No se dan cuenta que ambos están conscientes de su rol como líderes del PLD, el primero tanto en el 1999, como en el 2011, cuando parte de sus seguidores le pidieron que modificara la constitución para optar por un nuevo periodo, se negó a esa tentativa, preservando la unidad del partido por encima de todo, el segundo, ha dado varias muestras de apego a los principios unitarios, y de seguro que cuando llegue el momento, también se pondrá a esa altura.
Lo segundo que olvidan, por falta de discernimiento, es que no saben distinguir entre contienda electoral interna y contradicciones de principios, que normalmente generan divisiones. Lo que actualmente acontece en el PLD, es confrontación interna de carácter coyuntural, en ocasión de los puestos electivos, ese tipo de diferencias el PLD ha sabido manejarla en el pasado; por lo que no habría razones para pensar que ahora no la manejará en forma adecuada.
En el PLD lo que hay es calor interno por nominaciones a candidaturas, ese calor lo único que genera es ardor y no alcanza la categoría de fuego, como aspiran y creen los tradicionales adversarios del partido de Bosch. El PLD arde; pero no hay fuego, tal y como dice el título del presente artículo.